Cuentos breves y extraordinarios (Lumen, 2024) es una de las obras en colaboración de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, quienes, junto con Silvina Ocampo, publicaron Antología de literatura fantástica (1940) y con el pseudónimo de H. Bustos Domecq firmaron Seis problemas para don Isidro Parodi (1942) y otros títulos con el mismo protagonista en los que explotaron su afición por la literatura policiaca y de misterio.
La antología fue terminada el 29 de julio de 1953 en Buenos Aires, de acuerdo con la nota preliminar en la que Borges y Bioy advierten: “Este libro quiere proponer al lector algunos ejemplos del género [narrativo], ya referentes a sucesos imaginarios, ya a sucesos históricos. Hemos interrogado, para ello, textos de diversas naciones y de diversas épocas, sin omitir las antiguas y generosas fuentes orientales. La anécdota, la parábola y el relato hallan aquí hospitalidad, a condición de ser breves”.
- Te recomendamos Buenos Aires en las entrañas Laberinto

La primera edición se publicó en 1955 en la colección Panorama, dirigida por Ernesto Sabato, de la editorial Raigal; en 1967 la segunda en la editorial Santiago Rueda, en la que se agregan cinco textos, y 1973 la tercera en Losada, con diecisiete nuevas narraciones, es esta la edición que nos ofrece Lumen con un total de ciento diez textos en los que Borges y Bioy se erigen coautores al recurrir al montaje, a la síntesis, a la creación de títulos originales y, especialmente, a “la inclusión de textos de los propios compiladores bajo atribuciones falsas”, como lo advierte Lucas Martín Adur Nobile, de la Universidad de Nueva York.
Cuentos breves y extraordinarios es una obra de erudición, de imaginación, “más que ser una reproducción fiel de cuentos de diferentes escritores, es una reinterpretación que Borges y Bioy hacen de historias ajenas”, dice Wikipedia. Borges y Bioy reescriben, resumen y crean un libro que continúa vigente, un longseller en el conviven autores como Ibn Abd Rabbih, Robert Burton, Alfonso Reyes, Voltaire, Fra Diavolo, Edgar Allan Poe, Henri Michaux, entre muchos otros, y en el que se encuentran narraciones como la de Virgilio Piñera, titulada “El insomnio”, en la cual un hombre desesperado por no poder dormir, da vueltas en la cama, fuma, lee, apaga y prende la luz, sale a caminar, regresa, sigue sin conciliar el sueño, acude al médico, pero no pasa nada, no se duerme. “A las seis de la mañana carga un revolver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto, pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente”. O como esta otra, de Aguirre Acevedo, titulada “Prestigieux, sans doute”: “El enmascarado subía la escalera. Sus pasos retumbaban en la noche. Tic, tac, tic, tac”.
“Esperamos, lector, que estas páginas te diviertan como nos divirtieron a nosotros”, dicen Borges y Bioy al final de su nota preliminar. Sin duda, su deseo se ha cumplido desde hace setenta años, cuando se publicó la primera edición de este libro extraordinario.
AQ