
Celebrar el Día de las Madres con Lupita D’Alessio en el Zócalo de la Ciudad de México fue algo histórico.
Quiero, por favor, que se dé cuenta del tipo de estrella de la que estamos hablando.
Lupita no es la típica cantante melosa que pone a llorar a las mamás el 10 de mayo defendiendo los discursos de sufrimiento, abnegación y consumismo del pasado.
Más allá de que es una figura fundamental en la historia del espectáculo nacional, es una cantante famosa por romper esquemas, por empoderar a las mujeres, por su espíritu de lucha.
Por si esto no fuera suficiente, sus “shows” son caros. Todo en directo y de lo mejor: músicos, voces, pantallas, efectos. Las audiencias pagan mucho por ir a verla.
Le ruego que se ponga a pensar lo que significó para las decenas de miles de mamás que llenaron ese espacio tan importante, ese espacio tan simbólico, ese espacio tan inmenso para gozar a Lupita D’Alessio, para corear esas canciones tan específicas y todo sin pagar un peso.
Es otro nivel de democratización de la cultura. No es Juan Gabriel amenizando la llegada del año 2000 como parte de una tendencia internacional.
Es una “leona” liberando a las mamás del pueblo de la Ciudad de México, poniendo a las mujeres más humildes de la capital de la nación al mismo nivel de las riquísimas audiencias que pagan por ir a ver un “show” a los escenarios más caros del mundo.
Esto es mil veces mejor que Bellas Artes porque no sólo fue el concierto, fue el hecho de que la mismísima Jefa de Gobierno de la Ciudad de México interrumpiera su agenda para homenajear a Lupita D’Alessio.
Voy a hacer una pregunta con mucho respeto: ¿Cuándo había visto usted que algún Jefe de Gobierno de la Ciudad de México se “rebajara” a homenajear a Vicente Fernández, a Juan Gabriel, a José José o a Luis Miguel?
Peor tantito: ¿Cuándo había visto usted que algún Jefe de Gobierno de la Ciudad de México se “rebajara” a homenajear a una cantante mujer?
Lo que hizo Clara Brugada fue hermoso. Fue, insisto, histórico. Es un parteaguas en los festejos del Día de las Madres, en el reconocimiento a nuestras mujeres y en el entendimiento de que la cultura es un derecho, no un privilegio.
Lupita D’Alessio tiene que ser en este momento la mujer más feliz de México porque la noche del 10 de mayo no sólo superó sus problemas de salud y vivió momentos particularmente satisfactorios en lo personal y en lo profesional. Cambió la historia.
¡Qué orgullo tan más grande! ¡Felicidades! De corazón.
Y si celebrar el Día de las Madres con Lupita D’Alessio en el Zócalo de la Ciudad de México fue algo histórico, verlo a través de los medios públicos y sus redes en todo el país y más allá de las fronteras, fue algo todavía más importante.
¿Por qué? Porque llevó a todos los rincones del planeta los mensajes de cambio y feminismo de Clara Brugada. Pero, sobre todo, por dos razones más: lo privado y Capital 21.
Los especiales televisivos del 10 de mayo, antes, siempre, eran de los medios privados. Eran su eje, su fuerza, su negocio, su demostración de poder.
¿Cuántas galas de este Día de las madres de cuántas televisoras privadas pueden competir en impacto editorial, en respuesta social y en valores de producción con lo que millones de personas vieron en los medios públicos mexicanos con Lupita D’Alessio?
Esto es inédito en la historia de la televisión mexicana. Es algo que en otros tiempos sólo le veíamos a los mejores medios públicos de los cinco continentes como la BBC de Londres. En serio.
Y lo más triste es que ni usted ni yo ni nadie jamás sintió que las televisoras privadas quisieran competir contra eso, cambiar sus narrativas o ya de perdis, sumarse a la transmisión.
El que calla, otorga. Y aquí pasó algo delicado. Lupita D’Alessio viene de los medios privados. Ellos, que le hicieron su bioserie, eran los que seguían en la organización de esta clase de eventos. No lo hicieron.
¿Así o más sintomático? ¿Qué sigue? Que se enojen con Lupita? Que la castiguen? Que le armen una campaña de desprestigio? Habrá que ver. Pero de que aquí ganaron los medios públicos, ganaron los medios públicos.
¿A qué me refiero cuando menciono, en esta nota, a Capital 21, el canal de televisión del gobierno de Clara Brugada, si la transmisión fue compartida por Canal Once y Canal Catorce?
A que el origen de todo lo que se vio por televisión y redes sociales vino de Capital 21 (la frecuencia 21.1).
Desde el magnífico programa especial previo, la estupenda entrevista a Lupita y la decisión de tener a cuadro a un presentador del colectivo LGBT como Johnny Carmona hasta lo más sofisticado de la producción televisiva, el circuito cerrado de televisión y la espléndida mezcla de audio.
Capital 21 es el más nuevo de los canales públicos de este país. No tiene experiencia. Su gente es la más joven. Sus recursos son limitados. Vive en la “austeridad republicana”.
¡Y mire lo que logró! ¡Mire lo que esas mujeres y esos hombres lograron!
Ahorita debe haber fiesta en el Gobierno de la Ciudad de México.
Lo de la “Capital de la transformación” sí es cierto e incluye a los medios de comunicación. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!