Abordar estas unidades destartaladas de transporte urbano es como dar un viaje al fondo de la inseguridad y la oscuridad, que espantaría a cualquier pasajero, muy alejado de la postal del hub de electromovilidad que se presume existe en Nuevo León.
Esta imagen descompuesta y sucia de los camiones urbanos parece más a una del Monterrey de los 90 que operan concesionarios, que no se han acoplado a los nuevos lineamientos del transporte urbano y que incluso cobran aún en efectivo o portan validadores de Tarjeta Feria.
Aunque los botones de ejemplo de estos camiones con apariencia avejentada sobran, el punto a favor es que pasan con mayor frecuencia, lo que genera que no haya largas filas o extensas como ocurre con los nuevos camiones ecológicos.
Por ejemplo, en este estatus se encuentran las rutas 5 Estanzuela-Central, 301-Mederos, San Ángel, Realito-Mercado del Campesino y Transmetro 405, según un recorrido realizado a bordo de los camiones por parte de la plataforma MILENIO-Multimedios.
Camiones con cristales polarizados, estrellados o sin ellos; sin luz interior o que casi no se ve, pero por fuera deslumbran con una iluminación morada o roja, como si los pasajeros abordaran un tugurio rodante…
Tapizados de pintas pandilleriles, cables sueltos, basura, láminas sueltas, agujeros donde deberían ir los focos y con un ambiente potente de música vallenata y reggaetón a todo volumen.

Al abordarlos, el pasajero es recibido por una imagen del pasado: una palabra grandota frente al chofer como “Rufián”, “Monserrath”, “Bronco” o “Una en el día y la otra en la noche”, como si el camión fuera personalizado o bautizado con un nombre por el chofer.
Las imágenes en su interior contrastan: de un lado la imagen de la Virgen de Guadalupe, y del otro, una mujer desnuda; de fondo el edificio servilletero del Tec de Monterrey, y adentro del camión Estanzuela, se percibe una invasión de grafiti y vidrios destruidos. El contraste de la tecnología y lo anacrónico.
Esto choca con los camiones eléctricos que acaba de echar andar la semana pasada el gobernador Samuel García Sepúlveda, quien asegura que buscan mejorar la movilidad y el servicio de transporte público en el corredor Garza Sada-Carretera Nacional.
El trayecto además de beneficiar a los más de 25 mil estudiantes de la UANL y de los CECyTEs, también aseguran favorecerá a s de la zona sur de Monterrey.
Pero ésta es una ruta similar a la de los destartalados Estanzuela, Metrobús 405 y 301 cuyas unidades dejan muy cerca a los alumnos del campus Mederos.
Sin embargo, son rutas urbanas anacrónicas que no tienen nada que ver con esos dos mil camiones verdes ecológicos que operan a base de gas natural procedentes de China adquiridos vía arrendamiento por el Gobierno del Estado desde hace dos años.

Son unidades que solo transportan al de un lugar a otro: no traen servicio de wifi (como los nuevos traídos desde Shanghái), no tienen clima, menos portabicicletas, y traen validadores de Tarjeta Feria, –que casi nadie utiliza– y cobran en efectivo 12 pesos, como la Ruta 301.
De hecho, las unidades están equipadas con una caja de madera con huecos para poner las monedas de diferentes denominaciones y un apartado con una liga para los billetes.
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mrg