Existe una creencia muy generalizada de que los aumentos al salario mínimo solo benefician a los trabajadores formales. Esto no es así. Es evidente que los primeros que se benefician con una medida de este tipo son los formales, pero esto no implica que el resto no se beneficie. Esto ocurre porque los mercados de trabajo no están completamente segmentados, es decir, no hay nada que impida el flujo continuo de trabajadores de la formalidad a la informalidad o viceversa. De hecho, varios estudios han demostrado que las personas que transitan con mayor frecuencia de un estatus laboral al otro son precisamente las de menores ingresos.
El mecanismo que opera en el mercado laboral puede ser muy complejo, pero lo cierto es que los aumentos al salario mínimo envían la señal a los trabajadores informales de que el costo de oportunidad de no estar en la formalidad es mayor. Esto fortalece los incentivos para buscar alternativas en la formalidad, lo que a su vez podría contribuir a generar presiones al alza en los salarios en la informalidad. Algunos resultados de estudios econométricos y las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) así lo sugieren.
De entrada, hay que tomar en consideración que los aumentos al salario mínimo en términos reales comenzaron en 2016, una vez que fue aprobada la creación de la Unidad de Medida y Actualización (UMA), lo que permitió sustituir al salario mínimo como medida de referencia en un sinfín de precios y tarifas. Ahora bien, según la ENOE, el ingreso laboral promedio de la población ocupada creció en 19 por ciento entre el cuarto trimestre de 2015 y el cuarto trimestre de 2023. Sin embargo, al desagregar esta variable por el estatus laboral, el ingreso de los trabajadores formales creció en dicho periodo en solo 12 por ciento, mientras que el ingreso de los trabajadores informales aumentó en 22 por ciento. Es decir, que en el periodo en el que aumentaron los salarios mínimos en términos reales, los ingresos que más crecieron fueron los de los trabajadores informales. Esto no ocurrió por un aumento en la informalidad, sino que se explica porque los trabajadores informales se suelen ubicar en la parte baja de la distribución salarial y son, por ende, más susceptibles a beneficiarse de un aumento en el salario mínimo.
Un segundo indicador es el de la evolución de la pobreza laboral de los trabajadores informales. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), un trabajador está en situación de pobreza laboral si los ingresos que obtiene por medio de su trabajo (es decir, excluyendo ingresos por transferencias o programas sociales) son insuficientes para adquirir una canasta alimentaria. De acuerdo con las cifras del Coneval, la pobreza laboral de los trabajadores informales ha disminuido de manera continua a partir de 2015. Específicamente, la tasa de pobreza laboral de estos trabajadores pasó de 27.7 por ciento en el cuarto trimestre de 2015 a 21.1 por ciento en el cuarto trimestre de 2023, una caída de casi una cuarta parte en la tasa de pobreza laboral. Cabe señalar que entre 2005 y 2015, cuando el salario mínimo estuvo estancado, la tasa de pobreza laboral de los trabajadores informales tampoco cambió. Estos dos indicadores apoyan la hipótesis de que la política de aumentos al salario mínimo no solo beneficia a los trabajadores formales, sino que también tiene efectos positivos en los ingresos y el bienestar de los trabajadores informales.
