Quien camina por el Rockefeller Center y se detiene ante las vitrinas de Christie’s, se ve inevitablemente atraído por un despliegue monumental, el cartel que anuncia la subasta de la obra La ofrenda de Janitzio, la pintura de Diego Rivera realizada en 1947.
La imagen vibrante sirve de imán para los transeúntes, que curiosos se detienen ante la promesa de contemplar una de las obras más emblemáticas del muralista mexicano. El óleo sobre lino montado en masonite, de 114.9 x 94.6 cm, no solo destaca por su tamaño, sino por la fuerza de su temática y el prestigio de su autor.
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La pieza, con un precio estimado de salida de entre 5 y 7 millones de dólares, es una de las obras que llaman la atención en la Semana de Subastas de Arte de los Siglos XX y XXI de Christie’s, que este año reúne seis ventas en vivo y una selección de obras que recorre la historia del arte moderno y contemporáneo.
Al cruzar las puertas de la subastadora, el visitante se encuentra en un ambiente cargado de expectación: coleccionistas, críticos y amantes del arte recorren la galería donde la obra de Rivera comparte espacio con creaciones de Leonora Carrington, Hélio Oiticica, Félix González-Torres, Carmen Herrera, Lygia Clark y piezas seleccionadas de las colecciones de Tiqui Atencio y Ago Demirdjian, entre otros.
MILENIO visitó la exposición y especialmente la pieza La ofrenda de Janitzio, un homenaje a la tradición mexicana del Día de Muertos, con la representación de la icónica isla del lago de Pátzcuaro, donde ofrendas y figuras indígenas evocan el sincretismo y la memoria colectiva.
La obra, firmada y fechada por Rivera en 1947, ha pasado por manos distinguidas: desde la colección de Emma Hurtado en Ciudad de México, quien fue la última esposa del muralista, hasta galerías y coleccionistas privados en Estados Unidos antes de regresar al ojo público en esta subasta histórica.
Un mundo de expertos
Al cruzar las puertas de esta histórica casa de subastas, fundada en 1766 y reconocida mundialmente por manejar obras de artistas como Picasso, Van Gogh y Leonardo da Vinci, se percibe de inmediato la atmósfera de exclusividad y cuidado hacia las piezas exhibidas. Entrar en las salas de Christie’s en Nueva York días antes de una subasta es una experiencia única y cargada de emoción para cualquier persona.
Las galerías están cuidadosamente preparadas para mostrar cada obra con la mejor luz, creando un diálogo visual entre las piezas que invita a una contemplación profunda y detallada. Este montaje previo es resultado de un trabajo meticuloso de expertos que no solo catalogan y fijan precios, sino que también investigan la historia y autenticidad de cada objeto, asegurando que cada lote tenga una narrativa propia que enriquece la experiencia del visitante.
También se puede sentir la energía que precede a la competencia entre coleccionistas y postores, muchos de los cuales participan por teléfono o en línea, ampliando el alcance global de la subasta.
Los precios estimados acompañan a las obras ofrecen una idea del valor que podrían alcanzar, desde cientos hasta millones de dólares.
Dignificar a los indígenas
Especialistas en arte latinoamericano destacan el valor simbólico y artístico de la obra de Diego Rivera, que dialoga con el resto de piezas expuestas y reafirma la vigencia del mexicano como uno de los grandes del arte del siglo XX. Mientras los visitantes se detienen frente al cuadro, se percibe una mezcla de iración, conscientes de que presencian un fragmento esencial del patrimonio cultural de México y del arte universal.
Así, en el corazón de Nueva York, La ofrenda de Janitzio, que se puede irar de manera gratuita, es uno de los epicentros de una celebración artística que trasciende fronteras. Invita a todos a contemplar, reflexionar y, quizás, a pujar por un pedazo de historia, de las tradiciones y del patrimonio cultural y artístico de México.
En Christie’s se explica a los interesados que la obra aparece en el Catálogo razonado Diego Rivera: catálogo de la obra de caballete, (Ciudad de México, 1989, con el número 1774). En él se lee que la pintura fue exhibida por el Instituto Nacional de Bellas Artes en la exposición Diego Rivera: 50 años de su labor artística, 1951, según aparece en el catálogo de la muestra, en la página 450.
En su propio catálogo, la casa de subasta agradece al historiador del arte Luis-Martín Lozano su ayuda en la catalogación de esta obra, ya que,generalmente lo consulta con la finalidad de que con sus conocimientos contribuyan a la autentificación de los cuadros.
El experto Luis-Martín Lozano detalla que en La ofrenda de Janitzio, Rivera “no solo eleva las tradiciones culturales mexicanas, sino que hace uso de todas las técnicas que aprendió como pintor".
En su opinión, Rivera buscó dignificar la condición de los indígenas y elevar su forma de vida y costumbres: “Representa una tradición arraigada en la cosmovisión de la época prehispánica, cuando los indígenas esperaban el regreso de los muertos del Mictlán. Creencias que sobrevivieron a la conquista y la evangelización, fusionándose con la instrucción religiosa y católica, absorbiendo así las tradiciones precolombinas en la festividad de todos los santos. Hasta la actualidad, los indígenas purépechas de Michoacán llevan ofrendas a sus antepasados en los cementerios, creyendo que las almas regresan por una noche y conviven con quienes mantienen viva su memoria”.
La ofrenda de Janitzio se ofreció en la Venta Nocturna del Siglo XX de este 12 de mayo, pero le hayan llegado o no al precio, la pieza podrá ser irada en la icónica galería de la casa hasta el día 15.
