El fin de semana pasado hizo visita de doctor Gerardo Fernández Noroña. El presidente de la mesa directiva del Senado no tuvo un buen sábado en Guadalajara, ya sea porque no previeron la festividad -día de la madre- o porque la gente está hastiada de políticos demagogos (sin importar su color), el paseíllo fue despreciado por la población tapatía.
A ello, hay que agregar el estilo del senador que no fue recibido con porras por parte de la ciudadanía en el mitin -es un decir- que llevó a cabo en la capital jalisciense.
En él, Fernández Noroña insistió que los alegatos que marcaban al Rancho los Izaguirre como un centro de exterminio (el Auschwitz mexicano, dijo) no era más que una estrategia para golpear a la “compañera presidenta”.
Noroña olvidó el detalle de quiénes aumentaron la presión y pusieron el reflector en Teuchitlán luego de la denuncia -una más- de las madres buscadoras: la propia Sheinbaum acompañada del fiscal Gertz Manero. Ambos primero cargaron contra el gobierno de Jalisco y luego, cuando se dieron cuenta que iban a salir embarrados a partir de los reportes y acciones de la Guardia Nacional y la inacción de la propia fiscalía, decidieron recular.
En eso estaba Fernández Noroña en su mitin -repito, es un decir- cuando ciudadanos lo increparon. Él, al estilo fajador que tiene, les respondía con el típico “los mataban con Calderón y no dijiste nada” que celebraba desde el estrado la diputada Itzel Barrera, aunque significara que un legislador federal insultara y confrontara a un ciudadano tapatío que sólo cumplía con lo que cualquier persona tiene derecho: cuestionar el discurso del poder.
Luego que el ciudadano le respondiera al senador que si había cuestionado a los gobernantes anteriores, Noroña retrocedió y le dijo respetaba su posición -cosa que Barrera por supuesto no hizo pues iba de porrista del poder, no de defensora de la sociedad-, sin dejar el discurso victimista típico de la 4T.
No han sido buenos días para el polémico senador, la periodista Leticia Robles de la Rosa descubrió que los datos dados por Noroña sobre su viaje a Europa en clase superior dentro de un vuelo de Air eran, por lo menos, inexactos. Fernández Noroña respondió de forma bélica y descalificando la labor de la reportera.
Cierto, Gerardo Fernández Noroña tiene todo el derecho de usar su dinero como quiera -trabaja para ello-, pero de lo que no escapa es de la incongruencia.
Apenas hace dos semanas, MORENA realizó un congreso para leerles la cartilla o, más bien, la carta que les envió la presidenta Sheinbaum donde descalificaba los viajes en primera, el uso de ropa cara, los actos anticipados de campaña, el nepotismo, los lujos y las frivolidades.
Al salir, todos siguieron igual: con viajes en primera, camionetas de más de millón y medio de pesos, ropa de diseñador, relojes y joyería y los puestos conferidos a amigos y compadres.
Sheinbaum -y, para el caso, López Obrador- se han rodeado de hipócritas que dicen ver por los pobres con pensamiento de izquierda pero viven con las comodidades de la derecha, de la oligarquía incluso. Así, rodeados de mustios y mentirosos, quieren que creamos que la gobernadora de Baja California no tiene idea de por qué le quitaron la vida que usaba todos los días para vivir en San Diego y que no tiene cuentas en los Estados Unidos cuando, mínimo, debía tener una para poder acceder a servicios de internet o de streaming en dicho país.
¿Cómo creerles que no tienen nexos con el crimen organizado si mienten hasta en lo más evidente?
Ahí, en la incongruencia, MORENA se sostiene por una aceitada maquinaria de propaganda y mucho dinero público. Otra cosa más que no se puede esconder, así se intente en el día de la Madre.