Arranca el mes del Orgullo Gay. Lo recuerdo con una intimidad: mi prima Delia Fresno fue la primera en la familia que me enfrentó directamente sobre mis preferencias sexuales, en 1968: “Oye, Balo, ¿por dónde hacen el amor?”.
Vaya pregunta para un adolescente que iba por sus 15 años. Estábamos en la casa de la abuela Natividad, en la cocina. Alcanzábamos a mirar el patio trasero por las rendijas de madera de la casi choza que había construido el abuelo José. Un espacio rodeado de árboles y un patio enorme para jugar. La entrada de luz por las hendiduras nos sombreaba las ropas del cuerpo. Éramos los primos mayores y mi respuesta fue tajante, sin preámbulos: “Por atrás”.
La mirada de Delia era hermosa, desafiante, no agresiva pero sí decidida a saber. Tuxpan por aquel entonces era un puerto de poco interés para Veracruz y el centralismo mexicano. Llegar a Ciudad de México tardaba entre seis y ocho horas contra las tres de hoy por la nueva carretera que tardó más de 25 años en levantarse, desde los tiempos de Salinas de Gortari.
Han pasado 52 años de aquella conversación alrededor de nuestra sexualidad. Delia no tenía novio y yo, sí: apenas descubría que era diferente. Delia se casó tiempo después. Le fue de la chingada con un macho que ni siquiera la satisfizo ni por atrás ni por delante. Me dijo, ya maduros los dos: “Soy resultado de una mala educación sexual que nadie me enseñó y de una incomprensión de lo que somos las mujeres. No culpo a nadie. Asumo mi destino”. Recuerdo todo esto porque ella acaba de morir y sentí un dolor inmenso por no ir a su entierro por problemas familiares, esos secretos de familia.
Entre 1968 y 2024 hay un abismo en la percepción de cambios en el comportamiento del sexo de la gente. Aún no existe la educación sexual pero se intentan leyes que abran camino al entendimiento de respeto a los otros. Hay una comunidad más allá de solo lo gay, lésbico u homosexual. El universo trans es una opción distinta al siglo pasado. La sociedad pretende ser permisiva aunque en realidad hay mucho por hacer. Mi prima Delia se quedó atrapada estos años como una madre que atendió como pudo a sus hijos, injustos con ella. Yo, un adulto, anhelo que descanse en paz porque fue una gran prima.