¿Es posible una acción colectiva de maestras y maestros por mejorar sus condiciones laborales e institucionales de trabajo? ¿Qué es lo que lleva a los sujetos sociales, en este caso a los docentes, a agruparse y organizarse? ¿Son las políticas docentes de los últimos años que se han implementado y que han deteriorado sus condiciones? ¿O es el deseo de construir una educación democrática y crítica en todos los sentidos? Reconocer los problemas que se tienen en las condiciones de trabajo docente es primordial para pensar en una acción colectiva y organizada. Salarios docentes sin el poder adquisitivo óptimo; condiciones limitadas de infraestructura, equipamiento y mobiliario en las escuelas; vulnerabilidad en la relación sociopedagógica con sus alumnos; escrutinio extremo de las madres y padres de familia; excesiva demanda y acoso istrativo por parte de sus autoridades educativas; malestar y estrés docente; servicios médicos deficientes, grupos numerosos de alumnos; opacidad en las prácticas sindicales; son problemas que no se resuelven de manera individual sino que requieren de una acción colectiva.
La acción colectiva se construye socialmente, no es una cuestión espontánea. Una acción colectiva es una expresión de resistencia a las condiciones fosilizadas, inamovibles y limitadas que por años se han institucionalizado y normalizado para llevar a los sujetos a una condición de conformismo. La acción colectiva y organizada busca un replanteamiento del sentido político de la vida cotidiana en las instituciones. Distanciarse de las condiciones de control y opresión para avizorar nuevos horizontes de posibilidad y acción que permitan el desarrollo de prácticas alternativas y libres como vías para la transformación social.
El contexto social, económico, cultural y político actual requiere de repensar la acción colectiva organizada. Las formas sociales de vida y comunicación han cambiado. El pensamiento ha evolucionado. El poder y el control se manifiesta y ejerce de manera distinta. Las nuevas narrativas sociales exigen un papel distinto de la escuela y los maestros. En este tenor, la acción colectiva no debe perder sentido de su propia acción, no debe abandonar la búsqueda del beneficio común y colectivo. La acción colectiva debe guiarse por valores culturales sólidos para enfrentar el ejercicio de poder. Una acción colectiva siempre va a incomodar a quien ejerce el poder, quien a su vez desplegará una serie de mecanismos para minimizar e invisibilizar las acciones que ponen en riesgo su posición. En esta acción, el ejercicio de poder se fortalece con la cooptación de huestes que a su vez buscan beneficios propios.
La reconfiguración que ha tenido el magisterio en los últimos veinte años, sumado los enfoques de política educativa que se han instrumentado en México, ha llevado a un debilitamiento en los posicionamientos político-pedagógicos críticos. Los procesos formativos, escolares, institucionales y de gestión se han orientado por la racionalidad técnica y lógica de mercado. La consecuencia de ello ha sido la formación de un pensamiento tecnocrático en los sujetos, que mira con recelo y distanciamiento las posturas críticas, entre ellas, a la acción colectiva organizada.
Romper con el conformismo social y educativo, con el temor a que las voces disidentes sean escuchadas, con el ejercicio corrompido del poder, con las zonas de incertidumbre que plantea el poder y con la cultura micropolítica anquilosada en las escuelas, se constituye en el sentido de la acción colectiva. El magisterio, para mejor sus condiciones laborales e institucionales, debe transitar a mecanismos de coordinación y comunicación más horizontal que permita la construcción de espacios más democráticos de participación para tomar decisiones en colectivo. Esta es la forma en que las maestras y maestros verían un acercamiento e identificación mayor con lo que les concierne y afecta directamente. La política docente que se construya para sustituir a la USICAMM será la posibilidad de expresión de una acción colectiva organizada, o bien, será la manifestación de docilidad y conformismo con lo que determine el poder.