Las Haenyeo de Corea del Sur: cuando el mar moldea y le da una ventaja a tu genética

De México a Indonesia, comunidades de diferentes partes del mundo podrían contar con adaptaciones genéticas útiles para las generaciones futuras.

Las haenyeo son mujeres del mar: tanto sus palabras como sus genes fueron moldeados por él. Originarias de la isla de Jeju, se cree que el agua no sólo dio forma a su lenguaje (más directo y menos formal que el del resto de Corea del Sur) sino que además, transformó sus cuerpos.

Bajas temperaturas, largos períodos sin oxígeno e incluso inmersiones días antes de dar a luz: las condiciones extremas en las que han buceado durante cientos de años parecen haber modelado tanto sus órganos como sus rasgos genéticos, según señala un estudio publicado a principios de mayo en Cells Reports.


Desde el siglo XVII, las haenyeo han sido el sostén de sus familias. No está claro en qué momento la profesión pasó a convertirse en una actividad dominada por mujeres, lo que es seguro, es que el antiguo conocimiento fue transmitido de madres a hijas, quienes desde muy niñas, aprendían a rezarle a la diosa del mar.

Hoy en día, esta práctica (declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO) se encuentra al borde de la extinción. Quienes mantienen vivo el legado son mujeres de 45 años o más que arriesgan su vida al menos tres veces a la semana, buscando abulones o erizos a 10 metros de profundidad.

Por eso, cuando un grupo de investigadoras les pidió sumergir la cabeza en agua fría para medir sus signos vitales mientras contenían la respiración, la idea les pareció un tanto absurda.

“Era como si nos dijeran, ‘Esto no es bucear, ¿qué estamos haciendo?”, comparte Diana Aguilar Gómez, encargada del análisis genético del estudio e investigadora de postdoctorado en la Universidad de California.

Pese a que las condiciones no se asemejaban en nada a las que estaban acostumbradas, eran necesarias para comprobar la hipótesis de las especialistas.

“Queríamos medir que tanto reaccionaba el cuerpo y averiguar si los resultados eran diferentes a los de las mujeres de Jeju que no buceaban y las mujeres de Seúl. Aunque las haenyeo podían ir a bucear sin problema, no podíamos pedirle eso a otras mujeres que fueran de la misma edad. Estamos hablando de mujeres de 60 o 70 años”, detalla en una entrevista para MILENIO.

A todas las participantes se les solicitó contener la respiración y sumergir la cara en agua fría con el fin de activar el reflejo de buceo, durante el cual, el cuerpo experimenta una disminución del ritmo cardíaco (bradicardia) y una reducción del flujo sanguíneo en las extremidades (vasoconstricción periférica).

La población Haenyeo actual, con una edad promedio de alrededor de 70 años, podría representar la última generación de buceadores Haenyeo | Reuters
La población Haenyeo actual, con una edad promedio de alrededor de 70 años, podría representar la última generación de buceadores Haenyeo | Reuters

Las científicas notaron que, aunque las haenyeo hicieron inmersiones más cortas, su frecuencia cardíaca disminuyó de manera más pronunciada. Los resultados fueron aún más interesantes cuando analizaron la presión arterial.

Las buceadoras tenían una presión diastólica más alta en comparación con los controles de Seúl. No obstante, no hubo diferencias significativas entre ellas y las mujeres de Jeju, lo que planteó una primera pista para la investigación.

“Esto podría indicar que hay algo genético aquí, porque son condiciones que se presentan en mujeres que no bucean. Desde el punto de vista genético puedo decir que, cuando analicé y comparé poblaciones, sí se veía que las mujeres de la isla tenían una genética diferente a las de Corea del Sur, independientemente de si buceaban o no”

La historia en los genes

Diana menciona algunos de los periodos que marcaron a la isla: estuvo bajo control mongol, dominio japonés e incluso se le impuso una restricción de salida que duró cerca de 200 años. Cada ciclo puede ser rastreado en los genes.

“La genética de la isla toma su propio camino, independiente al de Corea del Sur”, comenta.

A través de ciertos cálculos, se encontró que los isleños son tan diferentes de los coreanos continentales como lo son de los japoneses y los chinos del norte. No obstante, todos los residentes de Jeju forman una población genéticamente homogénea. Independientemente de si son o no buceadores, parecen contar con una ventaja para practicar esta actividad desde que nacen.

Una característica heredada debido al estilo de vida y adaptaciones al buceo son los niveles de la presión arterial diastólica: los de las haenyeo y otras residentes de Jeju son más altos en comparación con el resto de Corea del Sur

De acuerdo con los resultados de las investigaciones, la misma selección natural podría haber favorecido una variante genética en la región que ayudó a reducir los efectos negativos de esta hipertensión en las buceadoras y mitigar los riesgos de hipertensión durante el embarazo.

Las condiciones extremas sobre los genes

Fenómenos como este no son exclusivos de la región: un estudio publicado en 2010 planteó que los tibetanos se adecuaron genéticamente para poder vivir en altitudes extremas con bajos niveles de oxígeno.

Además, se cree que los Bajau, un grupo de nómadas del mar en Indonesia, poseen una adaptación que los dotó de bazos más grandes.

Las Haenyeo bucean durante todo el año en colectivos sociales, recolectando de todo, desde abulón hasta erizo de mar.| Reuters
Las Haenyeo bucean durante todo el año en colectivos sociales, recolectando de todo, desde abulón hasta erizo de mar.| Reuters

Esta característica les permite almacenar más glóbulos rojos y aumentar la disponibilidad de oxígeno durante la apnea lo que representa una ventaja para sumergirse durante períodos prolongados sin necesidad de salir del agua a respirar (aunque las haenyeo comparten esta condición, se cree que está más relacionada con su arduo entrenamiento y no por la información en su ADN).

¿Esto quiere decir que otras poblaciones podrían desarrollar nuevas adaptaciones que les den ventajas sobre su entorno? Podría ser, sin embargo, esto depende de diversos factores, entre ellos el tiempo, el tamaño de la población y que tanto afecta o beneficia esta variante genética.

La tolerancia a la lactosa, por ejemplo, pudo haberse desarrollado más rápidamente en ciertas regiones donde la intolerancia provocaba deshidratación y, en casos extremos, la muerte por diarrea.

“En el caso de las haeyo tal vez hoy en día no es un problema tan grande, pero históricamente, la preeclampsia ha sido una enfermedad sumamente riesgosa, quienes tienen la mutación relacionada con la presión arterial tienen una ventaja”
“Es más probable que las mujeres que tenían la variante que las protegía un poco, pudieran tener más hijos más fácil, entonces, más hijos: más gente con esa mutación. Así van cambiando con el tiempo, es gradual”, detalla la especialista quien cuenta como las buceadoras de Jeju no dejaban de trabajar incluso estando a un día de dar a luz.

Así, las condiciones extremas juegan un rol crucial en diversas comunidades. 

Es probable que a lo largo y ancho del mundo existan más adaptaciones genéticas aún sin documentar. Aguilar Gómez detalló que en México hay áreas de investigaciones inexploradas, como por ejemplo, el estudio de la población Rarámuri: el pueblo que radica en la Sierra Tarahumara corre distancias maratónicas en terrenos agrestes y con pies descalzos, por lo que los especialistas consideran la posibilidad de que su adaptación al entorno sea genética.

Conforme se suman nuevos conocimientos, no sólo se plantean nuevas oportunidades para comprender mejor la regulación genética de las enfermedades, sino que además se abren nuevos horizontes para tratamientos médicos.

Diana comenta que las apneistas no parecían sorprendidas cuando se les informó de los hallazgos. Desde hace varios años colaboran en investigaciones que buscan descifrar la capacidad de sus cuerpos para adaptarse al océano. Su generación, y generaciones antes que las de ellas, despidieron a madres y abuelas en el agua, por lo que resulta casi natural que su historia esté unida al mar que las rodea, a través de sus genes.

LHM

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Lizeth Hernández
  • Lizeth Hernández
  • Más que contar, me gusta escuchar historias. Egresada de la FyS, UNAM, escribo para interpretar a una ciudad que se devora a sí misma. Actualmente cubro temas de ciencia, salud y en ocasiones, relatos del pasado.
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