Esta semana el país entero cimbró con los números que arrojó la ENSU (Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana), una herramienta de información promovida por el INEGI.
Los sinsabores de inmediato se hicieron presentes, para bien (los menos) y para mal.
Tristemente el caso de Torreón fue de los "notables", nuestra ciudad era una zona donde todos nos jactábamos de que manteníamos indicadores óptimos de seguridad, que la coordinación y las buenas voluntades políticas eran la clave para mantener esa paz social de la que fuimos despojados por grupos del crimen organizado en la disputa que mantuvieron entre el 2008 y 2012, desafortunadamente los números encuestados de diciembre de 2024 a marzo del 25 no fueron del todo alentadores y no en materia cuantitativa (eso podría explicarse con simples matemáticas) sino que se trata de opiniones, sensaciones, simplemente la percepción de inseguridad en Torreón cayó en un 29.7 por ciento, "gancho al hígado" para los torreonenses.
La noticia cayó como "balde de agua fría" a todos por igual, a las autoridades y a los ciudadanos, porque definitivamente algo no está funcionando de forma normal, como lo habíamos experimentado durante los últimos años pues, algún engranaje no está sincronizado y eso "salta" de inmediato.
Lo verdaderamente preocupante es que -dicen en mi rancho- "a río revuelto, ganancia de pescadores", esa es la materia prima de los grupos delincuenciales, ahí, en ese ecosistema es donde les gusta "nadar" a las células delictivas, esos son sus dominios:
El desconcierto, las disputas internas, las malas actuaciones, las malas prácticas, los escándalos de funcionarios son el caldo de cultivo idóneo para que el crimen crezca, se desarrolle, prolifere.
Se dio cuenta cómo al día siguiente todos, absolutamente todos "brincaron"; cámaras empresariales como Canacintra, Coparmex, Canaco, Canirac, el sector agropecuario, pequeños productores, la Mesa de Seguridad y Justicia Torreón, la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia Laguna -Durango (y me atrevo a señalar que los ciudadanos también), porque simple y sencillamente no, categóricamente no.
No al "baile de las desconfianzas" entre los órdenes de gobierno, definitivamente no a las balaceras, a las escenas "dantescas" en puentes, colonias, lugares públicos, no a las presiones de los delincuentes, no al pasado atroz que experimentamos.
Ayer platiqué con César Perales, el Director de la Policía de Torreón y no quiso hablar de Nuevo Mieleras, está bien, dijo que no iba a renunciar y que se comprometía a mejorar los números que nos pusieron a temblar.
Al tiempo.