A través del programa Vive Saludable, Vive Feliz una vez más el gobierno federal busca mejorar la alimentación en las escuelas a través de nuevas regulaciones en los productos permitidos en cooperativas y cafeterías escolares.
Para la especialista en nutrición, Anahí Zúñiga llevar una buena alimentación influye en que los alumnos van a tener un buen desarrollo y también en lo que se refiere a la absorción de información de aprendizaje.
Destacó además el papel de los padres de familia, quienes deben empezar a llevar una buena alimentación, practicar actividad física, que sean personas activas y que no sean sedentarias.
El objetivo del programa gubernamental es reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y fomentar hábitos saludables en los estudiantes, alineándose con estrategias nacionales e internacionales contra la obesidad infantil. Sin embargo, la implementación de este programa puede enfrentar resistencias desde distintos sectores.
Aunque muchos padres de familia coinciden en la necesidad de mejorar la alimentación de sus hijos, algunos ven las restricciones como una intromisión en la libertad de decisión familiar. Existe la preocupación de que los alumnos rechacen los nuevos alimentos y terminen sin comer durante la jornada escolar.
Además, en comunidades de bajos recursos, ciertos productos ultraprocesados representan opciones económicas y accesibles frente a alternativas más saludables pero costosas.
Los estudiantes, acostumbrados a consumir frituras, refrescos y golosinas, pueden resistirse al cambio. La transición a una oferta basada en frutas, verduras y productos bajos en sodio y azúcares añadidos puede generar rechazo, especialmente si las opciones saludables no resultan atractivas en sabor o presentación.
Para los maestros, el programa representa un reto adicional en su labor diaria. Aunque reconocen los beneficios de una mejor alimentación en el rendimiento académico y la salud de los alumnos, algunos lo perciben como una carga extra en su responsabilidad pedagógica.
Uno de los sectores con mayor resistencia en muchas escuelas, serán las cooperativas ya que funcionan como un negocio gestionado entre padres de familia y directivos, generando ingresos que se deberían destinar a mejoras escolares y no a beneficios personales.
La reducción o prohibición de los productos más vendidos afecta directamente sus ganancias.
El éxito del programa dependerá de estrategias de adaptación, incentivos para las cooperativas, educación nutricional efectiva y una oferta atractiva de productos saludables que logren cambiar hábitos de manera sostenible.