A diferencia de lo que ocurre en otros países en los que el Día de la Madre convenientemente se recorre en el calendario para que se celebre siempre en domingo, en México, la fecha se mantiene tercamente el 10 de mayo. Esto es una pequeña muestra de cómo el asunto en nuestro país no es de raigambre exclusivamente comercial. La figura de la madre tiene un peso especial en la cultura que no dista mucho de lo que ocurre en general con los roles femeninos: idolatría a la versión etérea, despojo a quien encarna este papel en la realidad.
En el refrán aquel de “madre solo hay una” se esconde una dolorosa sanción en el sentido de que, para ser reconocida, solo una forma de maternar es viable; ésa que se conoce como abnegación, que en su raíz latina refiere a la negación, el sacrificio y la renuncia. El amor de madre se convierte así en la antítesis del amor propio: Una madre no es vista por los demás, ni siquiera por sí misma. Es la maga silenciosa que asegura que todo ocurra adecuadamente en casa sin pedir nada a cambio. Cuando un hijo pregunta a su madre qué va a querer como obsequio por su día, solo una respuesta es verdaderamente aceptable: “Nada, la familia reunida es lo único que necesito”. Nada… más lejos de la realidad.
Hay un segundo pilar que sostiene esta cruel y cursi escenografía; la cuasi simbiosis entre el ser mujer y el ser madre. Si bien la primera no obliga a la segunda en el sentido literal del término, sí tiene un impacto fundamental cuando de la asignación de las labores de cuidado se trata, ya que esas tareas en nuestro país son realizadas en un 77 por ciento por las mujeres. Así, aunque no procreemos, es altamente probable que nos encontremos al cuidado de infancias, personas con discapacidad o adultas mayores. También es muy factible que, con hijos o sin ellos, encontremos que las tareas domésticas como limpiar la casa, lavar los trastes o la ropa son fundamentalmente asunto nuestro. Todo esto sin que medie ninguna retribución económica, ya que iría en contra de la pretendida abnegación. Solo hay un tipo de maternidad que se reconoce, solo un día se le dedica, no obstante, madres hay muchas.