En la historia de nuestro país hay al menos dos épocas en las que proliferaron grupos de personas —mayoritariamente encabezados por mujeres— que se dedicaron a buscar a sus familiares desaparecidos.
Una se remonta a la década de 1970, en el contexto de la Guerra Sucia, cuando Rosario Ibarra de la Garza se posicionó como una de las principales portavoces de la organización colectiva en busca de justicia. La segunda puede rastrearse a principios del presente siglo, cuando la violencia feminicida cimbró a Ciudad Juárez y la llamada guerra contra el narco del expresidente Felipe Calderón propició cruentas disputas territoriales.
Sandra Estrada, maestra en Psicología Social Comunitaria por la Universidad de Buenos Aires, destaca en una de sus investigaciones que la mayoría de quienes se dedican a buscar personas en México son mujeres, lo cual se ve reflejado en los nombres de múltiples colectivos: Las Rastreadoras del Fuerte (Sinaloa), Guerreras Buscadoras (Sonora), Madres Unidas por Nuestros Hijos (Tamaulipas) y Guerreras en Búsqueda de Nuestros Tesoros (Nayarit).
Entre las integrantes de dichos grupos destaca el papel de las madres buscadoras, pues además de enfrentare a múltiples violencias y obstáculos en su lucha, ejercen un modelo de maternidad que transgrede las convenciones. ¿Cómo ocurre esto? En MILENIO te compartimos más detalles.
Búsqueda de personas: un desafío a las convenciones
Mirna Medina, fundadora de Las Rastreadoras del Fuerte, acudió a pedir ayuda ante el Ministerio Público el 15 de julio de 2014, un día después de la desaparición de su hijo Roberto. "Le insistí a las autoridades para que lo buscaran y ellos me dejaron muy claro que no iban a hacerlo, obligándome a convertirme en lo que hoy soy: una buscadora", puede leerse en su testimonio incluido en el libro Nadie detiene al amor, publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Su caso refleja el de muchas madres que, ante la inacción de distintas autoridades, han salido a buscar a sus hijos e hijas. "Se niegan a conformarse con el silencio y la ausencia como única respuesta", señala Sandra Estrada en su artículo Buscadoras en México: repolitizar la maternidad buscando desaparecidos/as.
Para la maestra en Psicología Social, las madres buscadoras desobedecen las convenciones que sujetan la maternidad al ámbito doméstico y desafían el rol de mujer resignada.
"Con sus acciones de búsqueda están también construyendo memoria, memoria de lo público que a su vez las sigue subjetivando como mujeres que, al insistir, exigir, demandar, gritar por sus hijos están también maternando", señala Estrada en su investigación.
En este mismo sentido, tanto las madres como todas las personas que, bajo sus propios medios, se dedican a localizar personas desaparecidas "han articulado a partir de la búsqueda una forma de defenderse de las fuerzas letales de los grupos del crimen organizado y de las autoridades", considera Valeria Gutiérrez Vega, experta en Estudios Culturales, en su tesis de maestría.
La labor de cuidado invisibilizada de las madres buscadoras
En el proceso de reunirse con familias que viven el mismo dolor y exigen la aparición de sus seres queridos, las madres buscadoras han tenido que volverse especialistas en técnicas forenses, procedimientos jurídicos y derechos humanos.
Camila Ruiz Segovia, defensora de derechos humanos e investigadora especializada en desapariciones forzadas, compartió con MILENIO que la existencia de colectivos de búsqueda en México y América Latina es una clara muestra de la impunidad y la falta de respuesta de las autoridades.

"Hay una obligación de búsqueda y de investigación ante el reporte de la desaparición de una persona. Cuando esto no ocurre, o se retrasa, o cuando las mismas autoridades están implicadas en la desaparición, lo que hemos visto como fenómeno es que son las y los familiares de las víctimas quienes se ven forzados a liderar esta búsqueda", mencionó Ruiz en entrevista con este medio.
Al investigar este tema con una perspectiva feminista, Ruiz Segovia consideró que uno de los posibles motivos por los cuales hay una mayor cantidad de mujeres al frente de las labores de búsqueda es que estas actividades son percibidas "como una extensión del trabajo de cuidados".
En este sentido, cuidar de sus hijos o familiares desaparecidos implica llevar a cabo diligencias de búsqueda en campo, en prisiones, en centros de detención, así como especializarse en materia forense, en derechos humanos y derecho penal.
En un texto que Ruiz Segovia coescribió años atrás con la investigadora Melissa Jasso se establece que estas labores pueden ser consideradas trabajos de cuidado porque tienen como objetivo procurar un entierro y un final digno a sus seres queridos.
"En el caso de personas desaparecidas, quien recibe el cuidado es un familiar ausente, cuya vida, verdad, y justicia, dependen de que haya otras personas para exigirla", señalan Ruiz y Jasso en el artículo para la organización independiente openDemocracy.
Al mismo tiempo, estos cuidados constituyen un trabajo no remunerado que suple "una responsabilidad estatal y por el que muchas autoridades reciben un sueldo fijo", agregaron.
"Muchas mujeres también reportan abandonar la búsqueda por falta de recursos para cubrir los costos asociados a ésta, como por ejemplo, el del transporte para trasladarse a las fiscalías y reportar sus casos, las cuales muchas veces se encuentran lejanas a sus comunidades de origen", puede leerse en el artículo de openDemocracy.
Violencia contra las mujeres buscadoras en México
La organización no gubernamental Amnistía Internacional denunció que entre 2019 y 2024 se registraron 16 asesinatos de personas buscadoras. Del total de casos, 13 víctimas eran mujeres. Además, se acreditó al menos un caso de una buscadora que fue desaparecida de manera forzosa.
En el informe Buscar sin miedo, publicado en 2024, Amnistía Internacional lanzó un llamado a las instituciones para adoptar medidas de protección para las mujeres buscadoras, pues además del dolor que provoca la ausencia de sus seres queridos, se enfrentan a múltiples violencias, que van desde la criminalización y estigmatización hasta las agresiones físicas e incluso la muerte.
"A las madres de las personas desaparecidas forzadamente se les suele culpar de no cuidar suficientemente a sus hijos e hijas acusándolas de 'malas madres' o 'malas mujeres'. Las propias familias rechazan a mujeres buscadoras al considerar que están desatendiendo los cuidados de otros de la familia por dedicarse a la búsqueda", expuso la organización en el documento.
Las agresiones, letales o no, representan una estrategia con la que el crimen organizado —e incluso algunas autoridades— busca disuadir a las madres buscadoras de continuar con su labor, apuntó Ruiz Segovia en entrevista.
"Cuando tienes mucha impunidad generas un ambiente permisivo para las desapariciones, pero también para las represalias en contra de personas que buscan desaparecidos", señaló la especialista.
En la conversación con esta casa editorial, Camila Ruiz sostuvo que el problema de la impunidad en México podría ser incluso 10 veces más grave si no existieran los colectivos de búsqueda.
"No sólo hacen una labor de búsqueda que es reconocible en sí misma, hay también un efecto práctico, porque cuando hay un caso de desaparición, si intervienen los colectivos es mucho más probable que la Fiscalía realice las diligencias a las que está obligada, es mucho más probable que avancen las investigaciones penales por la presión que ejercen los colectivos".
BM.