Alex Marín nunca se escondió. Todo lo contrario. No faltó quien le abriera el micrófono para exponer su “estilo de vida” controvertido como el macho alfa explotador de mujeres. Por eso su detención solo sorprendió a aquellos que veían en él a un digno representante de su misoginia.
Su imagen se viralizó este miércoles, pero ya no aparecía con una “esposa” en cada mano, sino con otra clase de esposas, que tardaron, pero llegaron. Con su clásico manos libres, parte del outfit caricaturesco del hombre importante de los 2000, y una playera Dolce & Gabbana posó para las cámaras de la Fiscalía de Jalisco, que lo acusa de trata de personas con agravante de prostitución en contra de una adolescente de 16 años en Puerto Vallarta.
La caída del autoproclamado “Rey Midas” de la pornografía es la punta del iceberg de toda una jauría que se alimenta de una industria que disfraza la cosificación femenina como empoderamiento sexual. Pero a la hora de hacer cuentas, son ellas las que más pierden. Y no hablo de los millones de pesos que según la ex esposa de Marín todavía le debe, sino porque son la materia prima de producciones que las violentan para transformarlas en objetos de consumo.
La cuestión no es el consentimiento, va más allá de quienes ejerzan la profesión como actriz pornográfica por voluntad propia. El tema es el papel que tienen las mujeres en este mundo que durante décadas ha perpetuado una cultura machista y hasta pedófila. Sobran las historias de quienes comenzaron siendo menores de edad y que su primera experiencia en el set fue en realidad una violación con la complicidad de camarógrafos, productores y directores que grabaron, editaron y vendieron un abuso sexual para su propio beneficio.
La aprehensión de Alex Marín no solo debe desentrañar las prácticas en su productora, sino de toda la industria del país. Si llegar a la abolición de la pornografía es una meta casi imposible, lo menos que se debe discutir e implementar es una regulación que proteja a las mujeres que trabajan en ella; pero sobre todo a las niñas y adolescentes que son manipuladas, abusadas y explotadas. Por lo pronto, uno ya está en la mira… que no sea el único.
