Luego de asomarse a la exposición de Fabián Cháirez en el Museo de la Ciudad de México: La segunda venida del señor, el arrepentido cartujo corre al confesionario, no por haber cometido una herejía, sino por el pecado nefando de malgastar su cada vez más escaso tiempo (“el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”, dice el refrán) con un personaje de la provocación sin consecuencias, excepto la de hacerse famoso con la publicidad gratuita de los señores y las señoras de los golpes de pecho y la vela perpetua.
Este nuevo episodio protagonizado por el autor de La revolución, exhibe una grave pifia de la UNAM: más allá del tema, aceptar a un pintor tan limitado en un lugar como San Carlos. Las protestas de un grupo de católicos y la orden de un juez ocasionaron la suspensión “temporal” de la muestra; Cháirez se rasgó las vestiduras, alegó censura y clamó contra la intolerancia, acaparando espacios en todos los medios; el hecho fue capitalizado por el gobierno de la Ciudad de México, donde le abrieron las puertas del emblemático recinto para montar de nuevo su exposición.
El monje ite su precario entendimiento en la materia, por eso se ilumina con las voces de expertos y artistas reconocidos por su calidad. Uno de ellos le dice sobre la “polémica” exposición: “Como pintura eso no se sostiene ni con diez escándalos. Son imágenes excesivamente obvias y excesivamente candorosas. Qué malentendido se ha creado entre arte y activismo. No funcionan ni como estimulantes para la libido”. Otro lo mira con simpatía: “Fabián tiene talento, recursos técnicos. Puede crecer mucho si no se queda en esos temas que siempre lo limitarán dentro de un grupo”.
En la reapertura de la muestra, la secretaria de Cultura de la CdMx, Ana Francis Mor, dijo contundente: “Esta es una ciudad de derechos y libertades […] y no podemos permitir la censura nunca”. ¡Así se habla!, piensa el cofrade, quien se pregunta: ¿y si en vez de la imaginería católica, Cháirez usufructuara iconos sagrados de la 4T con algo así como La increíble venida del mesías tropical, también lo recibirían con porras y apapachos?
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
