El doble homicidio de Ximena Guzmán y José Muñoz en CdMx no encaja en la narrativa habitual de la violencia desatada. Lejos de la sevicia del narco o de las características de un crimen pasional, lo ocurrido el pasado martes 20 de mayo, según detallaron la fiscal capitalina, Bertha Alcalde, y el secretario de Seguridad, Pablo Vázquez, fue un ataque quirúrgico. Un acto con “alto grado de planeación y experiencia operativa”.
El lugar fue vigilado durante días por el presunto sicario —al menos desde el 14 de mayo—, desterrando cualquier idea de espontaneidad. El agresor utilizó guantes y su precisión fue tal que los disparos se agruparon en pares controlados; en un momento, incluso, disparó contra José en una postura que le llaman olímpica.
La operación, con cambios de vestimenta, implicó una moto y dos vehículos con reportes de robo y números de serie alterados, sin huellas digitales. El arma 9 mm. —con silenciador— utilizada no tiene registro en otros eventos delictivos, lo que habla de una “limpieza y premeditación” escalofriantes. El sicario esperó a que Ximena y José estuvieran juntos, pese a que ella había arribado al lugar antes, lo que subraya la naturaleza estratégica del ataque.
Ximena y José no eran figuras públicas de alto perfil; su relevancia radicaba en su cercanía con Clara Brugada. Eran operadores políticos leales de la jefa de Gobierno desde hace muchos años. Prácticamente parte de su círculo íntimo, casi familia.
La frialdad y precisión del acto no apuntan a una violencia irracional, y sí a un mensaje contundente. Apuntó el abogado penalista Gabriel Regino en su cuenta de X: “Quieren que su mensaje sea más fuerte que el crimen. Y el mensaje no era para los muertos. Era para los actores políticos…”.
Palabras clave
Fue una decisión estratégica “donde hay jugadores, intereses y consecuencias claras”. Por ello puede presuponerse —con las reservas propias a lo que arrojen las investigaciones— que el móvil principal podría ser político, como un golpe dirigido a Clara Brugada, afectándola en lo personal, pero desarticulando una parte vital de su estructura de operación política más cercana y pegándole en lo emocional.
Resulte lo que resulte en la investigación, no podrá dejar de leerse un mensaje directo, calculado para tener el mayor impacto posible en el ámbito del poder. Cual brutal recordatorio de que, en ciertos niveles, la política puede ser despiadada.
