El pasado febrero escribía en estas páginas sobre el meteórico crecimiento de la empresa Nvidia, mismo que ha continuado a lo largo del año. Al cierre del primer semestre de 2024 el precio de las acciones del productor de chips gráficos se incrementó en 149 por ciento. Este aumento de valor representa, por sí solo, casi la tercera parte del crecimiento del rendimiento total del índice accionario S&P 500 (14 por ciento).
El repunte de Nvidia la ha llevado a convertirse, por un momento, en la empresa más valiosa del mundo. El martes 18 de junio alcanzó un valor de capitalización de alrededor de 3.3 billones de dólares, por encima de las icónicas Microsoft y Apple.
Durante el primer trimestre del año fiscal estadunidense, las ventas de la empresa superaron los 26 mil millones de dólares, un crecimiento de 262 por ciento respecto al año anterior. Esto provino principalmente de su segmento de centro de datos, que logró un récord de ingresos (22 mil 563 millones), con un crecimiento anual de 427 por ciento. La utilidad por acción para el trimestre fue 629 por ciento superior a la de hace un año y al día siguiente de la presentación de resultados de Nvidia, el precio de sus acciones subió 9 por ciento en una sola jornada.
Jensen Huang, fundador y director general de la empresa, atribuyó el crecimiento del centro de datos de Nvidia a la alta demanda de Hopper, una unidad de procesamiento gráfico (GPU, por su sigla en inglés) especializada en el entrenamiento de modelos de lenguaje, sistemas de recomendación y aplicaciones de IA generativa. Según los analistas de Gartner, se espera que los ingresos por chips de IA se dupliquen para 2027. ¿Hasta dónde y hasta cuándo lo seguirán haciendo?
Decía en la entrega pasada que la IA representa un cambio de época al interior de la revolución digital y la demanda por más y mejores soluciones de este tipo solo puede crecer. Siendo así, los únicos límites que Nvidia encontrará, al menos en el corto plazo, serán los impuestos por la competencia, la escasez de recursos y, eventualmente, la regulación. Respecto a lo primero, AMD e Intel están lanzando sus propios chips de IA, al igual que gigantes tecnológicos como Amazon, Google y Microsoft, que están diseñando sus propios modelos. Por otra parte, firmas como Cerebras, Groq, MatX, Hailo, Taalas, Tenstorrent y Graphcore están buscando desarrollar enfoques que superen la eficiencia de las GPU de Nvidia.
Por lo que toca a restricciones de recursos, la más importante es la capacidad de producción eléctrica. La demanda para la producción de IA es sumamente elevada y existe una limitación tanto material como regional al respecto, ello sin contar con la presión de las exigencias globales por soluciones en materia de cambio climático.
Finalmente, respecto a la regulación, hay al menos dos vertientes. Por un lado, lo que corresponde a competencia, pues Nvidia acumula ya algunas acusaciones de prácticas monopólicas y, por otro lado, la que tiene que ver con crecientes preocupaciones, tanto éticas como jurídicas, respecto al uso de la nueva tecnología. En esta segunda, me parece, tanto Nvidia como la AI en su conjunto comenzarán a encontrar cada vez más voces que busquen limitar su expansión.
Alfa positivo. Buenas noticias para México en el frente de la formación bruta de capital. De acuerdo con el Inegi, en abril la inversión fija bruta alcanzó un nuevo máximo histórico, con un crecimiento de 10.5 por ciento respecto al año anterior.