En 2024, el comercio entre Estados Unidos y América Latina representó más del 15% del total de importaciones y exportaciones estadounidenses, consolidando a la región como un socio estratégico en sectores como agricultura, energía y manufactura.
México y Colombia, dos de los principales socios comerciales, generan un intercambio combinado de más de $825,000 millones anuales. Sin embargo, las políticas arancelarias de Donald Trump, destinadas a presionar políticamente a estos países, están minando estas relaciones económicas clave, arriesgando no solo la estabilidad de los países afectados, sino también la economía estadounidense misma.
Colombia y México son socios comerciales esenciales para Estados Unidos. México es el segundo mayor socio comercial de Estados Unidos, con un comercio bilateral que superó los $780,000 millones en 2023. Colombia, aunque más pequeño, representó $45,000 millones en comercio. Aplicar aranceles de hasta 25% a productos colombianos y mexicanos incrementará los costos para las empresas y consumidores estadounidenses, alimentando una inflación interna que ya alcanzó el 4.9% en 2024.
Por ejemplo, en el sector agrícola, los productos frescos podrían subir de precio entre un 15 y 20%, impactando directamente en el bolsillo de los estadounidenses.
En el plano político, la estrategia de Trump no tiene lógica. Mientras busca proyectar fuerza, está alienando a socios estratégicos en un momento en el que Estados Unidos necesita aliados frente a la creciente influencia de China y Rusia en la región.
Colombia, bajo el liderazgo de Gustavo Petro, y México, con la presidenta Claudia Sheinbaum, están adoptando posturas más firmes y explorando alianzas fuera de la esfera estadounidense. Petro, al rechazar inicialmente los vuelos con deportados, señaló la falta de reciprocidad en las relaciones bilaterales y la necesidad de dignificar a los colombianos. Aunque el gobierno cedió ante las presiones económicas, la postura inicial marcó un precedente sobre la resistencia de los países de la región.
Mientras Estados Unidos apuesta por los aranceles como herramienta de presión, América Latina tiene una oportunidad para avanzar hacia una mayor independencia económica. En 2024, el comercio intrarregional en Latinoamérica representó apenas el 15% del total, comparado con el 60% en Europa. Iniciativas como una moneda común regional, promovida por Brasil y Argentina, o el fortalecimiento de mecanismos como el Mercosur y la Alianza del Pacífico, podrían duplicar esta cifra en la próxima década. Además, China, con inversiones por más de $450,000 millones en la región en los últimos 10 años, está lista para ocupar el vacío dejado por Estados Unidos, consolidándose como un socio preferido.
En lugar de imponer aranceles que dañan tanto a sus socios como a sus propios consumidores, Estados Unidos debería buscar políticas de cooperación económica y acuerdos comerciales que beneficien a ambas partes. Tratar a los países latinoamericanos como aliados iguales, en lugar de subordinados, es el único camino para preservar su liderazgo en el hemisferio.
¿Podría América Latina encontrar en este escenario una oportunidad para emerger como un bloque fuerte y unido? La ironía es evidente: las políticas de aislamiento de Trump podrían ser el catalizador para una Latinoamérica más cohesionada y menos dependiente de Estados Unidos. Si esto sucede, ¿quién perderá realmente? ¿El continente que Trump busca presionar, o el país que olvida que la cooperación siempre pesa más que el enfrentamiento?
