Internacional

Localidad argentina ya es el paraíso de los capibaras

Nordelta. En los últimos dos años, biólogos estiman que la población de estos roedores se ha triplicado hasta alcanzar casi mil ejemplares en esta zona adinerada de Buenos Aires

Luciano Sampietro se llevó un tubo de aluminio de un metro a los labios y sopló, enviando un dardo con sedantes, relajantes musculares y analgésicos hacia el roedor más grande del mundo, el cual descansaba cerca de un estanque artificial.

El objetivo del veterinario, un capibara macho alfa de unos 45 kilos, fue alcanzado en la pata trasera. Sampietro volvió a disparar y alcanzó a una hembra. Al cabo de 15 minutos, unos trabajadores vestidos con los trajes color canela de los guías de safari recogieron a los pacientes dormidos.

Pero llegaron demasiado tarde: la hembra ya estaba embarazada. Así que inyectaron al macho un fármaco destinado a impedir que pudiera preñar a más hembras. Sí, en los suburbios ricos de Buenos Aires están esterilizando a los capibaras.

“Su amorosidad nos ha ido conquistando y estamos todos bregando por ellos”, dice una vecina que defiende a los roedores. Jack Nicas
“Su amorosidad nos ha ido conquistando y estamos todos bregando por ellos”, dice una vecina que defiende a los roedores. Jack Nicas/ The New York Times

Estos roedores rotundos, tranquilos y del tamaño de un perro, originarios de Sudamérica, se han convertido recientemente en los favoritos del internet moderno. Se han catapultado a la cima de las clasificaciones no oficiales de animales adorables gracias a innumerables videos en los que se les ve tranquilos, regordetes y perfectamente dispuestos a dejar que monos y patos se suban a sus lomos. Su imagen adorna mochilas y peluches y, en Tokio, los turistas pagan primas para darles de comer zanahorias en los cafés de capibaras.

Desde la pandemia, los carpinchos, como se les conoce en Argentina, han proliferado en Nordelta, un lujoso y pintoresco barrio cerrado de 45 mil habitantes al norte de Buenos Aires. Cuando los residentes se recluyeron en sus casas en 2020, los capibaras empezaron a colonizar los cuidados barrios, al encontrar hierba verde, agua fresca y ausencia de depredadores, según los biólogos contratados por la comunidad.

“Su amorosidad nos ha ido conquistando y estamos todos bregando por ellos”, dice una vecina que defiende a los roedores. Jack Nicas
“Su amorosidad nos ha ido conquistando y estamos todos bregando por ellos”, dice una vecina que defiende a los roedores. Jack Nicas

En los dos últimos años, los biólogos estiman que la población de capibaras de Nordelta se ha triplicado hasta alcanzar casi los mil ejemplares, lo que supone una difícil prueba para la coexistencia urbana de los seres humanos y la fauna salvaje. Ahí, las familias de capibaras pastan cerca de las pistas de tenis, dormitan en las canchas de vóleibol y vadean en las lagunas artificiales. Justo después de una señal que advertía del cruce de capibaras, una familia cruzó la calle en fila india, iluminada por los faros que esperaban.

Pablo Pefaure, uno de los 26 representantes vecinales de Nordelta, dijo que sus vecinos se quejan con frecuencia de los roedores anfibios. “Los ven como peligrosos, los ven como invasivos, temen por sus mascotas e hijos más pequeños”, dijo.

Su vecina, Veronica Esposito, que estaba sentada cerca, no estaba de acuerdo. “Nunca se acercó ningún carpincho a mis perros”, dijo. “Lo que pasa es que todos dicen que comen las plantas. Sí, las come, pero las plantas vuelven a crecer”, añadió. “Yo no veo el gran problema”.

Esposito forma parte de un pequeño grupo de vecinos que lideran una rebelión contra los controles de los capibaras. Han protestado en las calles, han emprendido acciones legales contra los promotores y han reunido 25 mil firmas para una petición en internet para proteger a los animales. También han atraído a 34 mil seguidores a una página de Instagram, donde a veces avergüenzan a sus vecinos, incluida quien ha utilizado un látigo para ahuyentar a los capibaras de su muelle.

“Su amorosidad nos ha ido conquistando y estamos todos bregando por ellos”, dice una vecina que defiende a los roedores. Jack Nicas
“Su amorosidad nos ha ido conquistando y estamos todos bregando por ellos”, dice una vecina que defiende a los roedores. Jack Nicas
“Yo creo que a esta altura que sean adorables es una estrategia de la misma especie para sobrevivir”, dijo Silvia Soto, la vecina más enfática. “Su amorosidad nos ha conquistado y estamos todos bregando por ellos”.

Hasta ahora, la lucha no ha funcionado. El año pasado, el gobierno nacional de Argentina inició un experimento para realizar vasectomías a tres capibaras de Nordelta, con la esperanza de comprobar cómo afectaba a la posición de los machos en sus manadas. Si tiene éxito, la práctica podría ampliarse.

En febrero, la organización de Nordelta comunicó a los residentes en un correo electrónico que seguía adelante con un plan diferente: un “plan de vacunación con efecto anticonceptivo”, aprobado por el gobierno local, con el propósitoesterilizar a 250 capibaras adultos.

No están seguros de cuánto dura la esterilización porque el fármaco no se ha utilizado en capibaras. Está diseñado para alterar las hormonas de los cerdos antes del sacrificio para que la carne sepa mejor. “Solo para uso en cerdos machos”, dice el laboratorio Zoetis en su aviso legal sobre el fármaco.

En 2019, Nordelta roció su hierba con el olor de un carnívoro, ahuyentando a muchos capibaras. Pero Falguera dijo que la eficacia disminuyó con el tiempo, así que se decidieron por las inyecciones, que, según ella, son mejores que la castración o la vasectomía porque es menos probable que alteren el comportamiento y la dinámica de grupo de los roedores. La decisión de esterilizar a los capibaras recayó en última instancia en uno de los hombres más ricos de Argentina, Eduardo Constantini, empresario y promotor inmobiliario cuya empresa controla la organización Nordelta. Su portavoz no respondió a las peticiones de comentarios.

Hace treinta años, Nordelta era un humedal prácticamente virgen donde los capibaras vagaban libremente, cazados por pumas, jaguares, caimanes y cazadores deportivos. A finales de la década de 1990, Constantini empezó a transformar la zona con carreteras, estanques, mansiones, torres de condominios, un centro comercial y un campo de golf diseñado por el golfista estadounidense Jack Nicklaus. La construcción ha sido casi incesante —hay 17 edificios más en marcha— y ahora es el hogar de algunas de las personas más ricas de Argentina.

Soto argumentó que la población de capibaras aumenta porque los constructores destruyeron el hábitat salvaje de los animales, obligándolos a salir del bosque e instalarse en los suburbios. “En cuestión de horas derriban un bosque”, dijo Soto. “¿Qué sucedió a la fauna silvestre?, ¿Han muerto?, ¿Han sido desplazados?”. Su grupo está presionando para que los capibaras tengan una reserva natural, pero parece haber poco interés por parte de Nordelta. “No entiendo cómo pueden pensar solo en esterilización”, dijo.

Un reciente día entre semana, mientras los capibaras pastaban en un parque infantil, Lidia Schmidt y Felipo Contigiani pasaron de largo, sin apenas darse cuenta. El matrimonio estaba de acuerdo en que había que controlar de algún modo la población de capibaras, pero no coincidían en las causas del problema. Contigiani, quien dijo que solía cazar capibaras de niño, sentía menos simpatía por los animales. “Es un animal salvaje que se vino a vivir a la ciudad”, dijo. Su esposa le corrigió. “No, la ciudad vino a instalarse donde estaba el animal salvaje”, dijo. “Es al revés”.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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