La malnutrición es un grave problema que afectará a las próximas generaciones: la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que a escala global, el 45 por ciento de las muertes en niños menores de cinco años está relacionada con la malnutrición. Este grave problema de salud pública tiene que ver con tres factores principales, la baja talla, el bajo peso y con el sobrepeso y la obesidad.
“Hablar de desnutrición implica problemas por carencia o exceso de alimentos, en los dos extremos los pequeños presentan deficiencias de micronutrientes, vitaminas, minerales, proteínas, hidratos de carbono y, por el contrario, un consumo rico en azúcares, carbohidratos y calorías vacías”, afirma la doctora Rosa Acevedo, presidenta de la Sociedad Dominicana de Pediatras.
Detalla que las consecuencias de una malnutrición son impactantes, “alimentarse bien es óptimo para desarrollarse adecuadamente y tener salud: un infante que no come bien será un adulto enfermo, que posiblemente padezca hipertensión, diabetes, colesterol, triglicéridos, así como menos capacidad intelectual y para relacionarse”, advierte la especialista.
Problema en aumento en México
En México, la desnutrición representa un gran reto, de acuerdo con el doctor Oscar Quintero, director de asuntos médicos de nutrición de Abbott en México, uno de cada tres niños por debajo de los cinco años tiene obesidad, incluso nuestro país ocupa el primer lugar en obesidad infantil a nivel mundial: “actualmente vemos pequeños con un exceso de grasa corporal, carencia de vitamina D y hierro, entre otros. La cuestión es que llegan a la adolescencia con exceso de peso, que en la mayoría de los casos no adelgazan y, por lo tanto, veremos adultos obesos, quienes no solo verán dañada su salud física, sino también la parte emocional”, indica.

El médico opina que la obesidad es una pandemia en el mundo y la diabetes está muy relacionada con ella, “por eso hay que evitarla”. Recuerda que hay dos tipos de diabetes, “la 1 es genética, no tiene que ver con peso y alimentación; mientras que la tipo 2 tiene que ver con hábitos, nutrición y esa es la que están presentando los pequeños”, explica Quintero.
Ciclo vicioso de la nutrición: riesgo latente
Muchos mencionan que la mala alimentación está relacionada con la pobreza, a las nulas prácticas del gobierno, pero la realidad es que tiene una estrecha relación con la educación, en que los padres enseñen a sus hijos, para que sea un conocimiento que pase de generación en generación.
“Existen ciclos viciosos de la nutrición, por ejemplo, una niña mal alimentada en un futuro quedará embarazada, nunca se preparó para ese momento, ni durante los nueve meses, esto podría incrementar el riesgo de parto prematuro. El bebé nace con carencias nutricionales, quizá con bajo peso y no tendrá una buena lactancia”, indica el doctor Otto Torres Pellecer, coordinador del departamento de pediatras del Sanatorio Nuestra Señora del Pilar, en Guatemala.
Agrega que ese bebé crecerá con varios problemas de alimentación que vienen arrastrando sus ascendientes, por lo tanto, él los repetirá cuando tenga un hijo, “por ello buscamos impactar positivamente en las próximas generaciones”.
No alimentarse bien traerá consecuencias durante toda la vida, motivo por el que cada vez hay más niños, adolescente y jóvenes con enfermedades congénitas, aunado a sus malos hábitos en general, principalmente el sedentarismo: “cuando llega un niño a consulta, pregunto con quién pasa la mayor parte del día, algunos dicen que, con sus abuelos, así que pido que los abuelos estén presentes, a ellos les explico por qué el pequeño debe comer balanceado y muchas veces me percato que tampoco los abuelos se alimentan bien”, añadió el doctor Quintero.

Lactancia, clave en los primeros seis meses
El doctor Torres Pellecer enfatizó que la leche materna es el mejor alimento que puede recibir el bebé dentro de los primeros seis meses de vida, incluso recalcó que en esos primeros seis meses “jamás les den jugos, atoles, agua, o bebidas carbonatadas, porque lo vas a desnutrir”.
Por ello, la doctora Rosa Acevedo recomienda que, “si la mamá no produce leche, o al bebé no le gusta -siempre con asesoría del pediatra, quien es el que la guiará de la mejor manera-, es necesario darle alguna fórmula láctea de acuerdo a su edad, peso y talla. Evitemos que tenga un retraso en su crecimiento, en su talla final, que su neurodesarrollo se vea limitado”.
Asimismo, la doctora mencionó que, si el niño no está bien alimentado, antes de los cinco años de vida presentará muchas infecciones respiratorias y gastrointestinales, mientras que en la escuela tendrá problemas para el aprendizaje, no dormirá bien, se distraerá bastante y constantemente estará enfermo.
“La desnutrición dará como resultado a un adulto que no se desarrolló en óptimas condiciones, tendrá limitantes y no solo se verá afectada su vida escolar, sino también la profesional”, indica la doctora Acevedo.

Innovación y tecnología contra la desnutrición
La OMS indica que en el mundo existen 144 millones de niños con retraso del crecimiento y 38.3 millones padecen sobrepeso u obesidad. En ambos casos son infantes por debajo de los cinco años, lo que nos refleja el panorama que estamos viviendo.
“Un gran aliado para saber de manera rápida y confiable si el niño tiene desnutrición es gracias a la cinta Muac z-score de Abbott, sirve para medir el perímetro del brazo del pequeño, cuenta con líneas de colores que van del verde al rojo, las cuales te indicarán si está dentro del intervalo normal, en posible desnutrición, con problemas o en un caso grave”, afirmó el doctor Yahiel Osorio, pediatra y nutriólogo clínico del Hospital General de México.
Explicó que la cinta existe desde los años 50, pero “ha evolucionado, antes tenías que ir a una tabla, ver gráficos y era tardado, ahora en siete segundos sabes la condición del infante. Además, la cinta tiene un QR, lo escaneas, bajas los datos del niño y llevas su historial”.
El uso de estas cintas es muy cómodo y confiable; es una herramienta que Abbott ha distribuido en varios países, incluyendo México; de hecho, ya se han realizado talleres de capacitación a los profesionales de la salud para utilizarla correctamente.
Finalmente, Osorio recalcó que tampoco es cuestión de economía, "ya que te puede costar lo mismo un kilo de manzanas que una bolsa de papas; sin embargo, los padres y, por supuesto, los niños, optarán por la comida chatarra, de ahí la importancia de la educación nutricional para los padres y los abuelos".
RRR