A estas alturas del año, hemos presenciado una alta volatilidad en los mercados, en medio de un entorno marcado por la incertidumbre respecto a la trayectoria de la economía global y los objetivos de política comercial impulsados por la istración de Trump, en particular en materia de tarifas arancelarias.
El año comenzó con un tono relativamente positivo: las expectativas de crecimiento global se moderaban, las bolsas buscaban diversificarse fuera de Estados Unidos ante valuaciones elevadas y surgían noticias favorables en otras regiones, por ejemplo, el paquete fiscal anunciado por Alemania. Sin embargo, el panorama cambió drásticamente con el tan anticipado Día de la Liberación. En ese momento el mercado fue sorprendido por un anuncio mucho más agresivo de lo esperado: tarifas generalizadas para una amplia gama de países, con énfasis en China.
La reacción fue inmediata. Se registró un ajuste relevante en bolsas y activos de riesgo, con un incremento en las expectativas de desaceleración económica —e incluso recesión. En consecuencia, muchos inversionistas comenzaron a rotar hacia sectores defensivos y activos refugio como el oro, que mostró un desempeño destacado.
Más recientemente, los mercados han reaccionado de manera positiva a anuncios que suavizan algunas de las medidas arancelarias antes comunicadas. Se han revelado avances en acuerdos con países clave como Reino Unido, y se ha confirmado un recorte temporal de 90 días en los aranceles impuestos a China. Esto ha impulsado una recuperación en los activos de riesgo.
¿Estamos ante una revisión positiva en las perspectivas de crecimiento? ¿Se ha reducido realmente la probabilidad de recesión? Mientras se responde a estas preguntas, los portafolios de inversión han vivido un vaivén que deja incertidumbre sobre cómo posicionarse: ¿seguir en modo defensivo o reincorporarse activamente al mercado para no perder el rebote?
La reducción temporal de aranceles ha sido un alivio para los mercados, pero no resuelve el conflicto estructural entre las dos mayores economías del mundo. En paralelo, Estados Unidos reportó una contracción de -0.3 por ciento en el primer trimestre de 2025, mientras que las presiones políticas sobre la Reserva Federal aumentan. El presidente Trump ha insistido en recortes de tasas, pero la Fed ha optado por mantener su postura restrictiva, con la tasa de referencia entre 4.25 y 4.50 por ciento, priorizando el control inflacionario.
En México el escenario es distinto. Banxico ha iniciado un ciclo más agresivo de recortes, acumulando 100 puntos base en lo que va del año y dejando la tasa en 9 por ciento. Se anticipa además un recorte adicional de 50 puntos base en la reunión de mayo. Esto reduce el atractivo de instrumentos de muy corto plazo, pero abre oportunidades en duración dentro del mercado de bonos.
Para quienes ya capitalizaron tasas altas en instrumentos de liquidez, puede ser momento de comenzar a extender duración gradualmente, sobre todo si se anticipa una desaceleración más marcada hacia 2026.
Estrategias para compensar y equilibrar portafolios
Aunque los índices de renta variable sufrieron un ajuste en semanas previas, actualmente se han recuperado a niveles similares a los previos al anuncio de tarifas. Las valuaciones en EU vuelven a situarse en niveles exigentes. En este contexto conviene reconsiderar la exposición hacia sectores más defensivos —salud, infraestructura, servicios públicos—, que pueden actuar como amortiguadores ante una desaceleración económica global.
Asimismo, las valuaciones en otras regiones como Europa, Japón o algunos mercados de Latinoamérica continúan siendo relativamente más atractivas. Aprovechar estos puntos de entrada puede representar oportunidades de largo plazo.
Por otro lado, el dólar ha mostrado señales de debilitamiento. Esta tendencia puede continuar conforme los inversionistas internacionales diversifican hacia otras monedas en un contexto de regionalización y replanteamiento de cadenas de suministro. La exposición a otras divisas puede actuar como una forma de cobertura estructural. En este entorno, mantener liquidez no representa un costo, sino una ventaja táctica. Contar con instrumentos líquidos brinda flexibilidad para entrar en momentos de corrección, como los que recientemente hemos vivido.
Finalmente, el oro continúa mostrando una tendencia positiva. La incertidumbre geopolítica, el sesgo hacia una posible debilidad del dólar y la demanda estructural por activos refugio refuerzan su papel como reserva de valor. Incluir una posición táctica en metales preciosos puede ayudar a compensar riesgos sistémicos.
Este entorno no exige abandonar el mercado, sino afinar la lectura del contexto y ajustar el posicionamiento. Compensar portafolios no implica volverse completamente defensivo, sino encontrar el equilibrio adecuado entre duración y liquidez, entre riesgo emergente y calidad crediticia, entre renta fija y renta variable.
En conclusión: no es momento de salir, sino de calibrar. En un escenario de treguas frágiles, desaceleración económica y tensiones comerciales, la gestión activa no es opcional, es esencial.