El mundo siempre ha sido libresco: hay más libros que agua porque en los libros se ha volcado la imaginación. La primera imprenta de América se fundó en la Ciudad de México en 1539, pero las vanguardias aparecen ya en el siglo XIX y XX. Los movimientos sociales y las revueltas influyeron en la manera de concebir la edición.
Destaco los siguientes momentos: La Independencia de 1810 / La Revolución de 1910 / Los movimientos obreros y campesinos de los años 50s / Los hippitecas y el movimiento popular estudiantil de 1968.
Aparecieron las editoriales comerciales, las universitarias y las marginales. En ellas la aportación de los creadores e intelectuales poblanos ha sido vital: Ernesto de la Torre Villar, Alfonso León de Garay o Salvador Cruz por citar a algunos de ellos: un genetista y dos historiadores que estudiaron la educación en Puebla.
Otro papel crucial lo registran los refugiados españoles hacia 1939 y los exiliados políticos debido a los golpes de estado en el Cono Sur en la década de los 70s. Citemos a Luis Buñuel, Ramón Xirau, José Gaos, Wenceslao Roces; José Dirceu, Onofre Pinto, Ricardo Vilas, Gregorio Bezerra, Augusto Roa Bastos y Rubén Barreiro Saguier.
Entre las tendencias literarias y sus editoriales subrayo a Los Contemporáneos, Los Estridentistas, Los Infrarrealistas, La Espiga Amotinada y la Literatura de La Onda. De ahí se desprenden editoriales como Era, Joaquín Mortiz y el Fondo de Cultura Económica.
Muchas editoriales crecieron gracias a la preferencias de los lectores, las llamadas literaturas de kiosko: Novela policiaca / Novela de Ciencia Ficción / Novela Rosa / Novela de Terror.
De la novela policiaca tenemos el antecedente de Pepe Martinez de la Vega y su detective Peter Pérez, Rafael Bernal y su Complot mongol o María Elvira Bermúdez y su Muerte a la Zaga. La revista Siempre!, Joaquín Mortiz y Premià difundieron a estos autores. Necesitaría un poco más de tinta para continuar el tema, dejó los datos sólo para volver a las hemerotecas.