Abril Olivares recuerda claramente el día en que su vida cambió para siempre.
Al nacer su hijo, los médicos le dieron la noticia que jamás imaginó: su bebé tenía síndrome de Down.
“A la hora que me dice el doctor: ‘Sí sobrevivió y es una persona que tiene una condición genética, se llama Síndrome de Down’. Entonces dije: ‘Okey está vivo, perfecto, ¿qué es lo que sigue?’. Me tuve que amparar con mi doctor para que me explicara qué era lo que tenía que hacer, porque cuando nace una persona con síndrome de Down no tienes las herramientas, no sabes qué es”.
Sin embargo, a pesar de lo difícil que fue enfrentarlo, decidió salir adelante con fortaleza, motivada por el amor y la responsabilidad hacia su hijo.
“El ser humano tiene una característica maravillosa y es nacer diferente a los demás, tú eres diferente, yo soy diferente, la persona con síndrome de Down, su naturaleza es nacer con síndrome de Down”.
Aunque su camino no siempre ha sido fácil, Imanol siempre ha demostrado que con trabajo duro y dedicación no hay barrera que no pueda vencer.
“Imanol es una persona que decide lo que quiere hacer, habla cuando quiere, lee cuando quiere y lo que le gusta. Escribe cuando quiere y lo que le gusta, es una persona apasionada y cuida muy bien todo lo que le gusta. Se le tuvo que enseñar que debe de llevar nombre lo que le gusta, porque de repente anda agarrando cosas que no son suyas”.
Hoy en día Imanol, de 25 años, continúa demostrando su fortaleza por trabajar con una actitud positiva.
“Hubo muchos no en la vida de Imanol, pero me quedé con el sí, va bien y actualmente está con sus dos compañeros, Miguel y Enrique, vendiendo en lugares, en mercaditos, ahí a lo mejor los encontrarás, los invitan en todos lados, la vida sigue”, señaló.
A pesar del miedo, la señora Olivares decidió brindarles una orientación a padres de familia para que puedan comprender mejor las necesidades y capacidades de sus hijos, y ayudarlos a alcanzar su máximo potencial.
“Al principio yo me sentía abrumada; abrumada de que no le entendía; abrumada de que no podía hablar; abrumada de que no estudiaba; no había colegios que lo recibieran. Un colegio decidió recibirlo, un colegio regular, pero porque su directora tiene una hermana con síndrome de Down, gracias a Dios cayó ahí, porque ahí fue donde creció con la comunidad”.
Una persona con el síndrome de Down es un recordatorio de que las verdaderas limitaciones solo existen en nuestra mente. Son seres llenos de potencial, de sueños y de una capacidad infinita de amor.
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