Llega la novena entrada y el turno de bajar la cortina. El cerrador es uno de los lanzadores más importantes en el beisbol, el que tiene en sus manos la responsabilidad de asegurar la victoria para sus equipos, con los tres outs más importantes, pero también aquellos que paralizan por lo que representan.
Los Seattle Mariners tienen en Andrés Muñoz a uno de los mejores taponeros de las Grandes Ligas, para muchos, el mejor de la actualidad. El de Los Mochis reconoce que el miedo puede paralizarlo, pero transforma ese miedo en intimidación hacia los contrarios, en fe y seguridad.
“Cuando estoy calentando sí estoy nervioso, incluso muchas veces estoy asustado; se puede escuchar raro, pero uno se asusta antes de entrar, pero ya que uno sale corriendo para allá, tiene que entrar con una mentalidad de 100 por ciento de confianza en lo que yo tengo y obviamente uno en su mente lo tiene ‘Soy mejor que ellos y voy a ganar’. Va a haber algunas veces que no va a ser así, pero mientras yo sea lo más consistente dándolo todo y sabiendo que estoy dando el cien por ciento para sacar mi entrada”, ya lo que pase después, es aparte”, reconoció hace unos días en atención a medios mexicanos. “Muchos piensan que es igual, que es otro inning cualquiera, pero la presión es diferente. Debes tener cuidado con los bateadores, cuando está muy pegado el juego”, añadió.

Confianza en el proceso
En Seattle deben estar muy agradecidos por extenderle la oportunidad al Plebe, quien inició su aventura ligamayorista en 2019 a los 20 años, cuando jugaba con San Diego Padres y tuvo ocho ventajas preservadas y un salvamento en 22 juegos. Su destino pareció tener un giro de tuerca cuando se vio obligado a someterse a la cirugía Tommy John para reconstruir el ligamento colateral del codo, perdiéndose todo el 2020 y parte de 2021.
“Primero eran dolorcitos medio raros, me daban terapia pero yo seguía tirando, incrementaba el dolor e incrementaba el dolor, y yo por querer dar una buena actuación en Spring Training seguí tirando hasta que en un juego simulado me tronó, pero a mí me avisó”, recordó sobre esas advertencias que el cuerpo le hizo, las cuales ya atiende con mucho más detenimiento.

Reconoció el miedo por el que pasó en ese momento, ya que no son pocos los lanzadores que no han sido los mismos tras aquella cirugía. A sus 21 años, la incertidumbre de si su carrera iba a acabarse sin siquiera intentarlo, lo afligía. San Diego lo canjeó a Seattle, quien vio algo en él que hoy saca a relucir en la lomita.
“Me sorprendió cuando me cambiaron y el cómo se echaron el riesgo los Marineros por no saber si yo iba a venir bien y aun así agarrarme y canjearme”, agradeció a la franquicia que confió en su rehabilitación y que desde entonces no ha dejado de responder, con 53 salvamentos con aquella franela. “Me dio mucha confianza el equipo por hacer eso y ahora cada que voy para allá, lo doy todo por el equipo”.
Porque Muñoz ha tenido que hacer bastantes sacrificios, desde que dejó su hogar a los 14 años y tomó el riesgo de no continuar la escuela, de ir a Oaxaca y unirse a la Academia de los Diablos Rojos del México, con un boleto de lotería para ser exitoso y todavía con un techo alto por alcanzar, con la Serie Mundial y el Clásico Mundial dentro de su lista de deseos.
“Yo estoy muy agradecido con el equipo porque me agarraron después de yo haber tenido una cirugía muy riesgosa, porque nunca sabes cómo vas a llegar, y ellos tomaron ese riesgo esperarme durante un año y medio porque me retrasé un poquito por unos problemas que tuve más con el codo. El esperarme tanto tiempo y que me dijeran. ‘No te preocupes, no pasa nada’. Eso significó mucho para mí”.

Tras los pasos de Joakim Soria
Es un ídolo que tiene. Ningún mexicano tiene más salvamentos que este cerrador (221), mientras el Plebe tiene 56 rescates y ya empató a Sid Monge en el tercer lugar histórico de serpentineros nacidos en México.
Para Andrés Muñoz se ha convertido en un mentor. Tiene la fortuna de conocerlo a profundidad y cree que ha sido infravalorado, pese a que dejó grandes números en la Gran Carpa y fue dos veces All-Star.
“Tengo la confianza de, cuando siento que algo no está bien, mandarle mensaje, decirle al paisano ‘¿qué está pasando?’. Y él viene y me contesta, la verdad que eso habla muy bien de él. Ha sido una influencia muy grande para mí, me ha ayudado mucho. Y he aprendido mucho de él, más que todo la mentalidad que hay que tener para cerrar juegos”.
CIG