Por la mañana, por la tarde, por la noche. Desde hace más de tres semanas, Irma Sánchez Baeza y su familia han estado ahí: afuera de lo que fue su casa, esperando respuestas que no llegan. Desde el 30 de abril —cuando una explosión sacudió la colonia Álamo Industrial y convirtió en cenizas una fábrica de aerosoles, cinco viviendas y, con ellas, la vida de varias familias—, los Sánchez Baeza viven entre el duelo, la incertidumbre y el abandono.
“No estamos teniendo una vida”, dice Irma, con el rostro marcado por el cansancio y la rabia. “Estamos aquí desde ese día, plantados, esperando que alguien nos diga algo. Pero no llegan. Solo dicen: ‘Mañana’. Y ese mañana no existe”.
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La tragedia ocurrió una tarde de martes. Un estallido seguido de un estruendo desgarró el complejo industrial y encendió una columna de fuego visible a kilómetros de distancia. Las llamas devoraron todo a su paso: maquinaria, estructuras metálicas, muros, techos y casas contiguas. El saldo fue devastador: cinco personas muertas, trece heridas y una aún desaparecida. Una familia rota.
Familia ya no quiere promesas
“Terminaron las casas hechas cenizas, igual que nuestra vida con la pérdida de nuestra hermana”, cuenta Irma, deteniéndose apenas para tragar saliva. “El daño emocional, moral, económico o… todo. Pedimos que se hagan responsables. Que nos den respuestas reales. No promesas. No un mañana que nunca llega”.
Desde entonces, los afectados han tenido que dispersarse como pudieron. Algunos fueron acogidos por conocidos, otros encontraron refugio temporal en colonias más alejadas. Irma y su familia se trasladaron a El Vergel, aunque sus trabajos, escuelas y raíces siguen en Álamo Industrial. Viven desplazados por una tragedia que no provocaron.
Hace apenas dos días, el movimiento regresó brevemente al predio del siniestro. Personal supuestamente encargado de continuar la búsqueda del montacarguista desaparecido se presentó en el sitio. Estuvieron algunas horas, retiraron algunos tanques… y se fueron. “No veo gente trabajando. Nada más vinieron a sacar los tanques y ya”, relata Jesús Sánchez Baeza, hermano de Irma. “Hoy no se ve Fiscalía, no se ve personal ahí. Ellos tienen dónde dormir, están bien cómodos. Nosotros no tenemos la culpa de lo que pasó”.
Municipios no responden a petición de apoyo
Además del silencio institucional, las familias enfrentan un laberinto burocrático sin salida. No hay claridad sobre quién debe responder por las pérdidas, ni si existe un plan de reparación o ayuda directa. Las promesas verbales se evaporan con la misma rapidez que el humo de aquel día. Las autoridades locales —Guadalajara y Tlaquepaque— esquivan el problema como si fuera ajeno, aunque ambas tienen responsabilidades compartidas en la atención a las víctimas.
▶️ "Estamos a la espera de un mañana que nos promete el seguro": Familias que perdieron su casa debido al incendio que se registró en una fábrica en Gdl denuncian falta de atención de la empresa
— Telediario Guadalajara (@TelediarioGDL) May 21, 2025
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La mañana de este miércoles, Irma acudió a la Fiscalía para solicitar una visita formal al predio donde se encontraba el conjunto habitacional de su familia. Buscaba algún compromiso, una revisión oficial que diera pie a la reconstrucción o al menos a la verdad. No obtuvo respuesta favorable.
“Estamos entre Guadalajara y Tlaquepaque. Uno al otro se van a echar la bolita, no sé…”, dice con resignación. “Esperamos que no sea así. Esperamos que tengamos una respuesta de algún lado. Ya”.
La zona afectada está ubicada en un punto limítrofe entre los dos municipios, y esa condición se ha convertido en un nuevo obstáculo. Ninguna autoridad se hace cargo. Ninguna se pronuncia. El gobierno de Guadalajara fue ado por este medio para conocer su postura frente a la situación de las familias afectadas. Hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.
Mientras tanto, Irma, Jesús y el resto de la familia Sánchez Baeza siguen esperando entre ruinas, pérdidas y burocracia. No piden milagros. Piden justicia, verdad y un techo. Piden que el Estado — en cualquiera de sus formas— les reconozca el derecho a reconstruir su vida.
Y que, por una vez, el mañana llegue
SRN
