Las niñas y niños tienen derecho y merecen ser felices. Tener un desarrollo pleno, integral y armónico que les permita una mejor relación con su entorno social y natural. Crearles ambientes favorables a su desarrollo, tanto familiares como escolares, es una responsabilidad adulta. El punto de partida es garantizar una crianza positiva desde el hogar de cada niña y niño, porque tienen derecho a crecer en un hogar seguro y amoroso. La crianza positiva es el conjunto de prácticas de cuidado, protección, formación y guía que ayudan al desarrollo, bienestar y crecimiento saludable y armonioso de las niñas, niños y adolescentes, tomando en cuenta su edad, facultades, características, cualidades, intereses, motivaciones, límites y aspiraciones, sin recurrir a castigos corporales ni tratos humillantes y crueles, salvaguardando el interés superior de la niñez con un enfoque de derechos humanos. (Unicef, 2024)
La escuela por su parte debe dar continuidad a estas líneas e intenciones. Se tiene que lograr que las niñas y niños acudan a la escuela con gusto, que deseen estar ahí. Generarles ambientes de aprendizaje donde la sonrisa, la armonía, el deseo de conocer, la actividad física y la constante interacción social sean las características principales. Nuestra relación pedagógica debe innovarse frecuentemente para evitar la rutinización de nuestra labor y el aburrimiento y pasividad en nuestros alumnos. El desarrollo de su creatividad, pensamiento y juicio crítico debe constituirse en el aliciente de cada día. El desarrollo físico y emocional también es necesario. Generar espacios donde el deporte, la cultura y las artes sean indispensables en su formación escolar es imprescindible para evitar los refugios de pasividad y sedentarismo que traen consigo los dispositivos digitales.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en su sede México, coadyuvante en la promoción de una crianza positiva y mejores ambientes familiares y escolares, se ha enfocado en los siguientes objetivos para mejorar la vida de las niñas y niños:
a) Salud y bienestar: Trabaja para reducir la mortalidad infantil, promover la salud materna, combatir enfermedades como la polio y el sarampión, y mejorar el a la atención médica.
b) Educación: Promueve la educación de calidad para todos los niños y niñas, incluyendo la educación primaria y secundaria, así como la formación profesional.
c) Protección: Lucha contra la explotación, el abuso y la violencia contra los niños y niñas, y trabaja para garantizar su protección en situaciones de emergencia.
d) Igualdad: Promueve la igualdad de oportunidades para todos los niños y niñas, independientemente de su género, origen étnico, religión o condición social.
e) Desarrollo sostenible: Trabaja para que los niños y niñas tengan a agua potable, saneamiento, energía limpia y otras necesidades básicas. (Unicef, 2024)
Hoy en día, debemos reflexionar sobre la educación que estamos dando a las niñas y niños. Reflexionar y mejorar las políticas para el desarrollo de una infancia en ambientes más equitativos, incluivos y justos, donde la niñez no encuentre obstaculos sino oportunidades para potenciar sus capacidades cognitivas, físicas y emocionales. Las niñas y niños debemos considerarlos como sujetos plenos y capaces. Desde el hogar y la escuela debemos involucrarnos en su proceso de desarrollo, reconocer su capacidades y potenciarlas para que puedan establecer una relación más significativa con el mundo que le rodea compartiendo aprendizajes y experiencias. Es fundamental que la educación se encamine a desarrollar su juicio crítico, con ello le estaremos dotando de herramientas que les permitan tomar decisiones pensadas y desenvolverse en sociedad de una mejor manera. Es tiempo pues, de que la educación infantil, sus políticas, sus estrategias y acciones, tengan centralidad en el desarrollo integral de las niñas y niños, y no sean motivadas por intereses de otro tipo. Reflexionemos en ello, mientras celebramos a las niñas y niños en su día.