Tengo suficiente edad para recordar cuando quienes nos clavábamos demasiado en la ciencia ficción o amábamos los universos creados por los cómics o las fantasías, éramos los apestados del salón. Soy de la generación en la que La venganza de los nerds era una gran película de comedia y no las personas que están apoderándose de los puestos de mayor poder en el mundo para sus propios fines. Y hay algo que es verdad: entonces y ahora hay una especie de comunidad geek que no sabe de géneros, edades u origen, pero sí de celebrar la cultura pop de una manera excepcional.
Por eso celebro la llegada a México de la CCXP. Es su segundo año y sé que solo es el principio. La Comic Con Experience original, en Sao Paulo, Brasil, puso a esa ciudad en el mapa de las distribuidoras, streamers, el entretenimiento tec y los amantes de las novelas gráficas, pero nos quedaba lejos.
Si se sigue desarrollando como está ocurriendo aquí, les aseguro que será uno de los eventos más grandes en su tipo; ya lo es en el de habla hispana. Y aquí los geeks tenemos mucho corazón y ganas de compartir nuestras pasiones.
En eso reside el privilegio de ser geek, en celebrar pasiones que antes eran ninguneadas por la sociedad. En encontrarnos con grandes talentos y celebrarlos al lado de miles de personas que tienen la misma experiencia y horas de conocimiento invertidas en estas historias. Eso es hermoso. Claro, cuando se habla de privilegio en estos días también hay una connotación negativa y también la tenemos que notar. Nadie puede pagar el costo de participar en tal evento. Igual que los conciertos. Pero esto apenas empieza y les aseguro que habrá sorpresas que, una vez convertidas en experiencia, valen la pena.
Ojalá no se vuelva demasiado excluyente por el costo; es algo hermoso para compartir, si es que se comparten los diversos idiomas geek que pululan por ahí.
