Las familias de la colonia Progreso, en Acapulco, se esfuerzan día y noche para sacar el agua y el lodo que inundó sus hogares tras el paso del huracán Otis el ¿25 de octubre.
Familiares y amigos han llegado de otras ciudades e incluso estados para apoyarlos en la reconstrucción de sus hogares.

Muchas casas quedaron sepultadas, debido a que el huracán causó un aumento en el caudal del canal Camarones, que pasa por toda la colonia. La altura del lodo fue de más de dos metros, según los vecinos, quienes por experiencias previas, se albergaron en otros lugares, o en los pisos altos de sus hogares.
“Sí nos afectó, pero con ayuda de amigos, familiares, estamos sacando el lodo, la ayuda que ha llegado ha sido de los mismos vecinos, amigos (…) el agua chacualeaba hasta allá arriba, y el agua llegó a mitad de la casa, y el lodo está como a centímetros”, dijo en entrevista con MILENIO Beatriz Zárate, habitante damnificada de la colonia Progreso.

Beatriz, como sus vecinos, lleva días intentando sacar el lodo de su casa, y aunque parece que el avance es importante, en las recámaras y otros cuartos al interior de su hogar las afectaciones son peores.En algunos puntos de su casa es difícil caminar, pues los pies se hunden en el lodo.
Teresa, vecina de Beatriz, recuerda cómo vivió el paso de Otis mientras se resguardaba en su casa. “Fue un aire muy... como si fuera un remolino y de ahí se empezaron a levantar láminas, se oía horrible, tanta lámina que estaba levantando, y después el no poder salir porque ya estaban los remolinos (…) y se inundó todo, se perdió todo, pero tenemos vida.”
La destrucción ocurrió en el primer piso de su casa. Todo resultó inundado, los aparatos eléctricos ya no funcionan y los muebles se estropearon: “pues perdimos 5 carros, la sala, el comedor, todo lo de la cocina, pues las recámaras, aunque estén así los colchones se salvaron.”

Como la mayoría de los vecinos de la colonia Progreso, debe dormir en el colchón sucio que le quedó. Aunque hubo algunas personas que ni su colchón o su cama pudieron rescatar, y creen que de ahora en adelante les tocará comenzar de nuevo todo su proyecto de vida.
“Prácticamente se destruyó todo, y no solamente aquí, en todo, fue en todo (…) volver a empezar, debo volver a empezar”, contó a MILENIO Isabel Abarca. Su casa no tenía suelo ya, sino una gruesa capa de lodo en la que habían construido un canal para, primero, sacar toda el agua. Un familiar suyo viajó desde Tijuana a Acapulco a ayudarla con los trabajos de reconstrucción. Uno de sus autos tenía el parabrisas y todos los vidrios rotos. Sin embargo hablaba con una sonrisa de esperanza ante la tragedia.
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