En diciembre de 2006 Felipe Calderón decidió comenzar una absurda guerra contra el narcotráfico que hoy en día sigue costando miles de vidas en nuestro país.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la tasa de homicidios en el mes de julio pasado fue de 25 por cada 100 mil habitantes; desde el inicio de la guerra la tasa de homicidios aumentó considerablemente, cuando Fox concluyó su sexenio (1 de diciembre de 2006) la tasa fue de 8.1 por cada 100 mil habitantes, mientras que, en 2012, cuando terminó la gestión de Felipe Calderón fue de 22.2 por cada 100 mil habitantes.
Peña Nieto cambió de estrategia de seguridad, pero continuó con la guerra, se esperaba que López Obrador con toda la legitimidad que le dio su abrumador triunfo en las urnas en 2018 terminaría con la violencia heredada de los gobiernos anteriores, pero no fue así, al contrario, las bandas del narcotráfico no solo aumentaron su poderío en algunas partes del territorio nacional, también se adentraron en actividades económicas lícitas.
La política de abrazos no balazos, la principal estrategia de seguridad del gobierno de López Obrador, resultó un rotundo fracaso.
Un artículo escrito por Cota Isabella (21 de septiembre de 2023).
Desde el limón hasta los taxis: el narco se expande en la economía mexicana.
El País., señala como las bandas del narcotráfico están comenzando a participar en actividades económicas legales, la pesca y la comercialización de frutas y verduras son algunas de ellas, esto se presenta principalmente en los estados del sur en donde el estado de derecho no existe, las autoridades estatales y municipales se encuentran rebasadas frente al poder de las bandas criminales.
Es increíble que después de 17 años México siga librando esta absurda guerra, no existe una política de seguridad real que nos permita ver la luz al final del túnel.
La normalización de la violencia en el país se ha hecho costumbre, como ciudadanos nos es indiferente hasta cierto punto ya que lo vemos como algo “normal”, los políticos se culpan unos a otros, pero no solucionan nada, el presidente como jefe de Estado tendría que hacer un llamamiento a todas las fuerzas políticas del país para resolver el tema, a menos de un año de gobierno difícilmente lo hará, seguirá promoviendo su política de abrazos no balazos.
Según un estudio elaborado por AC consultores el crimen organizado cubre el 81% del territorio nacional, lo anterior se debe a que no hay una estrategia de seguridad por la Federación ni por parte de los gobiernos estatales.
Un dato escalofriante de la revista “Science” menciona que cerca de 175,000 mexicanos trabajan para el narco, quien a su vez es el quinto empleador en México, solo por encima de empresas como FEMSA y Walmart, entre otras.
El Estado mexicano no puede combatir la violencia si no hay buenas fiscalías y ministerios públicos, no puede combatir la violencia si no hay políticas de seguridad social que les permita vivir dignamente a los mexicanos, no puede combatir la inseguridad sino genera las condiciones necesarias para que exista una mayor movilidad social en los estratos socioeconómicos menos favorecidos.
Algunas entidades de la República son estados fallidos, de eso no hay duda, el monopolio de la seguridad no está a cargo de las autoridades, sino de los cárteles del narcotráfico, ejemplo de ello es lo que pasó hace unos días en la carretera entre Frontera Comalapa y San Gregorio Chamic, dos municipios chiapanecos de la frontera con Guatemala, en donde camionetas tipo suburban desfilaron cuales grupos de rock, siendo aplaudidos y bien recibidos por los habitantes de aquellas localidades.
Al próximo presidente o presidenta le será heredado un país derramado en sangre, no podemos seguir combatiendo al narco con la política de abrazos no balazos, pero no podemos, tampoco, continuar con la estrategia que promovió Calderón.
