Parece que a lo único que se le apuesta seguido y seguro en el streaming es a ese género que llamamos true crime o crímenes verdaderos. Es muy extraña nuestra fascinación por historias, ficcionadas, pero basadas en hechos reales, donde las cosas que les pasan a los personajes son horribles.
Tal vez es una terapia colectiva o de morbo compartido. Y nadie lo ha hecho tan bien como Netflix con Baby Reindeer. Le cuento: un mal comediante comete el error de regalarle un té gratis a una mujer a quien le tiene lástima y termina ganándose a la madre de todas las acosadoras. Mensajes de texto y Twitter, casi idénticos a la vida real.
La gente tardó menos de media hora en averiguar quién es el verdadero nombre y quien era la mujer, que en la serie se llama Martha. En la vida real se llama Fiona Harvey, sí es una abogada británica, y ya le dio una muy larga entrevista a Pierce Morgan. Ah, y ya demandó por 120 millones de dólares, por difamación.
No se sabe si vaya o no a proceder la demanda, pero esta más que claro que hay muchos ojos puestos ahí. El crimen verdadero es uno de los más grandes negocios del entretenimiento y es un ejercicio que deja victimas en el camino. Es muy interesante porque en diversos países y empresas ya hay leyes que producen en otros e incluso de terceros involucradas. Si esto prospera, y no sería la primera demanda que lo haga, se pondría muy interesante y delicado.