El karate como la mayor parte de las Artes Marciales, más que una técnica para el combate, es una filosofía que norma la vida del practicante para alcanzar el equilibrio en todos los niveles y “formar y perfeccionar la personalidad a través de rigurosas pruebas, superando obstáculos tangibles e intangibles”.
Se sabe que el karate inicia a partir de los sistemas de pelea existentes en la Isla de Okinawa, cuyo origen se remonta al kung-fu, creado en el mítico Templo Shaolín, adaptado a las necesidades de los guerreros nobles de la isla para proteger al último rey de Okinawa, Sho Tai.
Como ilustra el portal ecured.cu, al Karate-do se le conoce como “el camino de la mano vacía”, aludiendo a la no inclusión de armas en esta práctica. Lo cierto es que sus máximos exponentes y maestros, tenían conocimientos del manejo de las armas tradicionales de Okinawa.
En una traducción más mística, la palabra karate, es “la mano que emerge, que contiene al vacío, al todo”, o “la mano del absoluto”, podría hablarse inclusive del “camino del absoluto”, debido a la profundidad filosófica, física y técnico-táctica del arte. Otro posible significado es “el camino de la mano y de la vida”, pues el vacío o “kara” filosóficamente lo contiene todo, como esencia sin ataduras, sin juicios, sin límites, sin forma”.
Uno de los estilos de karate más populares es el Shotokán, cimentado a partir del confucionismo y del código bushido o normas de los guerreros Samurai.
Aunque “karate ni sente nashi”, es probablemente el principio fundamental de esta disciplina, cuyo significado es que “en karate no existe el primer golpe”, es decir que todas las katas o secuencias comienzan con una técnica de defensa; esto no es del todo exacto porque “cada defensa es un ataque en sí mismo, orientado a desarmar y debilitar al oponente”.
El Karate-do se caracteriza por el empleo de golpes de puño y patadas, aunque no se limita sólo a ellos: “Aquí se coordina la fuerza o ki, la respiración, el equilibrio, la postura, el correcto giro de cadera y la conexión conjunta de músculos y extremidades, trasladando gran parte del peso corporal y del centro de gravedad al impacto, para buscar derrotar al adversario mediante un solo golpe contundente”, siempre acompañado del característico Kiai o grito de ataque, donde se libera toda la energía.
(Con información de ecured.cu, jka.or.jp y jomayodan.blogspot.com)
@marien_caminoa7