Estamos en medio de una nueva especie de economía casino, donde un país pone aranceles y el otro revira, como ha sido el caso de Estados Unidos y China, donde además este último pone limitaciones comerciales a algunos productos, incluso limitando las exportaciones de tierras raras a Estados Unidos.
En respuesta a la imposición de aranceles de 34% a Estados Unidos por parte de China, EU subió estas tarifas hasta 104% a los productos de aquel país asiático, y ahora China sube sus aranceles a 84 por ciento a partir del 10 de abril e incluye a seis empresas en su lista de “entidades no confiables”, en la que destacan proveedores de equipos militares.
El duelo es en el mercado, espacio económico que tiene una gran sensibilidad a posibles variaciones y ajustes, pues antes de que se cobren los aranceles, solo ante las posibles perspectivas, que solo alimentan la especulación, ya ha provocado una estampida que evaporó billones de dólares,
Algunos minimizan la situación ante la volatilidad del mercado, incluso existe el denominado índice del miedo, que mide la volatilidad implícita de las opciones sobre el índice de Standard & Poors 500, otros afirman que son correcciones del mercado que representan un proceso de regulación que reduce los excesos especulativos y devuelve las valoraciones a niveles sostenibles y que estos ajustes son cíclicos.
Tal vez lo cierto sea que los aranceles son como un amargo purgante económico, pero no debe ser istrado a capricho y con ligereza sino con un plan especifico y en los activos tóxicos, pues esto se realiza en lugar de elevar más las tasas de interés, que solo enriquecen al sector bancario y financiero y aumentan la deuda, pero empobrecen a los clasemedieros; a los billonarios los protege el gobierno.
El caso del iPhone es paradigmático, pues es una de las empresas más expuesta ya que 90% de sus aparatos se fabrican y ensamblan en China
Intentar trasladar parte de su producción a los Estados Unidos sería costosísimo, sólo cambiar 10% de la cadena de suministro de Asia a Estados Unidos tomaría 3 años y costaría unos 30 mil millones de dólares, además fabricar iPhones en Estados Unidos es inviable, pues así cada uno costaría unos 70,000 pesos. Huawei lo sacaría del mercado
Trump persiste en organizar una cooperacha global para “hacer a Estados Unidos grande otra vez”, es decir, mantenerle en el centro económico mundial, claro, a costillas del resto del mundo y de las clases medias de todo el orbe.