DOMINGA.– Contrataron con urgencia a un gestor de redes sociales porque no pasaban del posteo cada 15 días. Otros corrieron a tomar clases de comunicación, dicción y oratoria porque, de plano, les aterraba estar ante la cámara. Qué pánico daba a otros dejar los juzgados, abandonar su escritorio cómodo y salir a la calle a presentarse. Soy fulano de tal y quiero ser tu juez, tu magistrado, tu ministro.
Son la primera generación de candidatas y candidatos que aspiran a un cargo en el Poder Judicial y eso ha implicado, a veces, ir casa por casa en busca del voto, repartir volantes, meterse a colonias peligrosas. Intuir el algoritmo de las redes sociales. Y sufrir el rechazo de gente que piensa que ellos también son una bola de corruptos.
Para lograr su propósito, este primer grupo piloto ha tenido que entrarle a TikTok y al marketing. Desde el 30 de marzo pasado, cientos de candidatas y candidatos subieron videos, historias y ‘reels’ para que los vecinos se enteren de que existen. De que quieren su voto en las elecciones judiciales del próximo primero de junio.
Así salen a las calles a pedir el voto
@daniela.suarez.derechos Gracias a todos y todas por abrirme las puertas de sus hogares y regalarme un momento para compartirles mis propuestas para garantizar una justicia cercana a la gente. ¡Seguiremos caminando para conocer sus verdaderas necesidades en materia de justicia! ????????⚖️Soy Daniela Suárez y quiero ser tu Jueza de Distrito. ????Este 1 de junio marca 12 en tu boleta amarilla. #DanielaSuárezJueza #Vota12
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La reforma al Poder Judicial le dio un giro radical a su plan de vida. Antes de septiembre de 2024, era el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) la institución todopoderosa encargada de nombrar y promover a los jueces y magistrados. Los aspirantes a esos cargos, a veces, esperaban años para alcanzar su objetivo. Ya no. Ahora, las reglas del Instituto Nacional Electoral (INE) dictan que si quieren ocupar un cargo dentro del Poder Judicial tienen que hacer campaña, en redes sociales y prácticamente de voz en voz, a la vieja usanza, para tener el voto de la gente.
Uno de estos aspirantes es José Ignacio Salinas Díaz, de 39 años. Oriundo de la alcaldía Tláhuac, es secretario de juzgado y se postuló al cargo de juez federal en materia penal en la Ciudad de México. Tiene 18 años en el Poder Judicial: dos décadas de sentarse detrás de un escritorio y de leer expedientes y rara vez hablar con civiles. Llegó cuando todavía era estudiante de Derecho. En aquellos años quería, como lo había visto en sus profesores, ser juez o magistrado.
“Ese sentimiento aspiracional te hace querer esforzarte”, dice. Si antes un examen habría definido su futuro, ahora se aventura hasta los fines de semana –porque no puede olvidarse de su trabajo– a las calles y avenidas de Coyoacán y Tlalpan a buscar el voto directo con la gente. A tratar de convencer de que él es la mejor opción.
Ignacio Salinas promociona con una canción
@juezignaciosalinas Un juez necesita ética, trayectoria… y si se puede, un buen beat. Esta no es solo una canción. Es una forma distinta de hacer campaña. Una que sí se te queda en la cabeza. Como la idea de una justicia humana, imparcial y cercana. ¿Se te pegó el coro? Haz que suene la justicia en TikTok. CCDMXTTlalpanCCoyoacánZZonaSurCDMXMMéxicoVotaEElecciones2025JJusticiaParaTodosVViralCDMXLLoVioEnTikTokTTikTokMéxicoHazloViral #FYPmexico PParaTiMexicoTTendenciasMexicoViralEnTikTok #IgnacioSalinas
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Los aspirantes al Poder Judicial –históricamente una élite cerrada– deben salir a pedir el voto por primera vez como si fueran candidatos populares. Y descubren lo que significa enfrentarse al juicio de la calle, al algoritmo y a una ciudadanía que no siempre sabe que hay una reforma en curso en México.
Futuros jueces con ampollas en los pies
El primer día de su campaña, Ignacio se levantó temprano. Acompañado de su pareja, visitó una calle de Tlalpan donde encontró personas que subían electrodomésticos a una camioneta. Se presentó y entregó su ‘flyer’. “¿Para qué?”, le preguntó un hombre. “Soy el candidato para juez penal federal de esta alcaldía”. El sujeto hizo pedazos el volante y tiró los trozos en la batea del vehículo. “Gracias”, dijo antes de marcharse. Su pareja le aconsejó no hacer caso, quedaban muchas calles por delante. “Pero me dolió, me pegó. Me dio en el corazón”, confiesa.
José Ignacio respiró fuerte. Sólo era una persona y su distrito se compone de una lista nominal de casi 78 mil personas. Le faltaban 77 mil 999 más.
“¿Te soy franco? Jamás imaginé que haría esto”. Confiesa que le daba pena acercarse a los vecinos. Lo pensó mucho antes de participar en el proceso. Pero eso dictaba la ley y él no podía ir en contra. “A veces, aunque vayas con la mejor actitud, a muchas personas no les interesa. No se abren al diálogo. Piensan que eres un político más. Muchos no saben que hubo una reforma”.
Así que perfeccionó su presentación: “Soy su candidato a juez penal en esta alcaldía”. Lo bonito llegó cuando le dijeron el primer: “¡Éxito, voy a votar por ti!” o “Tú eres mi gallo”. Otro día, una señora le invitó un vaso de agua y hasta lo animó: “Síguele, hijo, toca puerta por puerta”. Muchas señoras lo han abrazado y con ese gesto le han hecho el día. Todo eso opaca a aquel día en el que terminó con ampollas en los pies de tanto que caminó bajo el sol o de la infección en un ojo ante el polvo de la ciudad.
Su otra opción han sido las redes sociales. José Ignacio había cerrado todas hace mucho tiempo porque consumían su día. No tenía un sólo o en Facebook ni en Instagram. Jamás había usado TikTok. Así que empezó de cero. Para ponerse frente a la cámara contrató ayuda profesional. Tomó clases en línea en la página de Domestik, que ofrece cursos de todo tipo. Optó por lenguaje verbal con profesores de actuación en una escuela de Londres. “No hablo perfecto inglés, pero todo traía subtítulos”.
Aprendió, además, dicción, ejercicios de respiración y todo el trabajo de antecámara, precámara, cámara y poscámara. Todo esto con sus propios recursos.
Su pareja es diseñadora gráfica y le hizo la vida más fácil. Creó sus redes y publicidad. Él crea su contenido y alguien más edita los videos. “Todo lo que tengo en las redes me gusta cómo se ve”, dice contento. Comparte que él no estaba de acuerdo con la reforma al Poder Judicial pero, qué carajos, exclama. Las reglas ya cambiaron.
Así hace campaña Ignacio Salinas en redes sociales
@juezignaciosalinas La justicia no es un privilegio. Es un derecho. Y es para todas y todos. #JusticiaParaTodos #LoDijoIgnacio #ParaTi #FYP #foryou #Elecciones2025 #Coyoacán #Tlalpan #MéxicoVota #VideoViral #JuecesConCausa #HistoriasQueImportan
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Un proceso electoral histórico
Javier Martín Reyes, investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, califica de histórico este proceso electoral porque, uno, en México jamás habíamos elegido a esa enorme cantidad de cargos judiciales y, dos, porque no hay otra democracia que elija a casi todos sus cargos judiciales en elecciones populares.
En México y en el mundo, señala, para que haya elecciones se necesitan campañas y, por tanto, financiamiento, público o privado, legal e ilegal. “Se cerró la llave del financiamiento lícito”, enfatiza. “Son reglas que a veces rayan en el absurdo, como que en la Constitución diga que el financiamiento público y el privado están prohibidos”.
Sin embargo, ve una enorme desigualdad en las campañas. Algunos candidatos hacen esfuerzos heroicos para tratar de generar en redes sociales buen contenido, videos, mensajes, buena propaganda, pero eso contrasta de manera brutal con candidaturas que no siguen las reglas, que reciben aportaciones en dinero o en especie que son notorias.
“Si una candidata o un candidato aparece en un evento con cientos o miles de personas, cuesta dinero. Hay candidatos que de repente tienen entrevistas con algunos de los más destacados ‘influencers’. Uno se pregunta si es genuina o podría ser que haya un tipo de aportación no reportada”, sospecha.
“Lo que más me preocupa”, sigue el académico de la UNAM, “son esas toneladas de financiamiento ilícito que están generando condiciones de inequidad y que hacen que las personas que quieren hacer campaña a la buena, tengan menos condiciones de competir porque no están haciendo trampa”.
Futuras magistradas se reinventan en las redes sociales
En la próxima elección judicial del 1 de junio se elegirán: 9 cargos de ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); 2 de magistraturas de las salas superiores del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF); 15 de magistraturas de las salas regionales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF); 5 de magistraturas del Tribunal de Disciplina Judicial; 464 de magistraturas de Circuito; y 386 de personas juzgadoras de distrito. En total, son 881.
Con 36 años, Violeta Alemán Ontiveros va por uno de esos cientos. Secretaria de estudio y de cuenta en la Suprema Corte, en la Ciudad de México, compite por la magistratura en la Sala Regional Monterrey del Tribunal Electoral. Desde hace años, Violeta quiere ser magistrada: llegar a un tribunal superior y revisar las decisiones de otros jueces y resolver asuntos más complejos, en este caso, electorales.
Y qué mejor que en Monterrey, Nuevo León, porque ella nació ahí. Si fuera como antes, de secretaria podría pasar a ser jueza y, después de varios años, a magistrada. Ahora el camino será distinto.

“Somos la primera generación, el grupo piloto de la elección”, dice entusiasmada. Antes no usaba redes sociales. Por eso le costó mucho entrar a ese mundo audiovisual. Su hermana, una enfermera asidua a internet, ha sido su gran apoyo. Le toma fotos cuando habla con la gente, le dice en cuál se ve mejor. Juntas graban los videos y otra persona contratada edita y pone los gráficos.
En sus ‘reels’, Violeta explica quién es ella, qué estudió, de dónde es, pero sobre todo se ha centrado en hablar de su visión de la magistratura y que, en caso de ganar, impulsaría por ejemplo la perspectiva de género. Su estrategia empezó el día que arrancó la campaña. Subió a Facebook su foto con las manos cruzadas y el ‘banner’ con su eslogan: Tiempo de justicia. “Para el espectro de internet no fue ni siquiera un grano de arroz, ¡pero para mi fue un cambio de vida!”, exclama.
A Instagram llegó después para entrar en conversación con gente más joven. A TikTok se tardó un poco más porque no había preparado el video inicial. Le costó. En sus primeros intentos, se veía, recuerda, muy incómoda frente a la cámara. “Subí un video a TikToK hasta que lo consideré decente. Para mí ha sido inventar: cómo acercarme, moverme, exponerme [...], crear una personalidad en las redes”, comparte.
Violeta tiene un gran desafío: vivir en Ciudad de México es una dificultad cuando se tiene que viajar a Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, San Luis, Guanajuato, Aguascalientes y Zacatecas, estados cuyos asuntos electorales son resueltos por la Sala Regional Monterrey. Hasta allá va, en carro o avión, los fines de semana. Recientemente aprovechó la Semana Santa y los puentes porque no puede descuidar su trabajo.
Pero tiene que ir porque necesita, sí o sí, acercarse a las personas. La gran mayoría no sabe que la Sala Regional tiene jurisdicción en siete estados. “Al menos se van con datos que no sabían”.
En su primer día de campo se grabó en el Parque Fundidora, en Nuevo León. “Con la pena del mundo. La gente me veía como diciendo, ‘¿qué hace esta loca?’. Gente se acercó y les conté de la candidatura. Eso me ayudó a romper el hielo porque yo no soy tan extrovertida”, dice. Pero esto no acaba. El desafío fue y es detener gente en la calle, sacarles la plática y que, mínimo, acepten el ‘flyer’.
Los primeros videos de Violeta Alemán
@violetaaleman01 Soy Violeta Alemán y quiero ser Magistrada de la Sala Regional Monterrey. Estoy preparada y tengo experiencia. ¡Es tiempo de justicia! ????????⚖⚖️???? #Vota01 #VioletaAlemán #TEPJF
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Ñoños de escritorio que no sabían cómo hacer campañas
Ricardo Ortega Soriano, director del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México, dice que la reforma al Poder Judicial tiene un problema de origen: “En un sistema de justicia lo lógico es que quienes imparten justicia tengan experiencia en cómo se aplica el Derecho, con sensibilidad social, pero también es importante que tengan independencia del poder político y económico”.
Porque esta reforma, asegura, ante el desinterés de la ciudadanía o la falta de incentivos de ésta para ir votar, facilita que haya movilización política. “El Poder Judicial es presa fácil de grupos políticos e incluso estructuras de la criminalidad organizada”, indica. “No va a ser fácil saber quién realmente está financiando las campañas”.
Y “lo que menos va a contar en este proceso son las credenciales y la experiencia de quienes participan. No se evalúan las credenciales sino la popularidad, qué tan simpáticas o simpáticos pueden ser. Lo triste del asunto es que seguro hay personas que hacen campaña de buena fe, tratando de convencer a las personas que voten por ellas”.
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Una de esas personas que hacen campaña de buena fe es Andrés Muñoz Ochoa, un michoacano de 35 años que es juez de distrito especializado en el sistema acusatorio en Zacatecas; a diferencia de un juez federal, que puede abordar una amplia variedad de materias, él se enfoca en lo penal. Va por una magistratura de circuito en esa materia en la Ciudad de México, donde hizo su carrera.
Le toca hacer campaña en el Distrito 6, en las alcaldías Azcapotzalco y Gustavo A. Madero y reprocha todas las restricciones del INE. Que los partidos no intervengan en las elecciones. Que los candidatos no sean patrocinados por nadie. No están permitidas las pautas en redes sociales, lo que hubiera ayudado a segmentar la información y generar espacios de criterios geográficas que cada persona candidata quiere mandar a sus distritos.
Sin las estructuras partidistas, considera, es imposible llegar, como sí pasa en una elección tradicional, a una población que ronda entre los 650 mil y 800 mil habitantes, que es más o menos el rango en cada uno de los distritos judiciales en que está segmentada la Ciudad de México.
“Es un reto muy grande, nosotros somos ñoños de escritorio. Nos dijeron que pasando exámenes y chambeando, agarraríamos experiencia y antigüedad para concursar y ser juez o magistrado”. Nadie, dice, les enseñó a comunicarse de forma eficiente con la sociedad y menos a hacer política.

Para Andrés, lo peor ha sido el desinterés y la desinformación. A veces no le reciben el volante y hasta le reprochan: “¿A mí de qué me sirve que yo vote por ti?”. Él responde: “Va a tener una justicia más cercana, imparcial, de excelencia”. Pero son palabras que se las lleva el viento.
–¿Qué sería lo bueno?
–Salimos de esta justicia de escritorios y vemos la realidad de la mayor parte de la población que sí necesita un cambio en su calidad de vida. Tantas historias. Familiares que llevan más de 10 años en procesos penales. Eso logrará que se humanice más a los jueces y a los magistrados.
Andrés usaba de vez en cuando las redes sociales, pero estaba familiarizado porque su esposa estudió actuación. Verla hacer videos y contenido le dio ideas para su campaña judicial. Ella le dijo que en un video la iluminación es fundamental. En la calle, debía buscar el mejor ángulo, que no pegue el sol en la cara. Lo que busca el público en el contenido es la espontaneidad, sí, pero también calidad. Aprendió que los posteos, ‘reels’ o historias manejan algoritmos diferentes que no se conjugan siempre entre sí.
“Si publicas un ‘reel’”, explica, “lo ideal es que no lo compartas inmediatamente en tu historia porque el algoritmo ‘va a pensar’ que lo que quieres es aumentar las vistas”. Es mejor dejar pasar 24 horas entre uno y otro. Sin patrocinios para pagar ‘spots’ de radio y televisión, se capacitó con recursos propios. Ahora sabe que influyen mucho la dicción y los ademanes. Un amigo productor le dijo que moviera sus manos de manera natural. “Sin esos ‘tips’, realmente me sentiría perdido”, confiesa.
Le perdió el miedo a la cámara. No es lo mismo estar en una audiencia pública en vivo que grabarse con el celular. Ha recibido mensajes de personas que apoyan su candidatura, pero que a veces ni siquiera viven en la Ciudad de México.
Pese a todo, reconoce que el proceso es emocionante: “Es una contienda electoral y también es una carrera donde tienes, diría Andrés Manuel López Obrador, a otros adversarios y estás buscando ganarles y ganarte tu lugar”.
¿Y los partidos políticos y el crimen organizado?
–¿Qué esperas de la participación? –le pregunto a Javier Martín Reyes, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
–Hay quienes creen que la participación va a ser muy baja, del 10 por ciento del padrón electoral, porque la consulta popular fue del 7. Otros toman como piso la revocación de mandato, que anduvo cerca del 17 por ciento de un padrón de entre 90 y 100 millones, es mucho.
“Pero en esta elección sí hay cosas en juego: hablamos de cientos de cargos a nivel federal y de miles, si consideramos los locales. Los partidos políticos en general sí tienen un interés en definir quiénes van a ser las ministras y ministros o los magistrados del Tribunal Electoral que resolverán asuntos que los afectan".
“Incluso el crimen organizado podría tener incentivos en definir quiénes serán las juezas y los jueces penales que van a decidir si los investigan o no los investigan, si dictan órdenes de aprehensión, si los condenan o no. Hay mucho más en juego. No es descabellado ver una participación arriba del 7, del 17 o más”, finaliza.
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Ven su boleta amarilla y le preguntan si es del PRD
José Alberto Rodríguez Rivera, de 38 años, hace campaña en la Gustavo A. Madero con la esperanza de motivar a la gente. Nació en Ensenada, Baja California, pero creció en la alcaldía Venustiano Carranza. Es secretario en funciones de juez del juzgado décimo primero penal y va por el cargo de juez de distrito en materia penal en la Ciudad de México. Quiere conducir audiencias, recibir pruebas, analizar los casos y dictar sentencias en los casos penales que se sometan a su consideración.
El reto ha sido salir, caminar y convocar, clama. José Alberto va a tianguis y mercados. Le consta que muchos no saben que habrá elecciones. Como su boleta es amarilla y sus ‘flyers’ del mismo color, le preguntan si es del PRD. “También es inédito para ellos: elegir cargos de jueces, magistrados, ministros”. Más gente comenta que no es que no quiera votar, pero no sabe por quién, ni cómo, ni dónde, lamenta.
Para él, lo complicado fue salir de los juzgados. No está enfocado en su trabajo. Está buscando el voto. Y eso cuesta. Hace poco se presentó con un señor, le dio su ‘flyer’ y le dio la mano. Le respondió: “¿Por qué te debo de dar la mano? Ni siquiera te conozco”. Pensó que iba a romper su volante, pero en lugar de eso lanzó otra pregunta: “¿Crees estar preparado para esto? ¿Sabes lo que es este cargo?”.
José Alberto esperaba esa pregunta. Explicó su trayectoria y por qué estaba ahí. El señor estaba en contra de la reforma judicial y juraba que mucha gente oportunista buscaba un cargo. Arrancó el diálogo. Al final, sí le dio la mano: “Ahora te conozco. Voy a verificar todo lo que me dijiste. Si es así, cuenta con mi voto y el de mi familia”.

Más gente mayor le ha dicho: “No sabía por quién votar. Qué bueno conocerte”. Pero Alberto conoce a amigos más introvertidos que él, que padecen iniciar un diálogo con la gente. La están pasando mal.
Y no va a mentir. Confiesa que, al principio, le daba pena hacer videos. Ahora está más curtido. Pero se queja: de nada le sirve hacer contenido, convertirse en un ‘influencer’, tener dos o tres millones de seguidores si no viven en el distrito judicial que le tocó. Contrató, como muchos de sus colegas a un cargo en el Poder Judicial, a una persona que le ayudó a transformar su perfil en redes sociales. A subir ‘reels’, historias, posteos.
Ahora ya sabe cómo funciona. En su recorrido, pide a la gente escanear su QR, que lo sigan en redes sociales y le escriben por WhatsApp. Muchos lo hacen y José Alberto sonríe. Ahí está un posible votante.
GSC/ASG