“Mi nombre es Inés y formo parte del colectivo 5 de Junio Memoria”. Así inicia el testimonio de una de las voces que aún carga con las secuelas del llamado Halconazo Tapatío. Ella estuvo ahí, en el epicentro de la represión, y desde entonces su vida, como la de muchas otras víctimas, se ha convertido en una lucha constante contra el olvido y la impunidad.
“Deberían un poco quitar el foco de las personas que vivimos esto y ponerlo en qué nos hace socialmente el delito de la desaparición forzada y lo que nos impacta es que tenemos miedo de organizarnos, miedo de salir a la calle”, confiesa.
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El 5 de junio no fue un hecho aislado. Fue la cúspide de una serie de represiones que comenzaron un día antes, con 28 detenciones arbitrarias, y continuaron durante días: el 6, el 7 e incluso el 8 de junio. “Fue una semana de terror de Estado. La gente literalmente no sabía qué estaba pasando”, recuerda Inés.
¿Qué pasó hace cinco años?
En el discurso oficial se dijo que vinieron de Ciudad de México a causar caos o que eran de tal partido y eso considera que permea mucho porque es lo que la gente ve y escucha en los medios; pero lo que nunca se dijo es que eran personas organizadas en torno a una injusticia. La respuesta estatal fue brutal. Las personas fueron detenidas arbitrariamente, incomunicadas, sin pertenencias ni celulares, subidas a vehículos sin placas ni identificación oficial, y luego repartidas en colonias de la periferia como si fueran bultos.
Aquella jornada dejó huellas que siguen abiertas. Se buscó instalar el miedo, desmovilizar esa indignación que surgía de forma orgánica y genuina. Inés lo narra con claridad: “Nos han hecho creer que somos una sociedad apática, pero no lo somos; hemos sido reprimidas constantemente y violentadas en nuestros derechos para que no nos organicemos. El miedo sembrado entonces se transformó en un obstáculo más profundo: Pensamos que algo así puede pasar en cualquier momento”.
El colectivo 5 de Junio Memoria insiste en no callar. A pesar de las promesas oficiales de garantizar la “no repetición”, recuerda que Jalisco sigue siendo el estado con más personas desaparecidas del país y la policía sigue deteniendo sin protocolos, con uso excesivo de la fuerza, sin reportar paraderos hasta que las familias y la presión pública los obligan a hacerlo.

Disputa por la memoria
Uno de los símbolos más visibles de esa lucha fue el antimonumento instalado el 5 de junio de 2023 por el colectivo en la Plaza Imelda Virgen en el Centro Histórico de Guadalajara, retirado en medio de la oscuridad por las autoridades. Aunque una suspensión definitiva ordenaba su reinstalación, ésta nunca fue acatada por el entonces alcalde Pablo Lemus y el ex gobernador Enrique Alfaro, “dijeron que acatarían la resolución, no lo hicieron; las autoridades judiciales tampoco hicieron mucho para que se cumpliera, y al final, cuando el juicio se resolvió este año, se argumentó que no se violó ningún derecho al quitarlo”.
Para el colectivo la decisión es contradictoria: “Estamos con una inconformidad que pusimos ante autoridades judiciales para que se revise la resolución (…) nos parece muy, muy extraño que por un lado se haya abierto una puerta para garantizar derechos a la protesta y a la memoria, y luego esa misma puerta se cierre con argumentos que ya se habían desmontado desde el principio”.
Entre los argumentos señalados por las autoridades es que representaba un riesgo para los peatones, “pero un ingeniero presentó un dictamen técnico bastante extenso que desmentía eso, aun así, repitieron ese argumento para negarse a reinstalarlo”.
La batalla jurídica sigue activa y enfrenta ahora a un aparato estatal liderado por el mismo actor político: Pablo Lemus, quien fue presidente municipal de Guadalajara en el momento de la remoción y hoy es gobernador. El proceso podría durar meses o años, “eso es lo que enfrentamos a diario: la lentitud, los cambios de jueces, la negligencia”.
Resistencia no cesa, realizan actos conmemorativos
En medio de todo, la resistencia no cesa. El colectivo organizó un ciclo de actividades conmemorativas y un acto performático este 5 de junio en la Plaza Imelda Virgen, en el corazón de Guadalajara. No será una intervención efímera, aclara Inés, “vamos a intervenir la plaza con nuestros propios cuerpos. Queremos invitar a otras colectivas y personas que buscan a sus desaparecidos para que lleven lonas, fichas de búsqueda, fotografía, será un medio círculo con sus rostros, y en el centro, nuestro acto performático”.
Más que recordar, explica que se trata de resistir, de incomodar, de no permitir que el olvido gane. Lo que los ha sostenido como colectivo es el cariño y la solidaridad. A veces esos pequeños gestos son bastante grandes, reflexiona. La invitación a la población es a que pierdan el miedo, “que no se paralicen y que actúen desde donde puedan, “que nos cuidemos entre todas y todos”.
SRN