El actor y comediante Alfredo Casero causó sensación en Buenos Aires con un polémico chiste que, de forma imaginaria, capturaba las crisis financieras y políticas cada vez más profundas de Argentina, y predijo gran parte de la creciente venta masiva en los mercados emergentes globales. El mes pasado se le preguntó a Casero qué pensaba de los intentos del presidente Mauricio Macri de detener el creciente pánico de los inversionistas, que lo llevaron en junio a asegurar un préstamo “preventivo” de 50,000 millones de dólares (mdd) del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El movimiento fue políticamente arriesgado, no solo por las medidas de austeridad que conlleva el préstamo, sino porque el FMI está vinculado de forma inherente a la aguda crisis financiera de Argentina de 2001. Casero se enfocó en el aspecto satírico de la inevitable reacción negativa.
“Es como si se incendiara tu casa”, dijo el comediante. “Tienes una familia de 12. La casa está en llamas y hace frío afuera. Pero aquí están esas 12 personas, ¿y qué dicen? ¡Queremos flan! ¡Queremos flan, papá! ¡Flan! ¡Flan! ¡Flan! ¡Flan! ¡Flaaannnn!”. La expresión #Queremosflan encendió a los medios tradicionales y las redes sociales. Macri, encantado de que la analogía se burlaba del clamor populista de la oposición peronista, incluso publicó una fotografía en Instagram de él comiendo el postre.
El gran error
Dos semanas más tarde, Macri tuvo que llamar un camión de bomberos mientras los mercados argentinos se incendiaban, e inesperadamente solicitó al FMI un desembolso acelerado de fondos. El peso se desplomó 15% en las siguientes 48 horas. Para defenderlo, Argentina elevó las tasas de interés a 60%. El estrés máximo del mercado en Argentina plantea múltiples problemas.
El primero es financiero: ¿representa el inicio de un colapso de los mercados emergentes, de un tipo que no se había visto desde que se desarrolló la crisis desde Rusia y Asia hasta Sudamérica? El segundo es filosófico: si el gobierno tecnócrata de Macri, que encabeza el G20 y siguió la ortodoxia económica mientras gozaba del pleno apoyo internacional, no puede sobrellevar los volubles mercados, ¿quién puede? El tercero, que tal vez es una respuesta a las dos preguntas, es sobre la misma Argentina: ¿qué salió mal con su programa de reformas, y qué es lo que aún puede resultar bien?
Si la venta masiva de los mercados emergentes de la semana pasada —que incluyen partes de Asia, Turquía, Sudáfrica, Brasil y México— se convierte en una crisis, al menos es algo que se predijo largo tiempo atrás. En junio, el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), advirtió sobre las “vulnerabilidades financieras que se acumularon de forma gradual y persistente”.
El síntoma más obvio es que desde 2008 se duplicaron los préstamos en dólares a los mercados emergentes para llegar a 3.6 millones de mdd. Tan solo el gobierno de Argentina, con el estímulo de las tasas de interés globales ultrabajas, solicitó préstamos de alrededor de 80,000 mdd en dos años, ya que Macri intentó suavizar el costo social de sus reformas con un enfoque gradual. El año pasado, el gobierno vendió 2,750 mdd en bonos a más de 100 años con exceso de emisión. Sin embargo, en la actualidad, a medida que suben las tasas de interés en EU y el dólar se fortalece, las deudas de dinero fácil se han vuelto más difíciles de pagar, especialmente para los países con grandes déficits de cuenta corriente.
El Dato.2,750
mdd vendió en bonos el año pasado el gobierno de Macri
“Se sembraron las semillas y vendrá la cosecha”, dice Kit Juckes, jefe de estrategia de divisas de Société Générale. “Este es un síntoma de lo difícil que será normalizar la política después del mayor experimento monetario de la historia”. No obstante, el proteccionismo estadounidense perjudicó a los países asiáticos, cuyos superávits de cuenta corriente de otra manera podrían protegerlos del aumento de las tasas. Pero la amenaza de EU de imponer aranceles sobre 200,000 mdd en contra de China también los hizo entrar en la barrena.
El efecto combinado de las presiones comerciales y el estrés financiero convirtió lo que podría ser una colección de problemas idiosincrásicos en un sentido generalizado de pánico. El temor es que se produzca un contagio, ya que las pérdidas en un mercado llevan a los inversionistas a vender en otros, lo que genera un espiral sin salida que podría afectar a todos los mercados, incluyendo las acciones estadounidenses de alta valoración. La peor sequía en tres décadas, redujo el sector agrícola clave de Argentina a la mitad este año. Las tensiones en Medio Oriente también elevaron los precios del petróleo, lo que provoca que las importaciones argentinas de energéticos sean más caras.
Sin embargo, es peligroso generalizar desde lo particular. La tormenta perfecta de factores externos que afectan al país albiceleste también puede ser única. Pero en la medida en que sus problemas han contribuido a una inquietud más amplia entre los inversionistas demuestran que aquí hay algo más en juego que el destino de un país latinoamericano de tamaño mediano. “Crisis es una palabra fuerte… en la actualidad lo llamaría un ‘momento ME’”, dice Mohamed El-Erian, asesor económico de la aseguradora alemana Allianz. Pero, “si se navega mal… este momento podría evolucionar hacia una crisis que… si se extiende, se corre el riesgo de que represente una amenaza para las economías avanzadas”, agrega El-Erian.
El Dato.50,000
mdd pidió Macri al FMI para detener el creciente pánico de los inversionistas
Del lado de Macri
Los desafíos del presidente argentino se pueden resumir en tres P: percepciones, psicología y política. Cada uno fluye hacia el otro. En primer lugar, las percepciones. El exempresario cometió varios errores de comunicación, el más reciente fue cuando transmitió en YouTube que buscaba el adelanto del FMI, en lugar de ajustarlo primero con el prestamista internacional, lo que alimentó el pánico en el mercado.
Los analistas dicen que el gobierno ahora necesita tranquilizar a los inversionistas en el país y en el exterior con un mensaje claro: Argentina no tendrá problemas para cubrir sus necesidades de financiamiento hasta finales de 2019, muy independiente de si los mercados vuelven a abrir o no.
“En la actualidad se mide a Argentina con una vara demasiado alta, tomando el peor escenario para todo”, dice Miguel Kiguel, un exsecretario de finanzas. Y agrega: “Tienes la posibilidad de obtener ayuda del FMI, tienes 50,000 mdd en reservas. Es difícil pensar que Argentina no pueda lograrlo”.
Si Mauricio Macri puede enviar el mensaje correcto, la psicología del mercado puede seguir. Sin embargo, el problema aquí es que se trata menos de convencer a los inversores internacionales rapaces que a los asustadizos ahorradores nacionales.
Con las cicatrices de ocho incumplimientos de pago de deuda, dos episodios de hiperinflación, 20 programas respaldados por el FMI en 60 años y múltiples crisis monetarias, ya no tienen fe en el peso, que ya perdió más de la mitad de su valor este año. “Los enemigos mortales del banco central no son especuladores de fondos de cobertura”, dice Walter Stoeppelwerth, jefe de investigación del banco de inversión Balanz; y arregla “El apetito insaciable por los billetes verdes viene de los ahorradores en pequeño, a los que no les importaría mucho si aumentan las tasas”.
Resolver eso requiere de un cambio en el estado de ánimo local, que a su vez depende del mayor imponderable de todos: la venenosa política local de Argentina”. Macri necesita que el Congreso apruebe un nuevo presupuesto, ya que, como parte del acuerdo con el FMI, busca eliminar el déficit fiscal en 2019. En Argentina, ya en recesión y con cerca de un tercio de la población en la pobreza, es aún más complicado. Sin embargo, los opositores, que ven hacia las elecciones presidenciales en 2019, están rondando el terreno.
La situación de Argentina es “el resultado inexorable del programa económico de Mauricio Macri”, escribió Axel Kiciloff, un exsecretario de finanzas en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. “La solución es abandonar este desastroso programa neoliberal del gobierno”. Mauricio Macri no solo debe organizar un programa del FMI, también debe negociar con los políticos locales para que avance, y después también tiene que conseguir la reelección. Carlos Pagni, un columnista de un periódico argentino, lo llama la “dinámica de la doble negociación”.
“A los inversionistas les preocupa que la falta de éxito económico resulte en la derrota de Macri, lo que equivale al regreso de un gobierno populista”, dice Jorge Mariscal de UBS Wealth Management. “Es muy preocupante”. Es por eso que el FMI apoyó a Argentina con su mayor préstamo en la historia, que ahora está renegociando. También es la razón por la cual Trump elogió el liderazgo de Macri la semana pasada, a pesar de que ese apoyo llegó en su estilo inimitable. “Hay algo que realmente suena muy bien en el hecho de que nuestro dólar sea tan fuerte y tan poderoso”, aunque es una de las causas del dolor financiero de Argentina.
Los mercados emergentes no se pueden disolverse en una crisis generalizada. Pero de cualquier manera, Argentina representa para muchos una última línea de defensa en la escasa credibilidad que el modelo económico occidental todavía disfruta, en comparación con los sistemas más populistas o autoritarios. Con los líderes del G20 que se van a reunir en Buenos Aires en noviembre, no hay mucho tiempo.
Información adicional de Jonathan Wheatley y Robin Wigglesworth.