Arancelados

Dicen mis amigas holísticas que como es afuera es adentro y que tarde o temprano lo que se da acaba por recibirse. Esas parecen ser las lógicas imperantes en estos tiempos de pugnas arancelarias por doquier, gracias a las ocurrencias del hombre anaranjado que insiste en hacer arder el mundo. Los que saben del asunto señalan que en el caos es donde se mueve como pez en el agua el tal fulano y qué mejor que poner al concierto global patas arriba para sentirse en su elemento.

El riesgo es que tanto hacerle al guajolote húmedo termina fastidiando y ya comenzaron a salir los países afectados por los caprichos impositivos señalando que no están dispuestos a tolerar más al célebre e impresentable copetón rubio. De entre ellos quizá el tinglado chino sea el de mayor connotación y que, casualmente, supone la competencia más notoria, sino es que la única, capaz de poner a temblar las cañitas del Tío Sam.

Tener el hábito de escupir al cielo trae consigo la peligrosa consecuencia por todos conocida y ante el gigante asiático no dudo que haya habido alguien en el gabinete gringo con un par de dedos de frente que haya sugerido medir el agua a los camotes. El problema es que el inquilino de la Casa Blanca escuche y haga caso, y que entienda los riesgos de pretender manejar un gobierno, por muy de avanzada que sea, como empresa multinacional.

La consabida respuesta china de subir los impuestos al mercado norteamericano es el acto que refrenda el imaginario popular sobre mezquindad kármica. Y ya van apareciendo ejemplos que dejan ver la necesidad de habitar un mundo menos disparejo, mientras se asume que detrás de la obcecación del republicano hay signos que se explican únicamente en el afán de seguir controlando el planeta a placer.

El punto, insisto, es que enfrente está la única nación con hechuras para levantar la voz. Por densidad poblacional, poderío comercial, impacto global y otras tantas linduras. El problema es que sin importar quién salga avante (uno, otro o hasta los dos), el planeta seguirá dependiendo de los disparates megalomaníacos de quienes se atrevan a asumirse como las figuras morales que han de conducir el desconcierto internacional. Y como quiera que se vea si hay algo que falta a los sospechosos comunes es justamente autoridad moral.

Mientras se dirimen las enormes diferencias habrá que continuar pasándola de lo lindo con los videos en redes sociales de chinos que desvelan la voracidad de las marcas de super lujo, sacando a la luz los costos reales de elaborar sus productos y el desmedido valor que adquieren cuando se les coloca el logotipo correspondiente. Nada más para darse una idea de que donde está el saber hacer y la mano de obra se ubica el verdadero poderío comercial.


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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