En ocasiones, hay nutrientes y elementos que el cuerpo no puede absorber tan fácilmente a través de la comida, por lo que la suplementación ha sido un clave para mejorar diversas circunstancias de salud que aquejan a las personas. No obstante, en todo momento, estas deben ser supervisadas por profesionales de la salud, especialmente en el caso de los niños.
Lucía Isabel Urrutia Vázquez, gastrónoma-nutrióloga con diplomando en Nutrición Materno Infantil y Pediátrica, menciona que la suplementación en los pequeños solamente es recomendada cuando existe una deficiencia nutricional o alguna condición médica por la cual pudiera haber problemas de absorción de nutrientes.
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Señala que los casos en los que el consumo de suplementos en menores de edad se suele dar a los que se encuentren en una dieta muy limitada en cuanto a variedad y cantidad de alimentos, al igual que aquellos con condiciones médicas que dificulten la absorción de nutrientes, pero es necesario comprobar dicha deficiencia mediante laboratorios y la valoración médico-nutricional.
Esto es esencial, pues hacer uso de estos métodos sin la consulta previa de los profesionales de la salud puede traer algunas consecuencias para los niños. “La suplementación no requerida puede tener como consecuencia efectos adversos para la salud del niño, ya que tanto la deficiencia como un exceso de ciertas vitaminas y minerales pueden ocasionar daños”, declara.
¿Cómo se debe llevar la suplementación?
Por ello, es que cuando se les brinda de esta herramienta a los pequeños se debe hacer bajo la supervisión del médico pediatra y su nutriólogo, pues se deben considerar factores como la dosis que se usará y el tiempo en la que se estará dando el suplemento, ya que esta debe de ser individualizada según las necesidades del niño.

“Es importante también tener en cuenta la marca, los ingredientes y la calidad de los mismos, ya que hay muchas marcas en el mercado y no todas serán las más convenientes para todos, por lo que considerar los parámetros que indiquen los especialistas serán aliados en encontrar aquel adecuado para el menor”.
Concluye alentando a los padres a que, en vez de buscar vitaminar a los niños, busquen primero la asesoría de un nutriólogo pediatra que los oriente en su alimentación, ya que muchas veces la falta de apetito o consumo de alimentos va más allá, pues menciona que puede ser algo sensorial o algo que le esté impidiendo consumirlos, haciendo que la valoración completa del pequeño sea esencial para saber el problema principal por el cual no come bien.