El estado de Tlaxcala se pinta de amarillo cada año con la llegada de la temporada de girasoles. Se trata de “Santum”, un santuario natural que, por unas semanas, se convierte en un espectáculo visual único, donde miles de flores crean un paisaje digno de iración.
Ubicado a una hora de la capital poblana y a dos horas de la Ciudad de México, está la comunidad de San Francisco Atexcatzinco, perteneciente al municipio de Tetela de la Solidaridad; cada año, una hectárea y media se transforma en un mar dorado de girasoles, como si la naturaleza marcara una cita con la belleza.
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Este santuario floral nació en 2022, por un grupo de emprendedores, quienes encontraron en Tlaxcala la tierra y el clima perfecto para cultivar girasoles. La combinación de suelos fértiles, altitud y horas de sol permitió que esta flor pudiera desarrollarse con fuerza y belleza.
Fue así como surgió la idea de sembrar la semilla cada año, creando un santuario natural que hoy se ha convertido en un punto de encuentro para las familias, fotógrafos y visitantes de diversos puntos del país, en busca de un momento maravilloso.
“El proyecto principal es unir dos industrias completamente diferentes: el turismo y el campo. El objetivo es que no haya un intermediario, sino que la misma gente conozca el trabajo dentro del trabajo”, explicó Brian Munguía Hernández, CEO del proyecto, en entrevista para MILENIO Puebla.
Comentó que la experiencia se vuelve fascinante, porque los visitantes podrán caminar entre la flor de verano y sumergirse en un espacio lleno de luz natural.
El significado de los girasoles está asociado con la alegría y la energía positiva, ya que por ser flores que giran hacia el sol, se convierten en un símbolo de esperanza.
Máximo esplendor
Señaló que el girasol es de temporada y solo florece durante abril y junio, creando un paisaje digno de postal. Por ello, durante estos meses resulta ideal visitar el santuario y apreciar cada una de las flores.
“Solo se hace por una temporada porque se adapta bastante al clima que tenemos en esta fecha y la floración llega a ser mucho más bonita (...) Cada año, nos preparamos con hasta cien mil flores; empezamos la siembra en febrero y la llegamos a concluir en junio”, dijo.
Compartió que cada semilla que se siembra en el santuario recibe un cuidado especial por parte de los agricultores, quienes dedican tiempo y esfuerzo para asegurar que cada planta crezca sana y fuerte.
Señaló que todo lleva un proceso, desde la preparación de la tierra hasta el riego y seguimiento diario, una labor que se hace con amor, para que la planta florezca en su máximo esplendor.
“Primero se hace el surco y venimos sembrando la semillita y, una vez que empieza a florecer, no le debe faltar el agua para que siga su rumbo, porque si no hay cuidado, no crece a su tamaño ideal. Son tres meses de cosecha, y tenemos una siembra de hectárea y media. Todo se hace con mucha dedicación para tener un campo lleno de girasoles”, mencionó Margarito Moreno, encargado de la siembra.
Además de su belleza visual, el santuario promueve el o con la naturaleza y fomenta la conciencia sobre la importancia de preservar estos espacios naturales. El santuario estará abierto al público hasta el 8 de junio de lunes a domingo de 9:00 a 17:00 horas, un sitio ideal para pasar con amigos y familia.
CHM
