Si se mantiene, la decisión de Donald Trump del 2 de abril de implementar aranceles “recíprocos” de gran alcance sobre los socios comerciales de Estados Unidos pasará a la historia como uno de los mayores actos de autolesión en la historia económica estadunidense. Van a causar daños incalculables a hogares, empresas y mercados financieros de todo el mundo, poniendo de cabeza un orden económico global del que EU se benefició y ayudó a crear.
El presidente habló con absoluto descaro desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca el miércoles, presentando una agenda proteccionista que supera por mucho los peores escenarios de la mayoría de los analistas. Dentro de una semana, EU se verá rodeado por un muro arancelario mínimo de 10 por ciento sobre todas las importaciones, reforzado por elevados aranceles individualizados para países con los que Estados Unidos tiene importantes déficits comerciales. Estos se suman a los gravámenes que ya anunció , incluidos los que se aplican a China, México, Canadá y la industria automotriz. El efecto combinado elevará la tasa arancelaria efectiva de Estados Unidos a su nivel más alto en más de un siglo.
La justificación de Trump se basa en una creencia ingenua que trata los desequilibrios comerciales como si fueran la cuenta de resultados (de pérdidas y ganancias) de una empresa, y no la culminación de cadenas de suministro especializadas. También considera el trabajo en las fábricas como la fuente del desarrollo, ignorando cómo décadas de libre comercio permitieron que EU ascendiera en la cadena de valor industrial y se convirtiera en un líder mundial en servicios e innovación.
Sus gravámenes “recíprocos” son un cálculo aproximado. Toman el déficit comercial en bienes que tiene EU con sus socios comerciales como porcentaje de las importaciones de ese país y luego lo dividen por dos. Este no es un intento calibrado de igualar las barreras arancelarias y no arancelarias que enfrentan los exportadores estadunidenses, percibidas o no. Sin embargo, constituye un rechazo imprudente de todos los acuerdos comerciales que EU firmó, así como un plan defectuoso para atraer inversión extranjera al sector de fabricación.
Para la economía estadunidense, los efectos más inmediatos de las medidas de Trump serán un aumento de la inflación y una desaceleración de la actividad económica. Capital Economics estima que la ofensiva arancelaria de Trump impulsará la inflación anual de EU por encima de 4 por ciento para finales de año, agravando aún más el sufrimiento de los hogares que padecieron un aumento de 20 por ciento en los precios desde la pandemia. Las tasas de interés pueden mantenerse altas durante más tiempo.
Las empresas deberían estar conmocionadas. Se enfrentan a la costosa y compleja tarea de encontrar proveedores nacionales. La perspectiva de aranceles sectoriales y medidas de represalia, junto con el enfoque descuidado de la istración en la formulación de políticas, obstaculizará los planes de inversión y cualquier posibilidad de impulsar un renacimiento de la industria de fabricación. Los mercados financieros también son volátiles. El S&P 500 y el dólar se desplomaron ayer. La confianza en el excepcionalismo económico sigue desapareciendo.
En cuanto a los que más dependen de la venta de productos a EU, las desventajas de los aranceles serán sustanciales. Décadas de progreso en la reducción de la pobreza, en particular en el sudeste asiático, están en riesgo. El lento crecimiento de las principales economías, como la Unión Europea, Japón y China, se verá agravado.
La tentación de tomar represalias será fuerte. Pero este momento exige tener la cabeza fría. Trump prometió combatir el fuego con fuego. Los responsables de las políticas deben sopesar sus próximos pasos. En cambio, los socios comerciales de EU, ahora excluidos, deben centrar la atención en impulsar iniciativas de libre comercio entre ellos. Después de todo, EU representa solo 13 por ciento de las importaciones mundiales de bienes y el imperativo económico de la ventaja comparativa sigue siendo comprendido.
Este no fue un “día de la liberación”. Si Trump se sale con la suya, la economía quedará aislada del mismo sistema que impulsó su ascenso durante un siglo. El mundo entero sufrirá, pero no tiene por qué seguir el camino de EU.
