Hay tantos problemas en el país, en el mundo, en el planeta, en todas partes; tantas tragedias, en Gaza, Ucrania, Sudán, Myanmar, ahora Los Angeles, en todos los continentes, por todos lados, que nadie piensa en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC-3), que tiene lugar esta semana en Niza, al sur de Francia. Los océanos no están en los titulares de los diarios, no aparecen en nuestra conversación, no nos preocupan. Ahí están. Pudieron sobrevivir durante siglos a los humanos, que no tenían la tecnología necesaria para destruirlos. Ya no. Todo eso cambió el siglo pasado. Los océanos están hoy en peligro. Y son vitales para nosotros.
Los océanos cubren tres cuartas partes del planeta; contienen el 97 por ciento del agua que hay en la Tierra.
Los océanos producen el 50 por ciento del oxígeno que respiramos, que permite que vivamos, gracias a la fotosíntesis del fitoplancton.
Los océanos desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima y la temperatura; redistribuyen el calor con sus corrientes, aumentan la humedad en la atmósfera.
Los océanos absorben cada año cerca del 25 por ciento del dióxido de carbono (CO2) que está en la atmósfera a causa de la contaminación que producimos, con lo que reduce el impacto en el clima de este gas con efecto de invernadero, aunque eso vuelve sus aguas más ácidas.
Los océanos capturan el 90 por ciento del exceso de calor que generamos con nuestras actividades; son nuestro mejor aliado en la lucha contra el cambio climático.
Los océanos conviven, en las costas, con alrededor del 60 por ciento de la población mundial, que está sujeta a los riesgos del incremento del nivel del mar.
Los océanos reciben todos los años cerca de 13 millones de toneladas de plástico, que es ingerido por aves y peces, y otros organismos del mar, y que así llega a nosotros.
Los océanos son la fuente del 15 al 20 por ciento de las proteínas de origen animal que consumimos, y que proveen a 7 500 millones de personas.
Los océanos son el hogar de entre el 50 y el 80 por ciento de todas las formas de vida que existen en la Tierra.
Los océanos son maravillosos, tienen un valor intrínseco, al margen de los servicios ambientales que nos dan.
Apenas el 2.7 por ciento de los océanos está protegido por la ley contra las actividades destructivas de los humanos, según el Instituto de Conservación Marina. Los océanos de altamar están fuera de las fronteras de las naciones; tienen reglas fragmentadas, muy poco estrictas; forman en realidad un vasto territorio sin ley, que es indispensable regular. Debemos combatir la destrucción de la biodiversidad, la sobrepesca, la contaminación de los océanos, la explotación minera de los fondos marinos. Para eso existe un tratado, discutido estos días en Niza, en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC-3). Fue firmado en 2023, tras 20 años de negociaciones. Entrará en vigor 120 días después de que sea ratificado por el décimo sexto país que lo firmó. Es crucial para garantizar el objetivo de biodiversidad globalmente acordado de proteger, por lo menos, el 30 por ciento de los océanos, en el horizonte del año 2030.
Entresacado: “Los océanos están hoy en peligro. Y son vitales para nosotros”.