Y ¿Qué con la educación?

Si la prensa de periódicos o de radio y televisión el país nos dice que está dominado por el tema de los “aranceles”, tenemos un tema del tipo muy frecuente y curioso pues el incitador del tema es el presidente de los Estado Unidos. A la prensa y a la televisión le importa poco las escuelas cerradas en al menos cuatro estados de la república, por las maquinaciones del gremio magisterial sindical con las siglas CNTE, muy cercanas a la del SNTE. Parece un pleito por dinero y no obstante a los “mal pensados” se les aparecen motivos políticos, por pleitos con autoridades de planteles escolares y aun de las secretarías de educación de esos estados del país.

Bueno, la “grilla” no es el tema principal de la educación. Es evidente el retroceso escolar por la pandemia y sus consecuencias aún a casi tres años de resuelta, al menos en su fase crítica. El punto es si este país de más de 125 millones de habitantes “aguanta” un modelo educativo definido por el “centro” para ser aplicado en el 100% de las escuelas, sin importar las diferencias entre regiones de un mismo estado y desde luego entre las diversas regiones sociales y económicas de los estados de la república.

Tampoco parece ser una verdadera preocupación las diferencias regionales de los maestros y maestras. La SEP comanda una educación igual o muy parecida en todas las regiones, y no le preocupa las diferentes costumbres y características de las múltiples regiones de México. La pretensión es enseñar lo mismo para todos los estudiantes de educación básica, y claro, maestros que realicen los mismos procesos sin importar el sur, los mares, el centro o las montañas. Desde luego hay enseñanzas universales. Las operaciones básicas de la aritmética son las mismas en todo el mundo. Y también, la geografía del país no cambió de escuela en escuela. Sin embargo, las historias locales, las cuales importan tanto como las historias nacionales, son diversas; las costumbres tienen variantes entre familias pesqueras y familias de montaña, entre ciudades y ruralidades.

No es posible con una política educativa unitaria propiciar la comprensión de las diferencias y sus consecuencias por ejemplo entre una familia de ocho personas que viven en una casa de tres habitaciones, en relación con una familia de cuatro personas que vive en una casa con ocho o diez habitaciones. El ejemplo puede ayudar a los aprendizajes de números, cantidades y sobre todo la importancia de las mediciones, y puede estorbar cuando la pregunta del estudiante es ¿por qué suceden tales diferencias? Y el maestro o maestra tendrá que explicarlo con alguna consideración fácil de escuchar y difícil de comprender.

Desde luego, los millones de estudiantes en educación básica no se prestan para mucha finura educativa. Sin embargo, la generalidad ayuda para ciertas cosas, sobre todo istrativas que hacen posible mantener la operación de todas las escuelas del país. De otro lado, podemos mantener lo istrativo igual y los procesos educativos diseñarlos con respeto a las condiciones de la población escolar específica, si a los maestros no se les impusieran tareas istrativas innecesarias. Y así dedicar tiempo y esfuerzo a pulir y refrescar de manera constante la actividad pedagógica pertinente a cada clase de contenidos y procesos, y coherentes para los diversos tipos de estudiantes del grupo a su cargo.

Y hoy, a pesar de sindicatos preocupados por dineros y no por dirigir el aprendizaje de los estudiantes, es indispensable modernizar la formación de maestros, modernizando las escuelas normales formadoras de docentes, hasta ahora sufrientes de la misma supresión de la variedad, y centradas en un solo modelo educativo, aun dentro de la necesidad de distinguir los procesos pedagógicos de ciencias, arte, sociedad, historia y, lo que antes llamábamos civismo.

Hace casi treinta años, la UNESCO, publicó el estudio sobre la educación en el mundo encargado a J. Delors, cuya propuesta, a raíz del análisis realizado, fue darle la primera importancia en la educación a cuatro aprendizajes: Aprender a Ser, Aprender a Saber, Aprender a Hacer, Aprender a Convivir. Es decir, no todo se aprende del mismo modo. Cada aprendizaje tiene sus “cómos” específicos, pues está dirigido a estudiantes y personas capaces para ubicarse en el mundo, desde su interioridad hasta su capacidad de vivir con otros. Treinta años no han sido suficientes para comprender y aplicar esas diferencias.

Basta una mirada, aún superficial, a la lista de, digamos, los diez pedagogos más reconocidos en el mundo, para verificar la importancia de utilizar diversas lógicas de aprendizaje si se quieren conseguir los propósitos de la educación básica. Se puede seguir con el privilegio a la istración de la tarea educativa y se obtendrá el mismo resultado: estudiantes, que para trabajar, han de prepararse en la empresa que los contrate, con los métodos de aprendizaje congruentes con los objetivos deseados, y así demostrar su capacidad para realizar aquello que la empresa necesita. La escuela sólo le ayudó para demostrar que sí pasó por el sistema educativo nacional.

Ojalá la pausa por las semanas Santa y de Pascua, ayude a verificar lo inconveniente de educar a 35 millones de estudiantes de la misma manera.


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Miguel Bazdresch Parada
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