Como obra artística, un velero pintado en su mayoría de color rojo, y como bandera, la libertad y la pasión, aspiraciones que el artista plástico, Diego Rodríguez, busca llevar a los espectadores a través de "Aequilibrium", proyecto que se encuentra exhibido en la explanada del Monumento a la Revolución de la Ciudad de México.
"Me inspiran los viajes, la aventura, la vida (...) El velero es el símbolo por excelencia de la libertad. Lo pinté rojo porque es pasión, es algo que quiero vivir", dice el escultor en entrevista con MILENIO.
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Antes de intervenirlo para su demostración, Rodríguez emprendió una travesía de navegación en el velero, la cual, afirma, no sólo lo llenó de reflexión y aprendizajes, sino que lo sacó de la monotonía de las muchedumbres de la ciudad frente a la soledad de una experiencia marítima.
En qué plaza o parque de esta bella ciudad les gustaría esta pieza? Esta chulada llegó como propuesta a la audiencia ciudadana. Æquilibrium, el velero intervenido por Diego Rodríguez. ¡Embárcate en esta experiencia sobre armonía y respeto en la explanada del Monumento a la… pic.twitter.com/gDdWSM7ytk
— Ana Francis Mor (Ana Francis LBP) (@anafrancismor) March 24, 2025
"Se aprende cómo funciona, le tomas respeto al mar (...) Es una sensación muy padre (a la que) nosotros no estamos acostumbrados.
"Cuando vivimos en las ciudades no estamos acostumbrados a estar solos nunca, o sea, lo más lejos que puede estar de alguien es atrás de una pared", dice.
Una vez finalizada la aventura, "bajo el pretexto del arte", Rodríguez buscó llevar un mensaje a la gente: el equilibrio. Según cuenta, su proceso creativo no fue complicado, solo "raro", pues para dar forma a sus obras, hace rayones, se las plantea como problemas matemáticos, y bebe café como único ritual.
El escultor considera al equilibrio como una de las aspiraciones fundamentales para el ser humano, la cual, una vez alcanzada, puede dar paso a la transformación de la vida.
"Creo que siempre estamos inmiscuidos entre diferentes fuerzas, que nos jalan para un lado, para el otro. Y si logramos adquirir la habilidad de mantenerte equilibrado entre esas fuerzas, la vida puede ser magnífica", señala.
Ante la pregunta expresa de lo que significa para el artista que su obra esté exhibida en un espacio público y no en un museo tradicional, Rodríguez explica que la idea es que la gente interactúe con la pieza y que el arte llegue a lugares donde la gente no va a buscarlo.
"Ahí tienes un factor sorpresa, que es súper importante porque el espectador no está esperando ir a ver nada parecido. Entonces, eso genera, creo yo, un cambio en su consciencia, un cambio en su esquema de pensamiento que le permite abrir su sus posibilidades hacia otro lado", dice.
El público puede disfrutar de la obra frente al mausoleo dedicado a la Revolución hasta el 22 de abril; después, su destino todavía es incierto. Diego Rodríguez desea que a corto plazo la pieza llegue a Iztapalapa y después viaje por todo el mundo.
"Sé que me lo tengo que llevar, pero no sé a dónde va. Me encantaría poderte decir: 'Váyanlo a ver a tal lado', pero todavía no sé. (...) Finalmente, yo sueño que esta pieza viaje por todo el mundo y lo que quisiera es que la gente soñara sus propios sueños y los trate de hacer realidad", dice.
No obstante, la reconstrucción hecha por el artista está diseñada para que algún día vuelva a flote, no sin antes generar la atención del público e interés en un lugar cercano al mar. Además, dice que es necesario equiparlo, pues tiene deficiencias navales para que pueda navegar.
"Me haría mucha ilusión echarlo al mar y y verlo navegar. (...) Pero de que flota, flota", concluye entre risas.
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ksh