Pese a los inclementes rayos del sol, las calles del Centro Histórico se vieron desbordadas de fieles, quienes en un ambiente de devoción, fe, y reflexión vieron al Señor de las Maravillas estrenando su anda de color oro, que pesó una tonelada, encabezar la Procesión de Viernes Santo, donde se puedo ver al arzobispo Víctor Sánchez Espinosa acompañando a los más de 180 mil devotos.
Miles de personas asistieron a esta actividad religiosa, la cual se ha convertido en la más importante de América Latina con la participación de las imágenes de:
- Señor de las Maravillas
- Jesús Nazareno
- Virgen de Dolores
- Virgen de la Soledad
- Jesús de las Tres Caídas
- Jesús de la Divina Misericordia
- Santo Niño Doctor de los Enfermos
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Desde las 7:00 horas, la gente comenzó a llegar al primer cuadro de la ciudad para lograr un lugar en el cual estuvieran cerca de las imágenes y del arzobispo de Puebla, para que les diera su bendición.
En las calles 16 de Septiembre, Avenida Juan de Palafox y Mendoza, 2 Norte, 4 Oriente, 11 Norte y Avenida Reforma, se vivió la fe de los creyentes; algunos con imágenes del Señor de Maravillas o del Niño Doctor no podían creer la magnitud de este evento religioso.
En el primer mensaje, el arzobispo señaló que es momento de reflexionar y de perdonar. Resaltó que como cada 25 años se abrió la puerta de perdón en la Catedral poblana.
Fue antes de la 14:00 horas cuando se emitió el segundo mensaje en el Paseo Bravo, el canónigo José Luis Bautista, quien refirió que en el país se vive un ambiente de violencia, pidió por el cambio de la gente.
“Llegamos por nuestros pecados, porque en este 2025 hay mucha violencia, muchos asesinatos, impunidad, el rostro de María en la Soledad en la Virgen de Dolores, en tantas madres buscadoras en este país”, expresó.
Para concluir, en el tercer mensaje en el atrio de la Catedral, el arzobispo agradeció al comité de organizadores y a los participantes.
Viernes Santo de devoción
Con gran devoción fue como poblanos y turistas vivieron el Viernes Santo, además de reforzar la fe, que se ha convertido en una manifestación cultural y familiar.
Cada Semana Santa, las calles de Puebla se pintan de color, alegría y devoción con la representación de la procesión, un recorrido que conmemora el camino de Jesucristo hacia la crucifixión.
Esta práctica, heredada de generación en generación, fusiona la fe católica con el colorido folclore mexicano, con una procesión que incluye música, cánticos que capturan la pasión y la muerte de Cristo.
Desde tempranas horas, familias enteras comenzaron a congregarse alrededor de la iglesia principal, muchos vestidos de negro como muestra de luto. La solemnidad marcaba cada gesto, cada mirada. El silencio, solo roto por los cánticos sacros y el golpeteo rítmico de los tambores, daba cuenta de una ciudad que se detuvo por completo para conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo.
Entre lágrimas y plegarias, cientos de feligreses se dieron cita para pedir por su salud, agradecer los favores recibidos y pedir por el bienestar de sus seres queridos.
Para las familias, este día no solo tiene un sentido religioso, también emocional. Muchas de ellas acudieron completas, abuelos tomados del brazo de sus nietos, padres cargando en brazos a los más pequeños. Es un día para recordar valores, para enseñar con el ejemplo y para reafirmar la fe compartida.
“Traer a mis hijos me parece importante. Quiero que conozcan nuestras raíces, que entiendan que la fe también se vive en comunidad”, dijo Alejandro, mientras sostenía a su hija que miraba las imágenes que participaron en la Procesión de Viernes Santo.
Este Viernes Santo no solo fue una jornada religiosa, fue un espacio de encuentro espiritual, de identidad colectiva y de reafirmación de valores que siguen vivos en el corazón de muchas familias.
AAC