DOMINGA.– “¡Este cabrón es un puto héroe!”. Lo que parecía una tarde tranquila en la colonia Peralvillo, se llenó de alarma. A las tres de la tarde del 25 de enero de 2025, un incendio arrasó con una vecindad en la calle Beethoven. Se prendieron dos cuartos que albergaban a dos familias –la de Lucía y la de Natalia–, detrás de esa fachada carcomida de la que sobresalen ladrillos, grafitis y un patio lleno de mobiliario viejo, que se convirtió en combustible puro.
Dentro de la vecindad del barrio, tres menores de edad estaban atrapados: un bebé de dos años, una niña de cinco y una adolescente de dieciséis, en sus últimos meses de embarazo. Los vecinos llamaron al 911 y corrieron a avisarle a la señora Lucía Casillas –quien vendía aguas frescas a dos cuadras– que los niños estaban atrapados.

“Todos pensaban que los muchachitos eran mis hijos, pero no, soy la vecina del cuarto de al lado. Su mamá –Natalia, que iba y venía del trabajo– me los había encargado mientras trabajaba. Imagínese el susto que pasé”, dice Lucía.
Las dos primeras patrullas en llegar fueron las de los oficiales José Manuel Juárez Castro, del área de emergencias, y María Guadalupe González Tierra Blanca, del sector Tlatelolco, ambos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). Los bomberos ya habían sido solicitados, pero la señora Lucía llegó desesperada suplicando ayuda para los niños. Así que María Guadalupe, que también es madre, no dudó en envalentonarse y meterse al fuego.
“Le dije a mi compañero: ‘Tenemos que entrar, ese bebé se nos puede morir’. José Manuel me respondió: ‘Sí, está bien, yo te apoyo’”, recuerda en una entrevista para DOMINGA.
“Solo pensé en mis hijos, en que uno no quiere que les pase nada”, agrega José Manuel, padre de un niño de diez y otro de cuatro años.
Mientras los vecinos gritaban desesperados, los dos policías se empaparon con botellas de agua y entraron a la vecindad, entre el humo y las llamas. María Guadalupe encontró al bebé Brandon llorando. Lo envolvió con su camisola mojada para proteger su piel. “Le decía: ‘amorcito, no te muevas’, porque una quemadura a esa edad es fatal”, dice. Y lo sacó entre brazos. José Manuel cargó a Leslie, la niña de cinco años. Mientras tanto, la adolescente salió por su propio pie.
La escena fue captada en video y conmovió a las redes sociales en México. El reportero Carlos Jiménez difundió las imágenes: “Policía saca de entre las llamas a una niña. Es el agente de @SSC_CDMX José Manuel Juárez. Se metió a esta casa que se incendiaba en Peralvillo. Así protegió y sacó cargando entre el fuego a la niña de cinco años…”, escribió.

Entonces apareció el tuit que lo inició todo. Marietto Ponce, un ‘influencer’ con casi 300 mil seguidores, publicó el video con un mensaje en X que desató una ola de solidaridad: “¡Este cabrón es un puto héroe! Ayúdenme a localizarlo para darle 10 mil pesos en efectivo por su gran acción.” El video tuvo más de 2.8 millones de ‘views’. Las respuestas fueron inmediatas y se postearon en cadena.
“Carajo, me duele decirlo, pero coincido. Yo también le doy 10 mil baros”, posteó un . “Si lo encuentras, pongo otros 10 mil”, escribió el Rodolfo Martínez. “¡Yo pongo otros 10 para el resto del equipo!”, dijo alguien más. “Van 2K míos”. Y así, en cuestión de horas, s comenzaron a escribir para recompensar el valor de los policías. Fue una respuesta colectiva.
Los medios replicaron la historia. Pero más allá de la viralidad, lo esencial era esto: tres vidas fueron salvadas en la Ciudad de México por la valentía de dos policías. Un acto genuino de heroísmo que todavía se narra en la Ciudad de México.
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El hombre detrás del uniforme de Seguridad Ciudadana
José Manuel Juárez tiene 30 años y diez de ellos los ha entregado al servicio. Es el mayor de cinco hermanos. Cuatro también son policías. “Desde niño decía: ‘yo quiero ser policía’. Me hacía feliz ver cómo ayudaban a la gente”, dice.
El secretario de Seguridad, Pablo Vázquez, reconoció públicamente su acción y la de su compañera y los ascendió de rango. José Manuel pasó de policía primero –dedicado a proteger a las víctimas– a suboficial, ya con una responsabilidad de supervisar a otros: “Agradezco y reconozco el valor, vocación de servicio y compromiso de los compañeros policías del sector #Tlatelolco que hoy arriesgaron su integridad por salvar la vida de otros”, escribió en las redes.
Este policía patrulla en una de las zonas más difíciles de la capital, la alcaldía Cuauhtémoc. “Nos toca de todo: violencia familiar, fugas de gas, agresiones. Sabemos que al ponernos el uniforme también nos volvemos blanco, pero lo hacemos porque amamos servir”, dice. Ha sido testigo de agresiones contra compañeros, sólo por portar el uniforme. Historias que pocas veces se cuentan. “Desde que salimos en patrulla, somos un blanco fácil. Incluso ha habido casos donde intentan atropellarnos estando en puntos fijos”.

A José Manuel le toca proteger a la ciudadanía en las colonias más peligrosas de la Ciudad de México: La Morelos –Tepito–, la Guerrero, la 20 de Noviembre, la Doctores. En más de una ocasión ha tenido que enfrentarse a los criminales para proteger a víctimas inocentes.
Como aquel día, durante un asalto. Un conductor resultó herido luego de ser atacado por un delincuente que trató de despojarlo de su automóvil. “Alcancé a lesionar al agresor y, al caer, yo mismo lo subí a mi patrulla para llevarlo a recibir atención médica. Gracias a Dios no pasó a mayores. Incluso se recuperó el vehículo. La víctima me lo agradeció muchísimo.”
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Una mujer policía que también es madre
María Guadalupe González Tierra Blanca tiene 29 años. Lleva cuatro años y medio en la corporación. Su inspiración viene de su casa: su padre, un exmilitar y exagente de policía. “Desde niña quería ser como él. Lo veía con su uniforme, con sus valores. Quería tener la misma vocación.”
Con su sueldo María Guadalupe apenas alcanza a terminar la quincena, estudia Derecho en línea. Sus padres la apoyan, especialmente para comprar los libros de la carrera. Aprovecha sus descansos o las horas de comida para conectarse a clase y tomar apuntes. Todo, por darle un mejor futuro a su hijo. María Guadalupe sueña con especializarse en Derecho penal para continuar sirviendo a la justicia ciudadana, pero ahora desde las leyes.
Joseph Gerard, de 11 años, se preocupó al enterarse del incendio. “Mamá, ¿por qué lo hiciste si me tienes a mí? No sabría qué hacer sin ti”, le reprochó su hijo apenas la vio. Ella le explicó que lo hizo pensando en él, que si alguna vez estuviera en peligro, espera que también un policía tenga el valor de ayudarlo.
Gracias a su valentía, fue ascendida a policía tercero, que implica mayores responsabilidades, como prevenir los delitos y mantener el orden público. “Se siente bonito que tu familia te aplauda, que se sientan orgullosos de ti”.

Héroes cotidianos en tiempos actuales
José Manuel viaja al trabajo todos los días desde Ecatepec, en el cinturón conurbado de la ciudad. María Guadalupe, desde Valle de Chalco. Dos horas de trayecto para cumplir un mismo propósito: cuidar a otros como quisieran que cuidaran a los suyos. En un país donde muchas noticias hieren, esta historia incendió las redes con algo distinto: esperanza.
El ‘influencer’ Marietto Ponce y el Rodolfo Martínez cumplieron su promesa. Citaron al policía José Manuel en San Ángel el 31 de enero y le entregaron personalmente 10 mil pesos, cada uno. Al conocer la historia de María Guadalupe, se comprometieron a recompensarla también con la misma cifra. Porque en un México muchas veces fracturado, todavía hay quienes no dudan en entrar al fuego. Y otros que, al verlos, eligen reconocerlos como lo que son: verdaderos héroes.
GSC/LAFC