El 7 de mayo se desarrolló la primera jornada de votaciones en el marco del cónclave, con el que el Colegio de Cardenales elegirá al nuevo sumo pontífice de la iglesia católica.
Horas más tarde de que se cerraran las puertas de la Capilla Sixtina, la chimenea del recinto expulsó una fumata negra, lo cual indica que la decisión no ha sido tomada.
Esa nube de humo es la única noticia que las personas ajenas al Colegio Cardenalicio pueden recibir al respecto mientras se desarrolla el cónclave, ya que es un proceso que exige el secreto absoluto de sus participantes. ¿Qué castigo reciben si no cumplen con esta regla? En MILENIO te lo contamos.
Cónclave: una elección bajo juramento
La Constitución Apostólica Universi Domini Gregis establece los lineamientos bajo los cuales debe realizarse el cónclave. Su artículo 53 especifica que, una vez que hayan salido de la Capilla Sixtina todas las personas ajenas al proceso, el cardenal decano pronunciará un juramento que, entre otras cosas, sostiene:
"Prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del romano pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio".
El mismo documento señala que los cardenales que violen el carácter reservado del cónclave estarán sujetos a la pena de excomunión latae sententiae —es decir, automática en el momento en que se comete la infracción—, un castigo que sólo puede ser eximido por la Sede Apostólica.
La citada Constitución, modificada por última vez por Benedicto XVI, precisa que la excomunión latae sententiae puede ser aplicada también a quienes, sin ser electores, estén presentes de algún modo durante el proceso, como personal de limpieza, médicos, servicios de comedor e intérpretes.
¿Qué otras acciones se castigan con la excomunión inmediata?
El Libro VI del Código de Derecho Canónico detalla que la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica será aplicada a quien atente físicamente contra el romano pontífice.
Se contempla la misma pena para quien arroje por tierra, se lleve o retenga "con una finalidad sacrílega" las especies consagradas en el contexto de la eucaristía, es decir, el pan y el vino.
Las normas de la iglesia católica consideran también que deben ser sancionados de esta forma quienes confieran el orden sagrado a una mujer, así como a las mujeres que atenten recibirlo.
El sigilo sacramental, conocido también como secreto de confesión, es la obligación de los sacerdotes confesores de no revelar nada de lo que ha oído durante una confesión. En caso de hacerlo, también será penalizado con la excomunión inmediata, condena que sólo podrá ser perdonada por la Sede Apostólica.
BM.
