Es repugnante leer el alarde del hombre más rico del mundo de que “pasamos el fin de semana alimentando la trituradora de madera con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid)”. Es bastante claro que esto plantea cuestiones constitucionales y legales para EU. De hecho, es evidente que quienes están al mando estarán muy contentos de deshacerse de esas molestas restricciones por completo, pero también hay cuestiones morales. ¿Debe alimentarse una “trituradora” con el esfuerzo estadunidense por socorrer a los más pobres del mundo? La respuesta es “no”.
Como señala Paul Krugman en un artículo reciente en su Substack, EU hizo un gran esfuerzo tras la Segunda Guerra Mundial para ser un tipo nuevo y diferente de gran potencia: buscó crear aliados, no tributarios; desarrollo económico, no depredación; instituciones globales, no dominio imperial, y derecho internacional, no la vieja idea de que “la fuerza hace el derecho”. Y aunque hubo recaídas, Estados Unidos ha sido una potencia hegemónica sorprendentemente benigna y exitosa.
El explosivo crecimiento del comercio mundial, el ascenso de China e India, alguna vez naciones empobrecidas, la caída pacífica de la Unión Soviética y, no menos importante, la disminución de la proporción de seres humanos que viven en la pobreza extrema —de 59 por ciento en 1950 a 8.5 en 2024, a pesar de que se triplicó la población mundial— son prueba de su éxito. EU debería estar orgulloso de sus logros como líder mundial y no tratar de imitar la intimidación de Rusia bajo el gobierno de Vladímir Putin.
La Usaid, por tanto, es parte de algo mucho más grande. Estados Unidos también desempeñó un papel decisivo en la creación del Banco Mundial, el FMI, la ONU, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, la Asociación Internacional de Fomento y la OTAN, que, tanto entonces como ahora, son una alianza defensiva.
La idea subyacente era que el mundo sería un lugar mejor si reconocíamos nuestro interés compartido en la cooperación pacífica. ¿Por qué alguien querría sacrificar este ideal por un retorno a la competencia del siglo XIX entre las grandes potencias imperialistas que culminó en dos guerras mundiales, el estalinismo y el fascismo? ¿Los patógenos o el clima reconocen fronteras internacionales? ¿Es siquiera concebible una guerra entre potencias nucleares? ¿Un país puede ser una isla? ¿La humanidad puede, después de destrozar este planeta, encontrar salvación en Marte?
El ataque a la Usaid es una muestra de la locura que ahora abruma a EU, pero es revelador. Su presupuesto fue de 0.7 por ciento del gasto federal y 0.15 por ciento del PIB en el año fiscal 2023. Su destrucción es sobre todo simbólica. Según Elon Musk, la Usaid es un “nido de víboras de marxistas de izquierda radical que odian a Estados Unidos”. La agencia gasta en cosas como la ayuda contra el sida y la planificación familiar en los países más pobres del mundo. Entonces, ¿qué marxista de izquierda radical lanzó el Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida? George W. Bush, ese es. Incluso si este ataque resulta ser solo una interrupción, causará mucho daño.
Esto llega en un mal momento para el desarrollo económico. Como señala el último informe de perspectivas del Banco Mundial, no solo se desacelera el crecimiento económico mundial, sino que el desempeño de los países en desarrollo de bajos ingresos se volvió preocupante.
“La recuperación de los niveles de ingreso de las economías avanzadas se ha debilitado de manera constante en el primer cuarto del siglo XXI”, según el informe. Esto es el resultado de crisis sucesivas, desaceleración de las reformas y un entorno externo más adverso, caracterizado por “una mayor incertidumbre política y cambios en la política comercial”.
“El rápido crecimiento respaldado por reformas internas y un entorno mundial benigno permitió que muchos países de bajos ingresos alcanzaran la categoría de medianos ingresos en la primera década de este siglo. Desde entonces, la tasa se desaceleró”. El crecimiento de los ingresos reales per cápita en estos países se volvió anémico. Esto se debe en parte a los conflictos internos y acontecimientos externos adversos, incluida la crisis financiera mundial, la pandemia, saltos inesperados en los precios de las materias primas básicas y tasas de interés más altas.
Como resultado, se argumenta en el informe, en una amplia gama de parámetros de desarrollo, los países de bajos ingresos de hoy están por detrás de los que después se convirtieron en medianos en el 2000. También son ahora más susceptibles a las crisis relacionadas con el cambio climático.
Al considerar la difícil situación de los países más pobres es necesario comprender las limitaciones que enfrentan. Carecen de los recursos para proporcionar atención de salud o la educación necesaria. Así, de acuerdo con el Banco Mundial, el gasto en salud per cápita en los países de altos ingresos es más de 50 veces mayor que en los de bajos ingresos, en términos reales, y el gasto en educación es más de 150 veces mayor.
Además, el costo de los intereses de la deuda aumentó a más de 10 por ciento de los ingresos gubernamentales en los países de bajos ingresos, en parte debido a la necesidad de endeudarse en las crisis y en parte debido a las altas tasas de interés.
Un mundo con países más prósperos, saludables y estables es un mejor lugar para vivir. Los principales instrumentos para alcanzar estos fines son las instituciones multilaterales. Si EU va a dar la espalda a su sabiduría pasada, nos corresponde a los demás crear una vía multilateral para avanzar, mientras esperamos que Estados Unidos encuentre por fin un camino de regreso a la luz.
Minouche Shafik defiende la necesidad de un replanteamiento. Es cierto que hay muchos retos globales, pero hay una oportunidad gloriosa: eliminar el flagelo de la pobreza extrema está cerca, pero estamos fracasando. Debemos esforzarnos más. Este objetivo que se busca desde hace tanto tiempo está muy cerca como para abandonarlo.
