Hace algunos años, durante un viaje laboral con actividades en la Policía Nacional de Colombia, mis ojos vieron lo que difícilmente hubiera imaginado: un policía uniformado bebiendo vino en un restaurante.
A diferencia nuestra, que para ir a cualquier restaurante muchos optábamos por la “chamarra azul civil” para que no se nos juzgara por tener la osadía de invadir el espacio público con nuestras necesidades alimenticias, aquel policía colombiano en su reluciente uniforme, era bien visto comiendo y bebiendo con la misma actitud y derecho que cualquier ciudadano. Se sentía reconocido y estaba cómodo.
En el año 2016, con más de 130 años de creación (sin destrucción), la Policía Nacional de Colombia emitió el “Manual de Bienestar y Calidad de Vida para el personal de la Policía Nacional”, al que califica como “uno de los elementos fundamentales del desarrollo del Modelo de Gestión del Talento Humano y Cultura Institucional”, con el objetivo de desplegar actividades para fortalecer la calidad de vida de su personal.
El Manual aplica tanto al personal uniformado y no uniformado, lejos de la engorrosa e ignorante distinción de “personal istrativo y operativo”.
Define lo que para algunos es un concepto novedoso: el salario emocional como el conjunto de retribuciones no monetarias que recibe un funcionario.
El salario no es el único factor que motiva el talento humano, también lo es el crecimiento laboral, el salario emocional y propiciar las condiciones para lograr un equilibrio con la vida familiar.
La consecuencia es que aumenta el compromiso emocional del personal, mejora el sentido de identidad, la efectividad en el servicio, así como la prestación de un servicio cercano y empático con la ciudadanía.
El Manual de la Policía Nacional de Colombia establece directrices para conceder descansos en día de cumpleaños, ascenso o la obtención de un título académico, además de emergencias familiares.
En cuanto a incentivos, considera condecoraciones y distintivos, felicitaciones públicas, personajes del mes y del año; la lista sigue: becas, préstamos y otras más que en México solo alcanzamos a soñar
Hace unos días en Guanajuato se reconoció a 287 policías municipales por actos sobresalientes en el servicio. Para la mayoría, representó la primera ocasión en la que recibieron una distinción, más aún, ante los ojos de sus familias. Eso es salario emocional. Sería difícil describir las caras de júbilo y orgullo que se vivieron. Ojalá dejemos de regatear el saludo al policía, su certeza laboral y el reconocimiento. Porque la mayoría del personal uniformado y no uniformado de las instituciones policiales es leal a su misión de proteger y servir.
