Conocemos la historia de las familias que salieron exiliadas a Europa, desde México, tras la revolución de 1910. Pero no conocemos la historia de las que partieron a Europa antes de la revolución. La historiadora María Inés Olaran Múgica nos ayuda a llenar este vacío con su libro Grandes familias hispanoamericanas en Francia (París-Biarritz), publicado en 2024 en Madrid por la editorial Montejasso. El destino de los mexicanos que llegaron a Europa en la segunda mitad del siglo XIX fue en efecto, con frecuencia, Francia. Sus apellidos los evocan de inmediato: los Yturbe, los Mier, los Escandón, los Amor, los Béistegui. Arribaron a México, en su mayoría, hacia el fin del siglo XVIII. Hicieron fortuna, por lo general en la minería y el comercio. A finales del siglo XIX, muchos de ellos volvieron a Europa, sin romper sus vínculos con México. “Sus negocios eran dejados a es y en Europa vivían como rentistas”, dice la autora del libro, sin más comentarios.
¿Quiénes eran esos mexicanos? Menciono a algunos de ellos. Eustaquio Escandón y Barrón era el hijo de uno de los notables de la comisión que ofreció a Maximiliano la corona de México. Vivió de niño en España y Francia, y luego en Inglaterra, donde estudió en Stonyhurst. Jugaba al polo. Ganó una medalla en los Juegos Olímpicos de París, junto a sus hermanos Manuel y Pablo. Vivía en una mansión estilo Luis XVI en la Avenida Víctor Hugo, donde acogió a Porfirio Díaz a su llegada a París. Manuel Yturbe, a su vez, vivía en España desde joven, casado con la malagueña María Scholtz de Hermensdorff. Era coleccionista de arte. Asistió a la coronación de Nicolás II, el zar de Rusia. Estuvo al frente de la legación de México en Berlín, sin recibir un salario, al igual que muchos otros mexicanos ricos de su tiempo, como Antonio Mier y Celis (ministro en París), Pedro Rincón Gallardo (en San Petersburgo), José de Teresa (en Viena) y Juan Béistegui (en Madrid). Calos Beístegui (Charlie) era el hermano de Juan. Estudió en Eton. Vivió en un apartamento en Champs-Elysées, decorado por Le Corbusier. Fue dueño del castillo de Groussay, donde mandó construir un teatro y un lago, que forman hoy un conjunto declarado monumento histórico en Francia. En 1951 fue el anfitrión de un baile de disfraces en Venecia, en el Palazzo Labia, al que asistieron Orson Wells y Winston Churchill: la Fiesta del Siglo. Era primo y tocayo de Carlos Béistegui, quien heredó su colección de arte al Museo del Louvre. Paulette Amor, en fin, nació en Biarritz antes de la Gran Guerra. Trabajó como modelo de Elsa Schiaparelli y como conductora de ambulancias durante la Segunda Guerra Mundial. Fue esposa de Jan Poniatowski y madre de Elena Poniatowska, y escribió un precioso libro de memorias, titulado con el nombre de una flor: Nomeolvides.
Hay un patrón en esta historia: los mexicanos que salieron después de la revolución perdieron a menudo sus fortunas y volvieron a México, mientras que los mexicanos que salieron antes de la revolución conservaron sus fortunas y permanecieron en Europa, a menudo casados con la nobleza (ofrecían su riqueza, y a cambio recibían un título). Algunos de sus descendientes regresaron al país, donde destacaron, como mi amiga Lolita Béistegui.
