Sociedad

¿Los niños son más responsables si tienen una mascota? Esto explica una psicóloga

Un perro, un gato o cualquier otro animal de compañía puede traer beneficios para el desarrollo de la infancia. Sin embargo, su introducción no debe ser fortuita ni improvisada.

Año con año, los Reyes Magos son puestos sobre aviso para no cumplir uno de los miles de deseos que reciben el 6 de enero: tener un perrito o un gatito. 

O al menos hasta que los padres estén de acuerdo con la decisión, y la niña o el niño esté consciente de los cuidados que ese animalito necesitará para tener vida plena y feliz.

Es difícil no estremecerse cuando en nuestro algoritmo de TikTok, Instagram o Facebook se cuelan videos de un pequeño riendo a carcajadas con sus perrito; o de madres y padres enseñándole a su hija a quererlo, cuidarlo y convivir con él, como si de un miembro más de la familia se tratara.

Así, las y los niños hacen de los canes sus cómplices y hasta sus mejores amigos: cuentan sus secretos, comparten travesuras e intercambian muestras de cariño— quizá el animal con algunos lengüetazos y el infante con un par de abrazos—.

Y si bien la llegada de un compañero peludo al hogar podría representar un primer gran compromiso de la infancia, usualmente son la madre y el padre quienes absorben la verdadera responsabilidad, o la más pesada: pagar los servicios veterinarios, el mejor alimento, limpiar su área y financiar los destrozos que pudiera cometer.

De ser así … ¿entonces qué tipo de compromiso se inculca en el niño al tener una mascota? O simplemente, ¿hay una responsabilidad de por medio?

Los animales de compañía pueden beneficiar al desarrollo de la infancia, toda vez que se inculque el virtud de la responsabilidad | Cuartoscuro
Los animales de compañía pueden beneficiar al desarrollo de la infancia, toda vez que se inculque el virtud de la responsabilidad | Cuartoscuro

¿Los niños deberían crecer con animales de compañía?

En México hay 25 millones de hogares con por lo menos una mascota. Pero con el paso de los años, los perros, los gatos, las aves y otros tipos de especies han adquirido mayor valor sentimental.

Ya no son sólo los animalitos de la casa. Son los confidentes de las hijas; los mejores amigos de los adolescentes; los acompañantes de las abuelas; los compañeros de aventuras de los padres, o hasta un especie de guardián o nana durante los primeros días o años de los bebés.

Tal y como el artículo ¿Los niños y los perros son mejores amigos? Una revisión del alcance para explorar los efectos positivos y negativos de las interacciones niño-perro, de la revista PeerJ, lo menciona: “Interactuar con animales de compañía se ha convertido en una parte normal para los niños”.

Pese a ello, destacó la psicóloga Susana Becerra Castro, la introducción de una mascota en la infancia no debería ser fortuita ni improvisada, sino consciente y con preparación.

Antes de tomar la decisión…

Los animales de compañía no son ningún muñeco, carrito de carreras, disfraz o cualquier objeto inanimado. Son seres vivos capaces de sentir, amar y ser leales, pero también de sufrir, lastimar o morir sin los cuidados adecuados.

Y bajo ese tenor es que se debe inculcar la virtud de la responsabilidad mucho antes de recibir al que, posiblemente, se convierta en “el mejor amigo peludo” de la infancia.

Pero… ¿Cómo una niña o niño interpreta lo que es ser responsable? Según Becerra explicó a MILENIO, la responsabilidad en la infancia debe enseñarse como la capacidad para realizar una tarea, antes que la obligación de hacerla.

Esto se logra a través de “pequeños actos de autonomía”, tales como guardar la lonchera en la mochila antes de irse a la escuela, poner la ropa sucia en el bote o sacar el pijama que usarán esa noche.

“Aumentar la autonomía, dejarlos hacer tareas pequeñas para que ellos se vayan sintiendo capaces y que tengan muy consciente esta palabra. De que: ‘Tú eres muy capaz de esto y es tu responsabilidad’. (...) Si lo logramos, para los niños esa responsabilidad va a ser como su poder. (...) y no como un deber. El niño la percibe como: ‘Yo soy capaz, entonces me siento más seguro y poderoso’”.
EL DATO…

¿A qué edad mi hijo puede empezar a tener responsabilidades?

Se recomienda encomendar pequeñas tareas a partir de los dos años, cuando empieza la segunda etapa de desarrollo emocional de Erik Erikson y en la cual empiezan a experimentar sus primeros procesos autónomos (como ir al baño).

Una vez que la o el niño se siente capaz de hacer sus tareas, se da pie a inculcar el cuidado de un ser vivo. Aunque para ello, la especialista en psicoterapia recomienda empezar con una planta con el objetivo de concientizarlo aún más de lo dice el dicho: toda acción tiene una reacción.

Es importante que hagamos conscientes a los niños de que es un ser vivo. Cuando el niño ya consolidó que puede cuidar cosas y luego cuidar un ser vivo, en este caso la planta, entonces es que puedo pasar a la parte de la mascota (...) porque ya tiene consolidado esos procesos de la autonomía. Y sabe lo que se espera de él”.

¿Y si ya tenemos una mascota para cuando nació el bebé?

Esta circunstancia tiene dos perspectivas: la primera es que el desarrollo de la infancia se lleva a cabo de una manera mucho más orgánica con el animal, ya que no fue introducido con el objetivo de inculcar la responsabilidad.

Pero en caso de querer involucrar a la pequeña o al pequeño al cuidado de la mascota, el proceso deberá ser el mismo: empezar a los dos años con tareas autónomas, después una plantita y finalmente con el animal. Esa sería la segunda perspectiva.

Es importante concientizar al niño de los cuidados y atenciones que requerirá la mascota | Freepik
Es importante concientizar al niño de los cuidados y atenciones que requerirá la mascota | Freepik

Beneficios de tener una mascota para los niños

El artículo de PeerJ reconoce que los animales de compañía previenen el sedentarismo en la infancia, pues cuidados como el juego o los paseos incentivan la actividad física. A su vez, el estudio identificó que las niñas y los niños que crecieron con una mascota son más propensos a tener una movilidad independiente.

Por su parte, la psicóloga Becerra consideró que la empatía es uno de los mayores beneficios, tomando en cuenta que la infancia es la etapa donde aprenden a controlar su impulsividad.

“Tener una mascota les hace saber el qué se siente si ellos son bruscos o son suaves. (...) Y la empatía es el poder ponerse en el lugar del otro. Pero como este animalito les genera ternura o quieren que los busque, ellos van a tener que generar esa empatía de tratarlo suave. También ayuda mucho con la regulación”, dijo a este medio.

​ASG

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Alejandra Sigala
  • Alejandra Sigala
  • Egresada de la UNAM. Te explico las tendencias en redes sociales y los temas que despiertan tu curiosidad en el día a día. Escucho, amo y a veces escribo sobre K-Pop. Me encanta bailar y los gatos.
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