El Gobierno de México prohibió la venta de "comida chatarra" en las escuelas el 29 de marzo, sin embargo, varios y varias estudiantes aún encontrarán papitas, refrescos y dulces en los estantes de las cooperativas y tienditas.
Este es solo uno de los muchos retos a los que se enfrenta el país que en los últimos años se ha consolidado como uno de los territorios de América Latina que más consume alimentos ultraprocesados y se ha colocado en los primeros lugares en obesidad infantil en el mundo, según la UNICEF.
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¿Qué se espera de la prohibición de alimentos chatarra?
La estrategia "Vive Saludable, Vive Feliz" plantea que a partir del 31 de marzo los planteles del nivel básico, medio superior y superior ofrezcan opciones de alimentación saludable para las y los alumnos. Esto con la finalidad de promover una alimentación nutritiva, complementada con la actividad deportiva.
El paso está encaminado a la atención al gran problema de salud pública que enfrenta México. No obstante, la doctora Isabel Martínez, especializada en Nutrición Clínica Pediátrica apunta un largo trecho por delante que se encuentra fuera de las escuelas.
“Es un gran reto. A la industria alimentaria no le va a gustar, porque estamos pensando en que va a disminuir su consumo. Pero, aquí lo que se va a necesitar principalmente es el apoyo familiar, porque se pueden prohibir dentro de las escuelas, pero eso no quita que afuera los vendan”, reitera en una entrevista para MILENIO.
Además, y como añade la nutrióloga, es importante complementar con una educación alimentaria que permita entender porque el consumo de estos productos es tan perjudicial: “Muchas veces pensamos que nadamas es porque estos alimentos aumentan el peso, pero no. Implica mucho más”.

Qué efectos tiene la comida chatarra en las niñas, niños y jóvenes
Los efectos de los ultraprocesados van mucho más allá de los casos de obesidad y sobrepeso. La especialista alerta que estos productos desencadenan un efecto inflamatorio en niñas y niños en edades muy tempranas.
“Esto va a afectar en el desarrollo tanto psico-motriz, como psicológico, como metabólico. Es un problema grave que está llevando a que veamos a niños de 8, 9, 10 años con diabetes tipo 2, hipertensión o alteraciones” alerta.
Además, los productos, aparentemente inofensivos, también desencadenan adicción, ya que liberan diversas sustancias a nivel cerebral que incentivan el malestar.
“Está comprobado que el alto consumo de alimentos chatarras está relacionado con ansiedad, nerviosismo, depresión, alteraciones en el estado de motivación y la regeneración de neurotransmisores, el crecimiento neuronal”
Un estudio publicado en septiembre de 2023 que dio seguimiento a más de 30 mil mujeres encontró que consumir muchos alimentos ultraprocesados, —especialmente aquellos con edulcorantes artificiales como las bebidas— podría aumentar el riesgo de padecer depresión. Aunque no está claro cómo ocurre esta relación, investigaciones recientes sugieren que los edulcorantes artificiales afectan ciertos procesos en el cerebro que podrían estar relacionados con este padecimiento.
En general, la comida chatarra contiene un sin fín de aditivos que le permiten aumentar el sabor y el tiempo de vida. Entre los más utilizados en la industria están el glutamato monosódico y los azúcares, ambos, sumamente perjudiciales para la salud.
“Todo esto lo que va a hacer es cambiar toda la flora intestinal, la microbiota intestinal. Esto impacta en el hígado, en los pulmones, y en el cerebro. Estos ejes tienen implicaciones de proceso inflamatorio”
Diversas investigaciones han encontrado relación directa entre la inflación crónica con mayor riesgo de padecer enfermedades, así como alteraciones en los neurotransmisores, generación de hormonas, masa muscular y grasas.
En el caso específico de los niños, el consumo de comida chatarra puede traer consigo resistencia a la insulina.
“El páncreas va a tener que batallar más y producir más insulina. Se agota más fácilmente, es como una bombita. Entonces, esta se va a echar a perder mucho antes. Estamos hablando de un cuerpo que debería llegar a los 80-90 años produciendo insulina, pero a los 10, 12 años ya se agotó”, añade.
Sumado a los procesos inflamatorios está el hecho de que las niñas y niños comienzan a tener dificultades para descansar. Sin el sueño reparador (conocido como sueño REM), se ve afectada la producción de neurotransmisores y hormonas como la del crecimiento.
“Si no están durmiendo bien, a parte de alteraciones, el niño va a estar mucho más ansioso, con baja concentración y dificultades de aprendizaje”.
Asimismo, los snacks, refrescos y comida rápida, pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer y problemas de salud relacionados con el corazón.

¿Cuántas calorías se deben consumir?
De acuerdo con los Manuales MSD, una niña sedentaria de 7 años debe consumir mil 200 calorías diarias y un niño, mil 400. Los adolescentes activos de 15 años requieren hasta 3 mil 200 calorías.
Por otro lado, una bolsa de Takis fuego aporta 319 calorías, mientras que un jugo de manzana de 500 mililitros añade otras 150. Juntos aportan casi la tercera parte del contenido calórico que debería consumir un infante de 7 años.
Sin embargo, y como destaca la nutrióloga, esto va a depender de factores como la edad, la rutina y hasta el tipo de calorías que entran al cuerpo.
“En el caso de los procesados, lo que aportan son aditivos, grasas saturadas, llenas de conservadores que elevan los picos de insulina en comparación con otros alimentos”, comparte la doctora.
Para saber qué alimentos consumir durante el receso se debe tomar en cuenta si el niño o niña toma clases en el turno matutino o el vespertino, si desayuna en casa o por el contrario, el lunch será su primer alimento.
“En los ejemplos que dan ponen una torta de pollo, y sí, está muy bien, siempre y cuando esta sea su comida principal, sino, lo mejor sería buscar una colación”.
La especialista no es partidaria de prohibir alimentos, por lo que aconseja que los 'antojos' se pueden limitar a ocasiones especiales: un cumpleaños, una salida en especial, esto siempre y cuando, la mayor parte del año la alimentación sea balanceada.

Un "examen sorpresa" para las escuelas
Los "nuevos lineamientos de Vida Saludable" fueron publicados en el Diario Oficial de la Federación (DOF) en septiembre del 2024, dando 180 días hábiles a los planteles escolares para reemplazar los "alimentos prohibidos " por fruta fresca, recetas saludables, agua natural, entre otros más que sí están permitidos.
Pero la medida tomó desprevenidos a varios colegios que abrieron sus puertas el 31 de marzo con comida chatarra en sus cafeterías y expendios. Ante ese escenario, autoridades de diferentes estados de la República— como Durango, Hidalgo, Tamaulipas o Puebla— afirmaron que acatarán la nueva disposición, pero de manera paulatina.
Asimismo, el lineamiento que establece sólo "ofrecer agua para consumo humano (…) como medio de hidratación" se convierte en uno de los más difíciles a cumplir, especialmente en aquellos planteles cuya infraestructura, e incluso presupuesto, no les permite proveer del recurso a su comunidad.
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El esfuerzo del gobierno de Claudia Sheinbaum se suma a los esfuerzos de sus antecesores para poner fin a la venta de comida chatarra; los cuales, según el secretario de Educación, Mario Delgado, "no tenían la fuerza suficiente".
En 2010, por ejemplo, el presidente Felipe Calderón presentó el Acuerdo Nacional por la Salud Alimentaria (ANSA) para, entre otros puntos, supervisar los productos expendidos y evitar la venta de "alimentos y bebidas que no facilitan una alimentación correcta".
En tanto con Enrique Peña Nieto se promovió la "Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes" con tintes prohibicionistas hacia la preparación, expendio y distribución de "alimentos que no favorezcan la salud de los educandos".
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¿Qué alimentos no se podrán vender?
Algunos de los alimentos que la Secretaría de Educación Pública (SEP) autoriza para su venta en los planteles son esquites con limón, palomitas naturales, pasitas, yogurt natural, cacahuates con cáscara, tlacoyo con nopales o tortas de frijoles o pollo.
Mientras que dentro de los "alimentos prohibidos" se consideran a todas las frituras de harina, donas, flanes, hamburguesas, papas fritas, pasteles, frutas en almíbar, aguas de sabor industrializadas, nachos, botanas, entre otros más.
Los planteles que incurran en la venta de dichos productos podrían enfrentar una multa de entre 100 y hasta mil veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA), es decir desde 11 mil 314 pesos hasta 113 mil 140. E incluso se les podría retirar o revocar el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE).
La nutrióloga destaca que, entre las opciones prácticas y viables que los niños y niñas se pueden llevar en sus loncheras están: la mayoría de las frutas y verduras que se pueden porcionar como las zanahorias, jícamas, apio, tomatitos, etc.
“Incluso hay variedad de cereales como las barritas de amaranto o rebanadas de pan tostado que no son tan calóricas. Un sándwich, una torta, también son una buena opción siempre cuidando los ingredientes”, concluye, no sin antes mencionar que, estas alternativas incluso son mucho más baratas que la comida chatarra.
LHM/ASG